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In memoriam

MONS. HENRY PADILLA por Cardenal Baltazar Porras Cardozo

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CARDENAL BALTAZAR PORRAS CARDOZO


La Virgen de Coromoto en su día patronal, 11 de septiembre, recibió con los brazos abiertos a su hijo, el sacerdote Henry Padilla. Un infarto fulminante nos lo arrancó para llevarlo a su lado, cuando se encontraba pletórico de entusiasmo, con la ilusión de llevar adelante varios proyectos pastorales que acariciaba con fervor. Pocos días antes de su repentina desaparición estuve celebrando la eucaristía en su parroquia, Nuestra Señora de la Caridad de El Cobre, en la urbanización Santa Paula. Cuando nos despedimos me dio las gracias porque se sentía contento y con ganas de hacer de su sacerdocio una entrega total. Al revisar mi correo me encontré con que en los últimos días me había escrito cuatro veces para decirme que estaba preparando las clases de liturgia para volver como profesor a las aulas del Seminario. Que había contactado a amigos arquitectos para desarrollar en los jardines de la parroquia un hermoso proyecto de columbarios. Su última comunicación la escribió pocas horas antes de su muerte hombre propone y Dios dispone. Nos lo arrebató a sus 64 años de edad y 39 de presbiterado.


 


Henry había nacido en Caracas el 14 de mayo de 1955. Fue ordenado sacerdote por el Cardenal José Alí Lebrún Moratinos el 2 de agosto de 1980. Sus estudios eclesiásticos los realizó en el Seminario Interdiocesano de Caracas, y los completó en Roma donde obtuvo la licenciatura en Liturgia en la Pontificia Universidad Gregoriana, materia que dominaba doctrinalmente y la ejercía en la práctica con propiedad y elegancia. Todo su ministerio lo ejerció en Caracas como Notario-Canciller de la Curia, Canónigo de la Santa Iglesia Catedral, Director de la Pastoral Social, Párroco de Nuestra Señora de la Candelaria, Arcipreste de Catedral, Administrador Parroquial de San Ignacio de Loyola, Formador en el Seminario Arquidiocesano Santa Rosa de Lima, Administrador Parroquial de la Inmaculada Concepción de El Recreo, Párroco de Santa Teresa y su última responsabilidad desde hacía algo más de un año, Párroco de Nuestra Señora de la Caridad de El Cobre en la Urbanización Santa Paula.


Tuve la dicha de tenerlo como alumno y conservamos en el tiempo una sencilla y abierta amistad que me permitió conocer más a fondo su nobleza de alma, su sencillez, hombre de conciliación y no de divisiones. Compartí sus cuitas en sus momentos de espinas y la alegría constante que sentía crecer en sus últimos tiempos. Fue estimado y respetado por el clero caraqueño y por los fieles laicos que lo conocieron y trataron. Es una sensible pérdida para su iglesia madre, que espera de su intercesión por su fidelidad a la oración y la contemplación. Que el Nazareno de San Pablo y María Santísima lo acojan en el cielo y sea para nosotros ejemplo y testimonio de hombre fiel y prudente. En el último día de su novenario, presidiremos la eucaristía en compañía de sus fieles para agradecer lo que hizo y bien a lo largo de sus años sacerdotales. Descanse en paz.


37.- 20-9-19 (3008)






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