La política económica corresponde a las decisiones
que toman los gobiernos para el logro de determinados objetivos. Implica el uso
de instrumentos de acción pública para influir en el funcionamiento de la
economía. En la actualidad se asocia con la creciente intervención de los
gobiernos en los mercados, para alcanzar metas nacionales como el crecimiento
económico, la estabilidad de precios, la reducción de la pobreza y una menor
desigualdad social. Pero también ha sido el motivo del debate acerca de lo
mejor para la economía: el mercado o el Estado.
En este último ámbito, el debate original se
concentraba en el papel del Estado en la creación de un modelo óptimo de
desarrollo económico, y el rol del mercado para garantizar la eficiencia
productiva y permitir el crecimiento de las naciones. En la actualidad, estas
posiciones encontradas se han zanjado a partir del reconocimiento mundial de
que las prácticas de libre mercado – laissez
faire sin restricciones fracasaron en los mercados emergentes, mientras que
su uso recurrente en los países desarrollados conllevó a la última crisis
financiera global.
En este orden, China se presenta hoy como una
alternativa a los modelos tradicionales de desarrollo económico. La lógica que
defiende este país asiático es emplear las fuerzas del mercado como motor de
crecimiento y vía para la reducción de la pobreza y la desigualdad, mientras que
el gobierno preserva la autoridad para intervenir en la economía cuando lo
considere oportuno.
La estructura económica de China no es única, ya que
comparte muchas características de los estados desarrollistas del este de Asia,
por ejemplo, Corea del Sur o Singapur. Pero su modelo de orden político y
desarrollo económico se presenta como exitoso y atractivo por los resultados
conseguidos mediante el uso frecuente de la política económica. Uno de los
campos donde mejor ha funcionado es el de las relaciones internacionales,
debido a la combinación de incentivos y regulaciones para promover los
intereses estratégicos de la nación asiática en el mundo.
Esta forma de dirigir la política económica por
parte de China ha ampliado la definición y el alcance del concepto de seguridad
nacional, en la medida que se actúa en el comercio, la tecnología, la
educación, y en muchas otras áreas para preservar resultados alcanzados y
avanzar hacia metas nacionales previamente planteadas. Con esto se está
normalizando el uso de la economía como un ámbito de la seguridad nacional y se
avanza hacia un nuevo orden geoeconómico mundial, donde la política económica se
presenta como geoeconomía y se usa no
solo para influir en un tema macroeconómico o microeconómico nacional, sino también
para dirigir la actividad económica hacia una estrategia de maximización del
poder de los países en el mundo.
Esta manera de utilizar la política económica para
perseguir intereses políticos tiene un elevado costo: la mayor incertidumbre que
enfrentan las empresas y las distorsiones de mercado que genera. En un mundo
interconectado, la acción pública en economía dirigida de esta forma impactará
en las cadenas globales de suministro que, constituidas dentro del libre flujo
de mercancías y factores de producción, dependen de las fuerzas de mercado para
tomar decisiones.
Esto incrementa la incertidumbre que existe sobre la
economía mundial, debido a que mayores presiones a la seguridad nacional
forzaran a los gobiernos a implementar cada vez más medidas defensivas para
reducir su vulnerabilidad ante competidores estratégicos. Todo lo cual acercará
cada día más asuntos económicos al área de la seguridad nacional y al campo de
las disputas políticas.
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