Ya
hacen 105 años cuando en un hecho inédito y espontaneo, ocurrió lo que se
conoce como la “Tregua de Navidad”. Esta comenzó en la víspera de la
Navidad, el 24 de diciembre de 1914, durante la Primera
Guerra Mundial. Ese día en los campos Flandes, algunas unidades de las tropas
alemanas comenzaron a colocar elementos que tenían a la mano como adornos de
navidad en sus trincheras, luego continuaron con su celebración cantando
villancicos, específicamente "Stille Nacht" (Noche de paz); las
tropas británicas al otro lado respondieron
con villancicos en inglés.
Eran
seres humanos, soldados, que se habían estado matando entre sí durante meses,
entonces salieron de sus trincheras, para buscar un resquicio de humanidad
entre los horrores de esa guerra.
Era
una situación muy dura, pero no ocurrió en el oriente, ocurrió en plena Europa.
Lo que sí ocurrió en oriente (medio oriente), fue parte de la vida o de la
historia, de Cleopatra Filopátor Nea Thea la última reina de Egipto,
conocida como Cleopatra VII; más comúnmente Cleopatra. En una trayectoria desde su niñez para
enfrentar situaciones graves con su padre y luego resolviendo asuntos muy
comunes de la época con su propio hermano, llego al poder. Dentro de Roma,
hacían similares hazañas los generales, Marco Antonio y Octavio Augusto, uno de
los cuales, al igual que su tío, cayo rendido ante los encantos de Cleopatra,
en uno de esos momentos de actividades, de lo que hoy se conoce como Diplomacia
y Cancillería.
De
la muerte de Cesar, quedaron pugnas por hacerse del poder de Roma y todo de lo
que ello dependía. Así el heredero legítimo y Marco Antonio, hicieron algunos
pactos y negociaciones para conservar la paz; entre esos pactos, el matrimonio
entre Marco Antonio y la hermana de Octavio. Más tarde, Marco Antonio decide
repudiar a su esposa (hermana de Octavio) y volver junto a su amada con la
que se casa en Alejandría. Por amor, abandonó no sólo sus obligaciones
familiares sino también las políticas y militares, para vivir una fastuosa vida
en Egipto llena de lujos. Toda negociación y pacto fueron rotos por Marco
Antonio, que igualmente terminó en
Egipto con su reina Cleopatra. Esto le llevó, a ser declarado enemigo de Roma y
de Octavio Augusto. Fue el principio del fin. La guerra se volvió inevitable.
Aunque
podamos estar pensando en una tregua de navidad, lo hacemos por nosotros
mismos, por una especie de recogimiento y sentimiento, por los muertos y destrucción
de un enemigo cruel y un mal caído sobre el país, como poco se ha visto. Así y
todo, la historia no perdona, por lo que, en Venezuela debemos aprender de una
vez por todas, que las negociaciones, pactos y demás artificios en política
para el restablecimiento de la república, no tienen ni tendrán consecuencias
positivas o a largo plazo; mucho menos en la situación actual. Aunque el pacto
político: Octavio Marco Antonio - Cleopatra, acabó como tantos otros, que se
han realizado a lo largo de la historia, en un rotundo desastre y empeoramiento
de la situación; también ese pacto terminó con la vida de dos de sus
protagonistas. Es decir, por un doble suicidio que perpetraron cuando su
enemigo Octavio, decidió resolver la dramática historia de Marco Antonio y
Cleopatra, con la derrota acaecida en la Batalla del Actium, en la que Marco Antonio perdió frente Octavio
Augusto que decidió ir a Egipto en su búsqueda.
Para
los venezolanos, en este momento, no debe ser un regalo, las migajas de un
poder usurpador, por la venta de oro venezolano producto del contrabando de
mafias; No, es la enseñanza de que no deben ocurrir negociaciones y pactos en
las próximas semanas, so pena de que los irresponsables decidan acabar con sus
vidas para evitar la vergüenza de la derrota y las consecuencias de sus actos;
tal como ha ocurrido tantas veces en la historia; por ejemplo entre Roma y
Egipto. Es el regalo que nos brinda la historia, el oriente.