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El Coronavirus y la globalización por Alberto José Hurtado B.

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Alberto José Hurtado B.


La interdependencia entre países, gobiernos y personas alrededor del mundo es cada día más alta. Esto es resultado de la reducción de los costos del transporte y las comunicaciones, y el incremento de la productividad a nivel mundial. Ello ha permitido incrementar el comercio, el flujo de inversiones, la movilidad de las personas, reducir el nivel de pobreza, y aumentar los niveles de vida de la población del planeta.

Pero este escenario también ha incrementado la vulnerabilidad de los países. Por un lado, la mayor integración financiera ha reducido los costos del intercambio de fondos, pero ha incrementado la probabilidad de ocurrencia de un mayor número de crisis financieras. Y, por otro lado, mayores vínculos interpersonales han permitido el incremento del ingreso de las comunidades, pero también ha implicado nuevos problemas de salud que, originados en un país, se convierten de manera rápida en un problema de salud global. La mayor interdependencia de las economías del mundo ha generado grandes avances en la productividad, pero también ha traído una mayor exposición de los países a la dinámica económica, política y sociales del resto de naciones del mundo.

En este sentido, la crisis del coronavirus (Covid-19) destaca las desventajas de la globalización: ha hecho que los riesgos sean más sistémicos. Es decir, las crisis han dejado de ser locales para transmitirse rápidamente al resto de los países de la región y del mundo. Ello implica que todos los actores participantes de esta etapa de la globalización deben dar una respuesta global a la crisis, para proteger los resultados obtenidos de la mayor integración económica, atender el brote de Covid-19, maximizar el bienestar de las personas, y reducir los riesgos de nuevas perturbaciones que incentiven el aparcelamiento del planeta.

La solución al coronavirus exige mayor integración y cooperación entre países, gobiernos y personas. Atender una crisis de este tipo, con altas probabilidades de convertirse en pandemia, equivale a lo que los economistas denominamos “bien público del eslabón más débil". Es un bien público porque, cuando se descubra la cura contra el Covid-19, todos nos vamos a beneficiar; ya que permitirá que los países regresen a un ambiente libre de pandemias, entorno donde ninguna persona podrá ser excluida. Además, la nueva vacuna será un bien público destinado a satisfacer las necesidades del eslabón más débil de la economía mundial, donde se incuban y transmiten las enfermedades de alto contagio; ello debido a que no será conveniente, luego de obtenida la cura, que un solo país en el mundo permita el regreso del virus y su propagación.

En este sentido, la cooperación regional e internacional es vital. Los países no pueden manejar el coronavirus por sí solos, independientemente de si son considerados desarrollados o en vías de desarrollo. Cerrar las fronteras tiene un elevado costo económico, político y social, y como medida de prevención es poco contundente e ineficaz al igual que el aislamiento de poblaciones enteras dentro de un país. Resulta necesaria una mayor cooperación regional e internacional en materia de financiamiento y asistencia técnica para permitir que todos los países tengan una respuesta efectiva a la crisis, avanzar en la cura del Covid-19, y facilitar su distribución de manera amplia y al menor costo posible.

Ante un desafío global de esta naturaleza, la respuesta debe ser global. Solo de esta manera se encontrará una pronta solución y se reducirán los daños provocados por la enfermedad y por las políticas nacionales que han destinado ingentes recursos para atender sin éxito la coyuntura.

* @ajhurtadob





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