Esta semana la revista SIC, publicación del Centro Gumilla de la
compañía de Jesús, publicó una entrevista que me hizo Juan Salvador
Pérez, de la cual me gustaría compartir con ustedes hoy un pequeño
extracto de dos preguntas.
Solidaridad.Alguna vez leí una frase de José Antonio Marina, que decía: “En el mundo de los hombres, Dios actúa a través de los hombres”,
es decir, el llamado que nos hace Dios es a estar presentes en el mundo
y actuar. La palabra solidaridad, tan de moda, tan en uso, es un
derivado del adjetivo latino solidus (sólido, firme, compacto). ¿Cuál es
hoy el llamado a la solidaridad para un empresario en términos
concretos?
La función principal de un empresario es
producir los bienes y servicios que requiere la población, utilizando
eficientemente los recursos escasos y ayudando a que la sociedad pueda
maximizar con ellos su curva de utilidad. En el cumplimiento de esa
función, los empresarios generan valor, riqueza, empleo, conocimiento,
innovación, tecnología, infraestructura, que les permite obtener
beneficios, pero también generar impactos positivos sobre el entorno en
el que se desenvuelven. Los intereses individuales y colectivos se
funden en la labor empresarial, pues un empresario exitoso, eficiente,
creativo y serio genera aportes invalorables a la sociedad. Ninguna
acción paralela del empresario superará el aporte de su función básica a
la sociedad. Pero es evidente que en un país empobrecido y lleno de
necesidades, las élites tienen también la responsabilidad de apoyar… el
desarrollo de proyectos destinados a la mejora de la calidad de vida de
sus trabajadores, comunidades circundantes, del país y del ambiente en
general. La característica típica de un empresario es la pasión, y
cuando la pone al servicio de una causa, suele generar un efecto
multiplicador que va más allá del dinero que invierte en ella. El
tiempo, sus ideas, su gerencia, su capacidad de organización de equipos…
son el aporte adicional más importante de los empresarios a la sociedad
y es igual en sus propios negocios que en los proyectos de solidaridad
en los que se puede involucrar. Pocas veces es más claro que en cabeza
de los empresarios lo que significa pasar de los buenos deseos a la
acción…
Pobreza. La filósofa española Adela
Cortina ha venido planteando que existe una suerte de rechazo cultural a
la pobreza, aporofobia (fobia - temor - al pobre) lo define ella, y nos
hace una invitación a superar esta conducta excluyente y
antidemocrática. ¿Cómo debemos actuar ante la pobreza? ¿Qué debemos
hacer ante esta realidad?
La pobreza se estrella diariamente contra nuestros ojos y debemos aprender a redirigirla a nuestro cerebro y corazón.
Al
cerebro porque él entenderá que la pobreza no es exclusiva del pobre
sino compartida por toda la sociedad… porque formamos parte de un mismo
sistema, que es tan bueno y seguro como la parte más débil de él. A
nuestro corazón, porque él será más capaz… de mirar a ese niño en
aprietos como si fuera tu propio hijo...
Entonces, el
miedo que entra por tus ojos al ver la pobreza, se convierte en tu
cerebro en necesidad racional de ayudar a resolverlo, motivación a
participar activamente en proyectos que permitan superarla y en tu
corazón, se convierte en compasión y empatía para acompañarlos,
ayudarlos y servirles de apoyo.
Superar la pobreza es el
gran reto de la humanidad… debemos mostrar que no tenemos miedo a la
pobreza sino a no poder enfrentarla con éxito. Hacer visibles las
acciones que emprendemos para enfrentarla. Incorporarnos a proyectos
sociales que intentan resolverla, pero sobre todo, debemos convertir la
cercanía con la población más pobre en una necesidad y un orgullo, que
motive a más personas a unirse a la causa de combatirla.