Desde hace algunos años, los venezolanos y, de hecho, los merideños, han perdido, la esencia de sus valores y de la pertenencia, pareciera les da igual, el deterioro de la ciudad, en la que viven y conviven; deja mucha que decir, su comportamiento social, laboral, grupal, familiar.
Poca importa hoy día, a los merideños y los que no lo son, el deterioro de un lugar emblemático local, Plaza, Parque, área turístico recreacional, calle, avenida, zona histórico cultural, etc., son verdaderos cómplices y contribuyen a desmejorar todo, perdonen generalice, lo terminan de dañar, bajo la mísera excusa, de que eso lo arregla la Alcaldía o Gobernación, vociferan a voz populi, entre otras cosas incongruentes e insensatas, carentes de sentido común y responsabilidad ciudadana, "para eso está el gobierno y pago impuestos".
La situación compleja circunstancial que se viene viviendo y confrontando en el país, de la que no se escapa nadie, echó por tierra, valores y sentido de pertenencia, a nivel nacional, regional, local, grupal, familiar, toda una cruda y triste realidad venezolana, que por encima de crisis socio económica política, pandemia coronavirus, no se justifica bajo ningún concepto, no tiene razón de ser y menos, de manera por demás especial, en una ciudad y Estado, como el nuestro, que se ufana de ser turístico, estudiantil, universitario, cultural, histórico, por excelencia, duela a quien le duela, “al que le caiga el guante que se lo plante”, con Dios y punto en boca.