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LUX: EN EL CAMINO DE SANTIAGO por Cardenal Baltazar Porras Cardozo

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CARDENAL BALTAZAR PORRAS CARDOZO


La Fundación Las Edades del Hombre, iniciativa de las iglesias de Castilla y León (España), es un hito de importancia para valorar en su justa medida lo que significa investigar, conservar y difundir el patrimonio artístico y religioso de esa vasta región hispana. Vivimos una época en la que el patrimonio heredado no es considerado prioritario. Con qué facilidad se destruye o se olvida hasta desaparecer lo que han legado las generaciones pasadas. Sin memoria del pasado el presente se vuelve insípido sin proyección hacia el futuro. La cultura del descarte, en la que lo utilitario está por encima de los valores que han marcado el progreso en las muchas facetas del quehacer humano, nos lleva a caminar sin rumbo, creyendo que cada generación tiene la capacidad de ser la gestora del futuro.

Este año 2021, es año santo jacobeo. Cada vez que el 25 de julio, festividad del apóstol Santiago cae en domingo, la tradición lo marca como año santo. A lo largo de siglos han peregrinado gentes de diversos pueblos dejando tras de sí la huella creadora de la fe, el arte y el servicio al prójimo. Los llamados caminos de Santiago son una mina inagotable de edificaciones de diversa índole: catedrales, iglesias, capillas y ermitas, hospitales, posadas y refugios, monasterios y casas de acogida con el ofrecimiento de la gastronomía local han dibujado a través del tiempo una riqueza artística para solaz de creyentes, curiosos y peregrinos…

Este año, además, coincide con el octavo centenario del inicio de la primera catedral gótica de España, al modo francés del siglo XIII. Las Edades del Hombre ha hilvanado estas fechas jubilares con la razón última que le ha dado sentido al camino: la LUX que viene de Cristo y se prolonga en María. Jesucristo, siendo la luz de Cristo, vino por la Virgen Santa María. María es la Virgen de la luz porque nos trajo a Cristo, la luz del mundo.

Esta vigésimo quinta de las Edades del Hombre ofrece en tres ciudades: Burgos, Carrión de los Condes y Sahagún ese camino de luz marcado por las iglesias góticas que se elevan hacia el cielo señalando cual es el camino por recorrer a los mortales. Una primera estación en la hermosa catedral burgalesa nos conduce a conocer la creatividad plasmada en la edificación de nuevos templos de la mano de María a quien está dedicada la catedral como tantas otras iglesias y capillas. Los obispos y los cabildos catedralicios de la mano de generosos mecenas fueron pergeñando a lo largo del tiempo, con paciencia benedictina estos monumentos. La catedral es la casa de la luz eterna y de ello debe dar cuenta la piedra y el genio artístico. En el catecismo aprendimos que los mortales transitamos, primero en la búsqueda de la luz como iglesia militante. La tradición nos lleva a sentir el dolor de los que nos preceden y están a la espera de la luz definitiva, la llamada iglesia purgante. Y la meta está en el gozo de la luz que no es otro que la contemplación cara a cara de la Trinidad y de los santos. Para cerrar con el capítulo dedicado a l majestad del Señor y la majestad de María.

Salimos de la catedral con el gozo de la contemplación de la belleza en medio del valle de lágrimas que vivimos los humanos. Nos trasladamos a Carrión de los Condes, población mucho más pequeña pero plagada de monumentos que nos hacen contemplar la luz en María. Es la joya preciosa de la exposición siguiendo los pasos de la vida de María, toda pulcra, virgen y madre. En dos iglesias, la Virgen del Camino y San Santiago. Nos muestran el rostro de la Madre a través de las obras que nacieron desde lo hondo de la experiencia religiosa de generaciones de creyentes. Termina la exposición en la población de Sahagún, en las iglesias de la Peregrina y San Tirso, dándonos a María como la madre de la misericordia a la que cantamos con los labios y el corazón en la Salve Regina.

Desde nuestra realidad latinoamericana sentimos los trazos de la fe que nos trajeron misioneros y laicos de a pie, con la nostalgia de preguntarnos si no nos toca valorar, conservar y dar a conocer más y mejor, lo que tenemos en nuestras humildes iglesias, producto del mestizaje étnico, cultural y religioso que nos da identidad propia con el sello de la catolicidad hispana. Vale la pena retomar la Lux auténtica que le da sentido a la vida en medio de la fragilidad y debilidad de la pandemia y de la crisis global de nuestros pueblos.

30.- 30-8-21 (4454)






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