Mérida, Junio Sábado 10, 2023, 01:19 am
Su economía es la más grande dentro de los países que conforman la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), y ha asumido el reto que representa ser el centro neurálgico del flujo comercial en la región; geográficamente hablando: un sitio geoestratégico entre China, India, Corea del Sur y Japón. Todo lo cual ha implicado una considerable transformación estructural de la actividad económica, hasta posicionar al sector servicios como principal fuente de empleo, ingresos y divisas para el país. Al respecto, reconociendo el rol de los actores públicos y privados en dicho cambio, se compatibilizaron políticas púbicas de promoción a la inversión, formación de la población, empleo, apoyo logístico y prestación de servicios públicos de calidad; junto al respaldo empresarial mediante más inversiones, más empleos y mayor responsabilidad social.
Esto se ha reflejado en una senda de crecimiento económico que inició en 1999 y duró hasta 2020 cuando, como consecuencia de la pandemia del nuevo coronavirus (COVID-19), el PIB indonesio decreció en 2,1%. Para revertir dicha situación, las políticas públicas se han focalizado en: 1) adquisición de equipos médicos, kits de pruebas, ventiladores y vacunas; 2) asistencia a los hogares para cubrir necesidades básicas —alimentación, salud, vivienda, entre otros—; 3) apoyo presupuestario al programa de tarjetas de preempleo —que brinda capacitación a la fuerza laboral y permite mejorar su competencia—; 4) aplazamiento del pago del impuesto de importación en 19 sectores manufactureros; 5) estímulo para las pequeñas y medianas empresas; y 6) apoyo a los sectores: turismo, agricultura y pesca, industria manufacturera y tecnologías de la información y comunicación. Un esfuerzo para reactivar la economía que comienza a dar resultados en la medida que se recuperan los puestos de trabajo y el nivel de ingreso de la población indonesia, y crean condiciones idóneas para atraer inversiones y consolidar vínculos comerciales con otros países del mundo.
En este último ámbito, Venezuela y América Latina deben incrementar sus esfuerzos para revertir la percepción general entre el empresariado que ve a Indonesia como un “mercado lejano”. En su lugar, se debe avanzar de manera consiente en un plan estratégico que permita aprovechar el vínculo con un país de ingreso medio con potencial de crecimiento. En este sentido, son oportunidades comerciales para aprovechar en la relación con Indonesia: 1) comercio de alimentos y bebidas, productos farmacéuticos, química y cosmética, vestido y calzado, sectores ligados al consumo privado y a la creciente clase media de este país asiático; 2) intercambio de bienes y equipos intermedios para la agroindustria, la minería y la industria manufacturera; 3) en el sector servicios, consultorías técnicas en proyectos de infraestructura, asesoría en la industria del petróleo y gas, y la formación profesional y universitaria —cooperación universitaria y promoción de la enseñanza de idiomas—; y 4) en el sector turismo, debido a la liberalización parcial de la inversión en servicios hoteleros y de restauración afectados durante la pandemia.
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