Mérida, Junio Viernes 09, 2023, 11:33 pm
A principios de 2021, todo era optimismo para la economía
de Indonesia. En cada análisis macroeconómico se dejaba ver la posibilidad de
que este país asiático recuperara la senda del crecimiento económico luego de
la contracción de la actividad productiva evidenciada durante 2020 (2%
interanual). Pero la variante Delta del coronavirus (COVID-19) impidió que se
cumplieran muchos de los escenarios planteados por los analistas. La nueva
variante llevó al país a experimentar un salto significativo en las infecciones
diarias, alcanzando más de 56.000 casos en julio de 2021. Para entonces, el
país sustituyó a India como nuevo epicentro de la pandemia. En este marco, solo
entre julio y agosto, se registraron cerca de 75.000 muertes por COVID-19, y se
sospecha que esta cifra sea mayor debido a las limitadas pruebas y el escaso
seguimiento a los contagiados.
En un escenario como este, y ante el riesgo de más
interrupciones en las cadenas de suministro, la atención del gobierno de
Indonesia se concentró en dos objetivos: equilibrar la economía y preservar la
salud pública en medio del momento más difícil de la pandemia del COVID-19. Así,
las autoridades suavizaron las restricciones de movilidad e incluso animaron a
los funcionarios a trabajar desde Bali para ayudar a la economía de la isla
turística.
La "nueva normalidad" aumentó el número de
casos positivos y llevó a nuevas políticas antipandémicas, incluyendo el mayor
impulso a los programas de vacunación y mayores restricciones a la movilidad
por grupos de la sociedad, según actividad económica, con lo cual se redujo significativamente
el número de infecciones diarias. De esta manera, se atendieron las vicisitudes
creadas por la pandemia y se logró que la economía creciera cerca del 4%.
Luego de dicho resultado, y con el inicio del 2022, un
mayor nivel de incertidumbre se presenta sobre la economía de Indonesia.
Principalmente por el reto que representa prepararse para nuevas variantes del
COVID-19, como el Omicron. Esto debido al limitado sistema sanitario del país y
el rápido ritmo en la aparición de nuevas variantes incrementa la posibilidad
de que se produzcan nuevas crisis de salud pública similares a las del año
anterior. A lo cual se le suma la preocupación de la población por el manejo de
la pandemia por parte del gobierno expresada, por ejemplo, en la participación de
funcionarios en el negocio de las pruebas PCR que llevó a decisiones políticas
costosas. De igual forma, el riesgo de que se reviertan las medidas de
flexibilización de la movilidad de la población y la actividad económica, que durante
la temporada de vacaciones alcanzó la mayor apertura.
Al respecto, la apertura es importante para reducir los
problemas que puede enfrentar el país para lograr un nivel de actividad
económica similar al que tenía antes de la pandemia. De allí que acoger, por
ejemplo, la cumbre del G20 en 2022 representa para Indonesia una oportunidad
para para mostrar su capacidad de control de la pandemia y contribuir a las
agendas internacionales sobre la recuperación del COVID-19, el cambio climático
y la digitalización, a través de un evento mundial de elevada calidad.
Al mismo tiempo, resulta necesario incrementar los
esfuerzos para disminuir la burocracia y avanzar en un marco normativo
proinversiones. Es decir, minimizar la incertidumbre normativa crónica a la que
se enfrentan los inversores y empresarios en Indonesia. En otras palabras,
atender la complejidad de los procedimientos y el endurecimiento de los
requisitos a las inversiones que existen en este país asiático, para facilitar
la llega de inversionistas extranjeros.
* @ajhurtadob