Mérida, Diciembre Lunes 02, 2024, 04:05 pm
Las economías del mundo continúan recuperándose de la pandemia del COVID-19. Y en dicho esfuerzo se combinan recursos para, por un lado, continuar reduciendo el número de personas contagiadas, de fallecidos, y disminuir la presión del sistema de salud en latente riesgo de colapso desde la llegada del nuevo virus. Y, por otro lado, responder a los problemas generados por los desequilibrios macroeconómicos -inflación, pobreza, desigualdad- y los desastres naturales -deslaves, inundaciones, entre otros-. En este sentido, la gestión eficiente de los recursos públicos se convierte en la única vía para alcanzar la recuperación económica y mejorar el nivel de bienestar de la población.
Un país reconocido a nivel mundial como ejemplo en la gestión presupuestaria del sector publico es Malasia. Esta nación asiática, a pesar de enfrentar presiones inflacionarias durante el último trimestre del 2021 debido, entre otras razones, a las limitaciones en la oferta de bienes y servicios, al incremento de los precios del petróleo y el gas, así como por la eliminación de los descuentos temporales en la factura de energía eléctrica -implementados durante la pandemia- cuenta con una serie de iniciativas gubernamentales para continuar apoyando a una amplia gama de sectores de la economía que requieren de recursos para avanzar en su recuperación.
Dentro de estas medidas denominadas, Penjana, Prihatin, Permai y Permekasa, se destaca un gasto de cerca de 90.000 millones de dólares destinados a las microempresas, las pequeñas y medianas empresas, el sector informal de la economía y a los hogares con los ingresos familiares más bajos del país. Estos paquetes de ayuda del gobierno representan alrededor del 43,5% del PIB malasio.
Este esfuerzo presupuestario se sostiene en dos documentos públicos donde se presenta el programa de recuperación económica de Malasia. El primero, 12º Plan de Malasia, un documento que traza la dirección que tomará el país en los próximos cinco años, usando como principales criterios la sostenibilidad y la digitalización de las actividades económicas. Y el segundo, el Presupuesto de Malasia para 2022, un documento convenientemente orientado a atender las necesidades de los más desfavorecidos, los afectados por la pandemia y a reactivar la economía.
En dicho presupuesto se amplía la ayuda a los sectores menos favorecidos de la economía, a partir de pagos únicos a los hogares más pobres y a las familias monoparentales del país, una estrategia para apuntalar la vida de los más afectados por la pandemia y garantizar que el consumo no se vea excesivamente afectado. De igual forma, se incorpora el apoyo al sector privado, ampliando las medidas de aplazamiento de impuestos a las micro, pequeñas y medianas empresas y concediendo deducciones fiscales a las empresas en función de la cantidad de empleos generados. Además, se pretende poner en marcha un mercado voluntario de bonos de carbono, donde participen las empresas públicas y privadas, para financiar proyectos productivos cónsonos con el medioambiente. Para sostener el nivel de gasto público contenido en este presupuesto altamente expansivo, el gobierno malasio aumentó el techo de deuda pública del 60% al 65% del PIB.
La transparencia presupuestaria del Gobierno de Malasia ha permitido apuntalar la recuperación de la economía con resultados positivos desde el punto de vista comercial, expresados en la recuperación de las exportaciones malasias. Además de prometedoras perspectivas de inversión extranjera directa (IED), dada la recuperación de la confianza en Malasia como destino preferido para la inversión en el Este de Asia.
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