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La Mérida de hoy por Giovanni Cegarra

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GIOVANNI CEGARRA


Aquella Mérida señorial, estudiantil, universitaria, turística, de gentío respetuoso, conservador de sus espacios públicos, plazas y parques, sitios históricos, costumbrista tradicionalista, al día de hoy, en lo que va del siglo XXI, no queda nada, por mucho que algunos por ahí, les cueste aceptarlo, comprenderlo, entenderlo, se ha perdido entre quienes, viven y conviven en esta urbe andina venezolana, todo el sentido de pertenencia, perdonen el generalizar.

 

Basta recorrer las calles y avenidas, áreas populares, casco urbano histórico, áreas turístico recreacionales, para ver a la Mérida de hoy, sumida en total anarquía, donde cualquiera hace lo que le viene en gana, vecinos que botan sus desperdicios comerciales residenciales en donde mejor les parece, producto del descontrol en la puntual recolección de ellos; sus servicios básicos públicos deficientes en grado extremo; la inseguridad campea en cualquier lado, vemos a los funcionarios policiales en la calle pero más pendientes de su celular y de otras cosas, que del cumplimiento de sus funciones y paremos de contar, porque nunca terminaríamos el cuento, una realidad que no puede negarse, está ahí, a la vista de todos.  

 

No desconozco la ardua gestión, que adelanta el Alcalde de Mérida, para recuperar la otrora imagen de la ciudad, con su programa “Mérida ciudad de retos”, un esfuerzo y voluntad que se va al traste, por la acción anti ciudadana de algunos habitantes que manchan dicha labor municipal con su inconsciente actitud, que deja mucho que decir, del gentilicio que caracteriza a los andinos venezolanos.

 

En la Mérida de hoy, señor Alcalde y Gobernador del estado, se requiere acciones contundentes, mano dura, aplicar severas sanciones y multas, contra esos que mancillan la imagen fisonómica merideña, que no pueden considerarse habitantes y vecinos, en esta ciudad que otrora fue “la ciudad más limpia de Venezuela”, “ciudad señorial turística estudiantil universitaria por excelencia”, que aún puede volver serlo, dirían los de antaño “es cuestión de saber hacer las cosas, castigar duro a quien daño hace” y punto.  





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