Mérida, Junio Viernes 09, 2023, 11:50 pm
El cambio climático mundial nos ha generado una temporada de lluvias de largo alcance, de muchos días y muchas semanas. Es así como hemos tenido lluvias en todos los meses transcurridos y los días secos han sido contados, por lo que tampoco hemos estado en momentos de intenso calor, ni siquiera en la semana santa.
La frescura en Santa Cruz de Mora y Tovar ha dejado sin efecto los tradicionales paseos por la villa de Bailadores, en busca de mejor clima (o temperamento, como se solía decir) porque el buen clima lo tenemos en nuestras propias casas.
Hace nueve meses asistimos a la gran tragedia de Tovar, con los graves daños en El Corozo, en las vías para Zea, Santa Cruz de Mora y San Francisco, con el lamentable y trágico saldo de veintiocho personas fallecidas. Durante aquellos aciagos días, de intento dolor, hubo numerosas manifestaciones de solidaridad y apoyo, lo cual, en mucho, alivió las penas.
No obstante, a la fecha, aún hay familias completas que están esperando las soluciones definitivas a la pérdida de sus inmuebles. Es un asunto que debe ser atendido con prontitud para que no lleguemos a diciembre en medio de un drama del cual no son culpables las víctimas.
En esta semana nuevamente hemos presenciado precipitaciones, con las consabidas amenazas de quebradas, callejones que dejaban correr las aguas hasta el rio, laderas deforestadas y material dejado por las lluvias de agosto pasado, todo lo cual vuelve a activarse con la presencia de las aguas venidas de la atmósfera.
En asunto viene a resultar una materia importante para los investigadores y cientistas, porque las soluciones deben ser señaladas a tiempo y con el rigor de las investigaciones profesionales, para dejar de lado las improvisaciones de costumbre. No podemos gastar recursos sin tener una claridad en los hechos y sin haber atendido con suficiencia los residuos dejados por el temporal del lunes veintitrés de agosto.
Contamos con un recurso humano profesional de alto nivel en la Universidad de Los Andes. Es tiempo para que ya se hayan celebrado jornadas especializadas con las alcaldías, ministerios y gobernación. No hubo un informe preciso sobre la tragedia del año pasado y tampoco se han atendido con suficiencia el traslado de material de arrastre presente en todos los callejones.
Menos se han iniciado jornadas de reforestación, a modo tradicional y con los escalonamientos en los cerros para plantar especies resistentes. De la misma manera, se requieren campañas de educación ambiental, en procura de que las familias no sigan horadando los cerros para quitarles metros y ampliar sus viviendas, de que todos entendamos el problema y para que hagamos realidad la corresponsabilidad ciudadana.
El tema de las lluvias no es solo asunto de gobiernos, nacional, estadal y municipal, sino también de nuestra ilustre universidad y todos los habitantes de este querido valle del Mocotíes, tan rico y hermoso, pero también tan sometido a los vaivenes de la naturaleza.
Hoy, luego de la festividad católica anual de ayer, sigamos implorando a San Isidro Labrador que nos quite el agua y ponga el sol, como dice la tradición, y que todos, gobiernos y gobernados, seamos capaces de cuidar la casa común que es nuestro planeta.