Mérida, Enero Viernes 27, 2023, 09:28 am
La consolidación del ciberespacio como espacio de
competencia estratégica ha incentivado a los países asiáticos al
aprovechamiento de todas las ventajas que brindan las nuevas tecnologías de la
información y la comunicación (TIC). En la actualidad, la región se encuentra
reforzando su infraestructura de telecomunicaciones, mejorando la conexión de
Internet —para alcanzar mayor velocidad y mínima latencia—, e
instrumentalizando políticas para una
mejor gestión del impacto de las TIC en la sociedad.
En este último aspecto, la prioridad es asegurar las
redes gubernamentales y las infraestructuras de información empresarial. Así,
el liderazgo, la gestión cuidadosa y la comunicación prudente entre gobierno y
empresarios pretende minimizar los riesgos de intromisión de agentes externos
con capacidad de cometer delitos en un entorno digital. De esta forma, a la par
que se avanza en la conectividad de los países se busca reducir la
vulnerabilidad de la región a los ciberdelitos.
Teniendo en cuenta esta vulnerabilidad, un reto de los
países de la región es complementar las medidas existentes para proteger los
intereses nacionales en el ciberespacio. Aunque países como Japón, Corea del
Sur, China, Indonesia, Filipinas, entre otros, participan en varios espacios
multilaterales sobre ciberseguridad, no tienen como prioridad asegurar el
ciberespacio dentro de sus esfuerzos nacionales. Por ende, la controversia
comercial China-Estados Unidos, la pandemia del nuevo coronavirus (COVID-19),
la invasión de Rusia a Ucrania y los nuevos espacios de disputa geopolítica,
han generado la necesidad de considerar la ciberdiplomacia como una herramienta
para gestionar operaciones cibernéticas hostiles y políticamente motivadas.
La ciberdiplomacia constituye el uso de recursos
diplomáticos, así como el desempeño de funciones diplomáticas, para asegurar
los intereses nacionales con respecto al ciberespacio. Se trata de una
herramienta esencial para que los Estados con menos capacidad proyecten un soft
power, moldeando las preferencias de política exterior de otros Estados a
través de la cultura, los valores y las políticas en lugar de la fuerza o las
sanciones. Y dado que el uso de las TIC para moldear las preferencias de los
Estados se ha convertido en una práctica común en la actualidad, la
ciberdiplomacia es útil para los Estados en un entorno geopolítico competitivo.
En tal sentido, los países asiáticos son conscientes de
esto y de la necesidad de reforzar su ciberdiplomacia. Y para lograrlo avanzan
en tres iniciativas: 1) la incorporación de actividades diplomáticas en la
estrategia cibernética de cada país, participando activamente en los
compromisos regionales y mundiales en materia de ciberseguridad, y avanzando en
marcos jurídicos nacionales que validen las actividades diplomáticas en el
ciberespacio; como responsabilidad de los Estados con posiciones claras en la
interacción cibernética con otros Estados. 2) La promoción de cibernormas a las
actividades que realizan los hogares, las empresas y los gobiernos en la
Internet, tomando como referencias las normas de la ONU para un comportamiento
responsable en el ciberespacio — importante iniciativa mundial para mitigar las
amenazas y los conflictos cibernéticos—. Y 3) el mantenimiento de la
cooperación internacional debido a que las operaciones cibernéticas no están
limitadas por las fronteras geográficas; la cooperación es necesaria para
gestionar amenazas cada vez más complejas, espacio común para reforzar la
creación de capacidades cibernéticas al conectar las necesidades, los recursos,
la experiencia y los conocimientos prácticos de la comunidad mundial.
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