Mérida, Febrero Lunes 17, 2025, 05:29 pm
En
ocasiones, no puedo sino paralizarme al ver el infinito derroche de energía que
grandes conglomerados invierten para defender las causas más fútiles, en una
suerte de desperdicio entusiasta del tiempo que tenemos de vida. El norte
pareciera ser: Minimizar la posibilidad de pasarla bien y sanos mientras
estemos vivos, lo cual suele estar atado a cierta épica de la intrascendencia.
La necesidad de dejar pequeñas huellas, aunque las mismas no tengan mucho
sentido, van de la mano con lo humano y un tufillo a autodestrucción mueve
ciertas reivindicaciones. En defender esas causas pareciera que se le va la
vida a un montón de gente.
Causas
ganadas y contemporaneidad
Quizá
lo más interesante de las causas sociales de la contemporaneidad es la
facilidad con la cual se ganan. Son metas aparentemente ínfimas que intentan
modificaciones sociales de trascendencia dudosa. En la inmensa complejidad de lo
humano, el tratar de luchar por la conquista de los derechos de algunos grupos
pareciera que más que un logro o grupo de logros son distractores. Ante los
grandes problemas endémicos de la civilización, la humanidad parece mirar a
otra parte. Lo muy malo de la civilización se tiende a camuflar en los
discursos de las quejas cotidianas. Es como si se hubiese claudicado por
interesarse en lo importante para terminar por banalizar las cosas que por más
esfuerzo se haga en ocultarlas, están presentes y son de difícil resolución. Es
mejor el camino de la épica fácil, lo cual pareciera ser el grito batallador de
la escaramuza.
Causas
perdidas e historia
Por el
contrario, las grandes causas aparentemente perdidas parecieran haberse esfumado.
Casi nadie plantea posiciones serias y concretas para acabar con los grandes
problemas de lo humano, como la pobreza, el hambre y la violencia, lo cual va
de la mano o tiene como consecuencia un montón de males, incluyendo las
migraciones contemporáneas. Muy por el contrario, lo verdaderamente importante,
que es motivo de sufrimiento para millones desaparece por la necesidad
occidental de defender pequeñas causas, diminutos cambios, algunos estéticos,
que cuando no apuntan a la moda, a lo sumo llegan a tratar asuntos que tienen
que ver con las formas.
Paradojas
perfectas
Mientras
se lucha por pequeños derechos, casi asuntos que tienen que ver con la pasarela
y los entretelones, grandes problemas están al acecho. Mientras por un lado hay
toda una alaraca relacionada con las nuevas potenciales fuentes de energía, por
otra parte, la humanidad ha llegado el punto en el cual está utilizando más
combustibles fósiles que nunca. La producción diaria de barriles de petróleo ha
alcanzado niveles muy altos, los cuales son necesarios para que los grandes conglomerados
humanos se mantengan activos. Salvo países que están muy a la vanguardia y son
minoría, temas como las energías saludables, el reciclaje y el compromiso de
proteger al medio ambiente quedan solo como saludos a la bandera.
Las
mil y una noches con sus días
La
épica de la intrascendencia y del logro con el mínimo esfuerzo se fue
perfilando desde el siglo pasado y se estableció como modelo en buena parte de
occidente en la contemporaneidad. El problema es que por más que se refuerce lo
banal, el talento humano siempre va a ser requerido, incluso y a pesar de
quienes han apostado a la tecnología como instrumento para restar fuerza al
potencial intelectual humano. Lo más probables es que durante un tiempo veamos
las estrelladas más insólitas. Lo interesante es que estamos advertidos y
apostar en la educación sigue siendo el único camino para alcanzar los sueños
que las personas cultivamos día a día, con sus noches.
@perezlopresti