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“Las conclusiones sinodales: un nuevo pentecostés” por Padre Edduar Molina Escalona

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Padre Edduar Molina Escalona


El Sínodo de la Sinodalidad afronta el cierre de la fase diocesana con la recopilación de todas las sugerencias lanzadas por nuestras parroquias, grupos, movimientos, sectores de la vida pública, cultural y educativa, así como los llamados por el Papa Francisco, “el mundo de los alejados”.

 

En nuestra Arquidiócesis los laicos presentaron sus inquietudes a través de momentos privilegiados de reflexión, grupos de dialogo y debate, momentos de oración, asambleas parroquiales y encuestas online; sin dejar de mencionar la visita a los hogares para ser encuestados puerta a puerta; todo esto en medio de realidades adversas presentes en nuestras comunidades por las distancias geográficas y ausencia de medios para desplazarse, lo que no amilanó el entusiasmo para hacer camino sinodal de hermanos que buscan caminar alegres en la fe.

 

El pasado domingo 29 de mayo, participaron un total de 145 laicos comprometidos que representaron cada una de las 7 zonas pastorales de nuestra Arquidiócesis, presentando las conclusiones de cada parroquia para llegar así a la síntesis como aporte de nuestra Iglesia merideña para el sínodo de la sinodalidad.

 

Lo primero que surge es la apremiante tarea de renovación de estructuras con olor a caduco; en muchos espacios eclesiales pareciera que todo está muerto por la falta de iniciativa pastoral, así como los círculos cerrados de poder y de escasa participación, la vieja forma de vivir un cristianismo cómodo de capilla, sin mirar alrededor como buenos samaritanos, nos lanza el enorme reto de asumir más en serio el papel de bautizados, es la hora de escuchar el Espíritu que nos llama a revalorizar la variedad de la Iglesia en sus dones y carismas, como la del poliedro con caras y realidades distintas, pero sin dejar de buscar la unidad en medio esa diversidad.

 

Dentro de las conclusiones más importantes sugieren nuestros laicos la creación, consolidación y acompañamiento de los consejos pastorales, como verdaderas instancias de participación y comunión.

 

Otra de las más relevantes sugerencias de los bautizados es la necesidad de formación en la Iglesia, ante un mundo desafiante nos urge dar razón de nuestra fe, con católicos formados sólidamente, mediante una catequesis permanente, de modo especial en los adultos.

 

El combate contra el clericalismo, que paraliza la misión, debe ir afrontándose con delegar responsabilidades importantes en los laicos, de modo especial en las mujeres, así como brindar espacios para la comunión de hermanos, dando respuestas a realidades como la situación país, con iniciativas como la pastoral del emprendimiento, que capacita a nuestra gente para desarrollar una nueva economía familiar que les permita vivir con dignidad. Entre otros tantos desafíos que requieren discernimiento y escucha atenta a la voz del Espíritu.

 

En cada época, el Espíritu da vuelta a nuestros esquemas y nos abre a su novedad; siempre enseña a la Iglesia la necesidad vital de salir, la exigencia fisiológica de anunciar, de no quedarse encerrada en sí misma, apuntaba el Papa sobre una brisa fresca que exige, hoy más que nunca, escucha, apertura de miras y un caminar juntos sin que nadie se quede fuera, por exceso, o por defecto. Y, sobre todo, en una andadura sinodal libre de prejuicios, apellidos, añadidos y aditivos.

 

Y tal como lo apunta el prestigioso teólogo venezolano, Rafael Luciani, se trata de un reaprender a caminar juntos en el siglo XXI, incluyendo y nunca excluyendo, bajo un modelo de evangelización inspirado en la práctica habitual de la consulta, la escucha y el discernimiento. Nuevos aires corren de libertad en los que se ha perdido el miedo en muchas personas, comunidades e instituciones, y se comienza a hablar con gran libertad y profecía; se trata de descubrir lo que el Espíritu nos está diciendo por muchas vías, por lo que censurar o rechazar a alguien sería obstaculizar la voz del Espíritu que es libre de hablar y actuar por donde quiera, y no por donde le digamos.

 

Mérida, 12 de junio de 2022





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