Mérida, Junio Lunes 05, 2023, 02:39 am
La desigualdad de género y la infrautilización del
trabajo de las mujeres sigue siendo un problema importante en la sociedad mundial
y Japón no escapa de esta tendencia. En este orden, en las proyecciones del
Gobierno japonés se estima que cerrar la brecha laboral en el país implica
sumar 5,8 millones de empleados a la fuerza de trabajo japonesa -con lo cual se
elevaría el producto interno bruto en 10%-, pero esto exige un esfuerzo económico
importante para ampliar en dicha proporción el mercado laboral.
Esto implica promover la formación técnica y profesional
de las mujeres, incentivar el liderazgo femenino, crear condiciones para el
trabajo, estimular una mayor participación de las mujeres en puestos
directivos, impulsar la representación femenina en las instituciones públicas,
entre otras. De esta manera, cerrar la brecha de género en la economía japonesa
ha conllevado a un esfuerzo de mediano y largo plazo donde destaca el enfoque womenomics del ex primer ministro
japonés Shinzo Abe. Bajo este enfoque se intentó potenciar de diversas maneras el
crecimiento económico-profesional de las mujeres, iniciando con el desarrollo
del liderazgo femenino a través de la Ley de promoción de la participación y el
avance de las mujeres en el lugar de trabajo, que entró en vigencia en 2016. Este
instrumento jurídico obliga a los organismos públicos y a las empresas privadas
con más de 300 empleados a crear planes de acción para el desarrollo del liderazgo
de las mujeres y a divulgar públicamente estos planes, junto a sus progresos,
para garantizar la mayor transparencia posible en esta práctica.
Múltiples aspectos estructurales, socioculturales y
geopolíticos incidieron para que esta política no se consolidará ni logrará su
objetivo: las mujeres ocuparían el 30% de los puestos directivos de organismos
públicos y empresas privadas en 2020. Algunos de estos aspectos fueron la falta
de guarderías, la infrautilización del permiso de paternidad, el trabajo
intensivo en las organizaciones japonesas y el exceso de horas laborales, las
dificultades para garantizar el resguardo y la protección a la maternidad de
las trabajadoras, la carga presupuestaria de la pandemia del nuevo coronavirus,
además de la práctica empresarial generalizada de no contratar ni promocionar a
las mujeres en puestos directivos.
Situación que ha generado preocupación por el ámbito de
la identidad de líder y los valores de liderazgo de las mujeres en Japón. Desde
la perspectiva sociológica, la identidad de líder –es decir, la medida en que
un individuo se auto identifica como líder- se considera fluida y se construye
dentro del contexto social. Dado que las mujeres nos adaptamos constantemente a
la identidad social de grupo, experimentar el liderazgo de otras mujeres nos
hace más propensas a vernos como líderes potenciales.
Pero la limitada exposición a las redes de liderazgo
femenino, a los modelos femeninos y las escasas oportunidades de adquirir
experiencia mediante tareas de liderazgo, dificultan aún más la construcción de
liderazgo de las mujeres japonesas. En otras palabras, sin oportunidades para
desarrollar su identidad de líder y sus valores, es difícil que las mujeres se
motiven para avanzar en su carrera. En comparación con sus homólogos
masculinos, las mujeres japonesas se muestran menos motivadas a la hora de
buscar tareas de liderazgo cuando se les plantean dichas oportunidades, lo que
amplía la brecha de género. La sociedad japonesa tiene el reto de avanzar en
condiciones para que las mujeres construyan su capital de liderazgo.
* @zerpasad