Mérida, Mayo Domingo 28, 2023, 11:23 pm
La geopolítica petrolera está asociada, íntimamente,
a la percepción del pico petrolero o Teoría del pico de Hubbert, por las
grandes potencias, que abarca el conocimiento de los límites geológicos de este
recurso finito. Rusia es tercer
productor mundial, detrás de EEUU y Arabia Saudita, con promedio anual, (según
EIA, por sus siglas en ingles) de unos 9,9 mbpd, cerca más de un 50 porciento va
a la CE; un 39 porciento a China e India, un one porciento. No obstante, pese a
las sanciones occidentales las exportaciones de petróleo y gas rusos se han
disparado.
No solo Rusia es uno de los mayores exportadores de
gas y petróleo a escala mundial, sino que por su territorio transitan las
exportaciones de hudrocarburos provenientes de Turkmenistán y Kazajistán. Pero,
se estima que a causa del conflicto bélico, y, además, por las sanciones, las
exportaciones directas de estas naciones disminuirán su dependencia. Ambas naciones
se transformaron en regiones impulsadas por inersores foráneos. Ínterin, una
actitud prudente y tentativa caracteriza a las inversiones extranjeras en
Rusia. Sinembargo, las petroleras rusas; especialmente, Lukoil, adelantan
estrategias comerciales agresivas en su “frontera contigua”, una de las razones
de reducción de exactitudes locales.
En efecto, Rusia y sus empresas estatales invierten sumas cuantiosas de USD en petróleo, armas y
geopolítica por convertirnos en su sliado
estratégico; si el régimen chavista llegase a caer, Moscú tendría mucho qué
perder. Así, Venezuela se aisla cada vez más por presiones internacionales, y
sus relaciones atípicas con Rusia, cuya ofensiva retoma como en tiempos de la
guerra fría.
Durante el pasado, la URSS utilizó las exportaciones
de petróleo y gas para sostener sus intereses nacionales. Tales exportaciones
se veían solo como la mejor manera de captar divisas; actitud que parece estar
cambiando. Y, aparenta, su inquietud por el rol geopolítico que la energía
podría asumir en función de oferta/demanda y precios. De pronto, busca utilizar
su influjo en petróleo y gas a objeto de sostener, estratégicamente, objetivos
de política exterior, ante la pretendida imposición de topes de precio a su
crudo e intentos del G-7 por reducir los ingresos de Rusia, limitándolos a
recibir solo por barril vendido, lo que obligaría a Moscú a optar por
represalias.