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Quincuagésimo aniversario del Vicerrectorado Académico de la ULA por Carlos Guillermo Cárdenas D.

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Carlos Guillermo Cárdenas D.


El quincuagésimo aniversario de la creación del Vicerrectorado Académico de la Universidad de Los Andes es júbilo universitario. Múltiples fueron las gestiones de alto nivel del mundo académico, para que la voluntad magnánima del Congreso Nacional aprobara lo que con anterioridad fue el vicerrectorado de las universidades, ahora en dos el académico y el administrativo, de manera que la Universidad estaría conducidas por cuatro autoridades.

 El primer vicerrector académico fue el profesor cardiólogo doctor Rafael Chuecos Poggioli, de quien el talentoso Asdrúbal Baptista escribió: “Fue una inteligencia superior. Nadie a quien se le dio estar a su lado, para la banal conversa o para el argumento exigente, podía escapar del arrebato que era su mente en ejercicio. De Rafael Chuecos eran siempre los recodos donde moran las razones verdaderas de las cosas. Allí solamente llegaba él. Y era bueno el hábito de esperar que lo hiciera". Él estableció las bases para la estructuración de los programas de postgrado y de investigación en las ciencias de la salud y humanidades, científicas, tecnologías y sociales. Se apoyó a los investigadores en sus proyectos para que estuvieran dirigidos a la aplicación directa en la solución de las más apremiantes necesidades de una sociedad que esperaba de sus universidades lo mejor. 

Le siguieron Julián Aguirre Pe, Alfonso Osuna Ceballos, Carlos Guillermo Cárdenas, Leonel Vivas Jerez, Manuel Hernández Barrios, Humberto Ruiz Calderón, Manuel Dagert y la actual vicerrectora académica Patricia Rosenzweig Levy.

Los vicerrectores sucesivos defendieron y han defendido, todos sin excepción, con pasión y devoción la academia. La hora menguada cuando la academia parecía colocarse de lado, ella ha estado a la vanguardia para cosechar la semilla sembrada en surco fértil.

Difícil ha sido el trayecto de la academia institucional. Un recorrido con caminos no siempre abiertos a la comprensión de la misión que a la universidad le confiere la Ley de Universidades.

La actividad académica institucional es fruto de la confluencia de multiplicidad de factores que dan vida a lo que constituye la esencia del Alma Mater.

Las banderas de la academia deben estar elevadas en lo más alto de la cima de nuestra sierra nevada. Desde allí irradiar la luz a toda la geografía nacional, desde los más recónditos lugares hasta los poblados transformados en bulliciosas ciudades.

La academia comienza a renacer de sus cenizas, como el ave Fénix, con vuelo alto y vientos alisios. Los tiempos van a cambios de timón en la conducción. El desgaste ha horadado las bases de nuestra institución más que bicentenaria en existencia. Una luz tenue se asoma a la ventana de los muros universitarios para anunciarnos nuevos tiempos por llegar. Refundar la Universidad, un clamor.

Con los actos programados por positiva gestión de las profesoras Patricia Rosenzweig Levy y María Teresa Celis, a la sazón vicerrectora y coordinadora académica, elevamos el vicerrectorado a lo más alto del academicismo. Actos que prestigian y resaltan la alicaída vida universitaria. 

Mérida, 12 de julio de 2022




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