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EL PODER DE LOS CIUDADANOS por Luis Loaiza Rincón

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LUIS LOAIZA RINCÓN


La frustración que la política le genera a muchos ciudadanos pudiera explicarse por el amplio desconocimiento que se tiene de los mecanismos fundamentales que mueven esta compleja actividad. Siempre será difícil dominar algo que se enfrenta con una mezcla de curiosidad y desprecio. Fue Platón quien hace más de dos mil quinientos años nos advirtió que "el precio de desentenderse de la política es el de ser gobernados por los peores hombres".

Con frecuencia los ciudadanos esperan que los políticos se comporten contrariando lo que son, asumiendo lógicas distintas a las del poder o adoptando una virtud piadosa y no la de la dura competencia. Por tanto, para enfrentar este problema no queda otra que entender algunas claves de la política y actuar en consecuencia.

 1. En política nadie actúa por altruismo. Hay que tener una gran vocación de servicio, sin duda, pero no existe acción desinteresada. Que otros tengan objetivos y los persigan con insistencia, más bien debe motivarnos a precisar y alcanzar los propios. 

2. La búsqueda de reconocimiento y poder es incesante. Fukuyama llegaría a decir que "una civilización en la que no hubiera nadie que deseara que se le reconociese como mejor que los demás, y que no afirmara, de algún modo, la bondad y sanidad esencial de este deseo, no tendría arte, ni literatura, ni música ni vida intelectual”.

 

3. Los cambios políticos no llegan por generación espontánea. Hay que buscarlos afanosamente y para ello se requiere organización y planificación. De manera que actuar aislada y desarticuladamente no tiene efectos políticos significativos. Debe entenderse, por tanto, la importancia de la organización ciudadana y de los movimientos sociales.

4. El ciudadano en solitario siempre lleva las de perder frente a los políticos organizados. Ante el ciudadano idealista y ante la exaltación de una muy particular e ineficaz concepción de la sociedad civil, los políticos actuarán con cálculo, pragmatismo y sentido de la realidad consolidando sus propias organizaciones. Sin organización social ni participación política, la masa seguirá siendo amorfa y obediente. 

5. Para que las mayoritarias clases gobernadas dejen de ser conducidas por la minoría con poder, deben superar conscientemente su división, desarticulación, dispersión, desunión y frivolidad todo lo cual requiere una educación forjadora de responsabilidad, tanto individual como colectiva, así como sentido de la libertad. Una ciudadanía entretenida en lo superfluo, jamás irá más allá de la queja y del chiste que hace de eso.

6. Quienes defienden que las masas son políticamente incapaces, y que necesariamente requieren conducción, nunca facilitarán su desarrollo cultural. Por eso tiene que revalorizarse el papel de la educación cívica, del voto para decidir cuestiones políticas fundamentales, destacar la importancia del bien común, el desarrollo individual de la responsabilidad social y personal, la voluntad general y la democracia como "el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo", tal como la definiera Abraham Lincoln.

7. Hay que tener muy presente que la política no está dominada por un solo centro de poder, que el gobierno no es exclusivo de ningún grupo y que la política es el resultado de las presiones y los cambios en el equilibrio de la influencia social. De manera que si el ciudadano no se lo propone, jamás incidirá en nada.

 Finalmente hay que reiterar la importancia de tener objetivos y trabajar duramente para alcanzarlos; trabajar con organización y planificación; entender que la competencia y la búsqueda del éxito son consustanciales al ser humano; que competir con los políticos profesionales implica abandonar la improvisación y la ingenuidad; que hay que asumir la formación política como un asunto clave y que de entrada se debe desconfiar de quiénes proponen abandonar la ruta del voto, la participación política y el activismo. También hay que desconfiar, y mucho, de quiénes después de defender por años la abstencion, se presentan de la noche a la mañana como candidatos, como si nada hubiera pasado.





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