Mérida, Junio Sábado 10, 2023, 06:13 pm
Considerar que la ideología es una variable operativa
dependiente en la bipolaridad entre Estados Unidos y China puede no representar
un análisis adecuado sobre la orientación de la política bilateral con efectos
globales. Si bien es cierto que la doctrina ideológica personalizada se
establece de acuerdo a las necesidades que se pretenden satisfacer en los
Estados, la realidad de vinculación entre ambos países manifiesta: 1) la unión
de la política interna balanceada con la crisis de liderazgo, y 2) la configuración
y transición en el poder definido como propiedad de su propia posición en la
estabilidad y la interdependencia económica.
Para Estados Unidos y China, reflejar posiciones ideológicas
sobre la ausencia de apoyo internacional de preferencias particulares va en
contra de las perspectivas que son compartidas a nivel global por ambos países.
La relación bilateral Estados Unidos - China no muestra una composición y
orientación de la política liberal global posterior a 1991. En el siglo XXI, dicha
orientación no es dominante porque a nivel internacional la personalización de
la política —a pesar de las claras orientaciones entre ambos países— no es
forzada efectivamente de manera militar o económica.
Ciertamente existe una confrontación, pero esta no se
basa en las preferencias de los Estados individuales. En su lugar, el criterio
de decisión Estados Unidos – China ocurre en el contexto económico, social,
político y cultural, que obliga a la compensación híbrida que suma fenómenos
sociales como migrantes, empresas transnacionales con socios de ambas
nacionalidades, capitales e inversiones en ambas direcciones apoyadas en la alta
conectividad digital y el comercio electrónico. Todo esto ha llevado a Estados
Unidos y China a un tenue nivel de estabilidad internacional ya que, amparados
en la difusión del poder e interdependencia política y económica, cada vez son
mayores los aspectos que involucran y atan la relación a la armonía y la reciprocidad.
Es más, al recordar condicionantes como la reunificación
de China, el desarrollo de la tecnología 5G, el acelerado avance de China hacía
la negociación de swaps con países relevantes en el sistema financiero
internacional y países en desarrollo, el rol de China como principal acreedor
de deuda estadounidense, en contraste con la exigencia por parte de Estados
Unidos hacia China del desarrollo no forzado de la transferencia tecnológica, una
clara política cambiaria, junto al trato igualitario para las empresas
tecnológicas en ambos espacios geográficos, dan lugar a criterios valorativos de
armonía y reciprocidad que concluyen en: existe un ejercicio de bilateralismo
preponderante entre Estados Unidos y China. Este se basa en preferencias que
sesgan la decisión hacia espacios de certidumbre del equilibrio de poder obligado
por la amplia difusión de entropía del mismo.
Es lógico que, con dicha afirmación, se abra un amplio
espacio para la interpretación desde cualquier posición y realidad calificada
como ideológica, que a nivel global busque establecer incertidumbre de la gestión
del conflicto. Pero, cuando existen decisiones políticas que en ambos Estados
solo manifiestan la naturaleza de los lideres o del estado de cosas —como las
empresas transnacionales de interés públicos o el comercio entre libertades y
condiciones—, la cooperación entre ambos Estados se distingue ampliamente de la
armonía y la reciprocidad. Esto debido a que dicha armonía implica para Estados
Unidos y China un gran compromiso de planificación y negociación, donde la
personalización política es sencillamente un modelo político nacional; pero que
globalmente se desdibuja frente a la influencia mutua del poder estratégico de
resultados alcanzados y realizables en el bilateralismo preponderante entre
ambos países.
* @zerpasad