Mérida, Junio Viernes 09, 2023, 11:14 pm
En algunos países, los partidos políticos en lugar de
convertirse en herramientas fundamentales de profundización democrática,
constituyen su principal obstáculo, aunque en su naturaleza persista la
vocación de organizar la política, fundar identidades ideológicas y representar
los diferentes intereses sociales. Está claro que la acumulación de poder
atrofia la voluntad democrática y pervierte institucionalmente unos medios que
terminan convertidos en fines.
En democracia, generalmente, las relaciones entre los
partidos son de cooperación o de conflicto agonal, no existencial. La vigencia y
éxito de un partido no implica el aniquilamiento del otro. En situaciones de
conflicto agonal, si bien se aspira a
superar o vencer al oponente, no se pretende eliminarlo ni suprimir el
conflicto, sino resolverlo. Esto implica reglas del juego aceptadas por todos,
porque no hay enemigos sino adversarios. Allí donde existan relaciones mixtas,
de cooperación y conflicto, comúnmente se realizan “transacciones”, es decir, negociaciones
y regateos, en los que los
actores buscan sacar el “mejor provecho político”. Valga destacar que las relaciones
de conflicto existencial se expresan en situaciones de guerra civil latente o
manifiesta.
El sistema de partidos, por tanto, constituye una realidad
dinámica y su “fisonomía” depende en gran medida del carácter de las relaciones
que, en un momento histórico determinado, se establezcan entre los actores
político partidistas. De manera que en las relaciones entre los partidos también
cuenta la madurez del liderazgo y su capacidad de encontrar soluciones, sin
llegar a la guerra civil.