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Valores socialcristianos por Edgar Márquez

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Valores socialcristianos por Edgar Márquez


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En la semana anterior tuvimos la oportunidad de leer la grata noticia del conferimiento del Doctorado Honoris Causa, por la Universidad del Zulia, a los distinguidos venezolanos Oswaldo Alvarez Paz y Román J. Duque Corredor, nativos de  Maracaibo y Mérida respectivamente.

Grata noticia porque se trata de dos personas de mi conocimiento y trato, porque ambos son personajes de la vida pública, porque han dado aportes a la civilidad y a la academia, y porque con ellos comparto el mismo credo humanista y cristiano. No solo en cuanto a lo político, sino, especialmente, en la vida y en nuestro quehacer diario.

Alvarez Paz es un zuliano que ha descollado en la política nacional como parlamentario y presidente de la cámara baja, dirigente fundamental del partido socialcristiano, gobernador del primer estado en riqueza y población, como candidato presidencial y como conferencista invitado por universidades e instituciones del mundo.

Duque Corredor es uno de los primeros jurisconsultos venezolanos, con labores académicas en numerosos países, obra publicada (y vendida) con grandes aportes  a la ciencia jurídica, conferencista, asesor de instituciones y empresas, presidente  de academia nacional de ciencias políticas y sociales, eje de la Fundación Alberto Adriani y líder del Bloque Constitucional.

Los  dos son de pensamiento y militancia socialcristiana, por lo que el elogio viene al caso con sobradas razones.  En medio  del disminuido prestigio de la militancia política de hoy, ambos  se han visto como personalidades al margen de los cuestionamientos políticos y/o sociales, y son, más bien, señalados como personas honorables y en disposición de servicio a la patria.

Es necesario poner en relieve esta particularidad, porque hoy las mayorías venezolanas, según las encuestas, desconfían  de los políticos, de ambos lados, y se muestran proclives a no participar  de elecciones donde aparezcan los nombres del  viejo status partidista, lo cual no deja de ser un signo inquietante y hasta peligroso.

Dos valores del socialcristianismo y de la ciencia jurídica. Ampliamente reconocidos y aplaudidos por la concurrencia que repletó el histórico teatro Rafael María Baralt, ubicado en pleno centro  de la cálida capital zuliana. Mirados con afecto y admiración por sus nobles ejecutorias  de servicio al país, por su talento y capacidad, y por sus numerosas muestras de integridad moral.

Esto debo  resaltarlo, especialmente en momentos en que pareciera  que ya no existe un venezolano íntegro y que los principios  morales han sido echados a la basura.  Aún quedan meritorios, sencillos y honestos ciudadanos que destacan en distintas áreas del quehacer y que, las más de las veces, prefieren vivir sin pretensiones  de fama, protagonismo y notoriedad en los medios de comunicación.

Hay mucha gente de la cual, confiadamente, podemos sentirnos orgullosos.

Finalmente,  expreso mi palabra de alegría por los mensajes recibidos  de Ramón Guillermo Aveledo, Iris  de Páez, Marcos Valero, Ciro Dávila y Ramón Sosa Pérez.    





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