Mérida, Junio Viernes 09, 2023, 11:57 pm
La actividad
económica mundial evidencia una desaceleración generalizada. Y en este
escenario, se hacen más latentes los efectos de la pandemia del COVID-19, de la
invasión de Rusia a Ucrania, de los conflictos comerciales más recientes, del
aumento de precios de las materias primas, entre otros hechos que incrementan
la posibilidad de una recesión global. Esto implica avanzar en la pospandemia dentro
de un clima de reducción de la producción de bienes y servicios en los países
del mundo, con su evidente impacto negativo en la creación de empleos,
generación de ingresos y estabilidad de precios.
Y el actual
panorama de desaceleración generalizada de la actividad productiva, alta
inflación y perspectivas de recesión económica global ha llevado a los bancos
centrales del mundo a aumentar las tasas de interés. En especial, el empeño del
Sistema de la Reserva Federal de los Estados Unidos por controlar la inflación
y reducir la incertidumbre sobre la economía global mediante continuas subidas
en las tasas de interés ha provocado la fortaleza subyacente del dólar y el
consiguiente debilitamiento de las monedas de los otros países del mundo.
Esto es debido a
que los mercados financieros responden al riesgo y a la posición gubernamental.
El aumento del riesgo en el mercado global conduce al fenómeno de huir hacia la
seguridad a favor de los activos estadounidenses que se consideran los más
seguro, mientras que una posición gubernamental positiva al aumento de tasas de
interés incrementa el atractivo de tener dólares. Situación que ha originado un
escenario de dólar fuerte y debilitamiento de las demás monedas del mundo, es
decir, el desafío de monedas débiles para la economía mundial.
En el caso
particular de las economías asiáticas, este desafío se evidencia cuando el yen
japonés, el renmimbi chino, el won surcoreano, el ringgit de Malasia, el peso
filipino, el baht tailandés y la rupia india están en mínimos de dos décadas en
relación con el dólar estadounidense. Y aunque esta depreciación generalizada
de las monedas de los países asiáticos pareciera ser buena, porque incentiva
las exportaciones al hacerlas más competitivas, este beneficio es relativo en
la medida que las economías de la región están integradas a cadenas globales y
regionales de valor donde las exportaciones baratas son compensadas por
importaciones más caras.
De igual forma,
otros efectos negativos de la depreciación de las monedas en economías abiertas
como las asiáticas son: 1) incremento en el nivel general de precios, que
aumenta el clima inflacionario actual; 2) fuga de capitales hacia mercados
basados en dólares estadounidenses, con implicaciones negativas en los niveles
de inversión de cada país; 3) incremento de la volatilidad de los tipos de
cambio, con su concerniente efecto sobre las decisiones locales de consumo,
inversión, producción y ahorro; 4) aumento del costo del servicio de la deuda
denominada en divisas; y 5) mayor necesidad de acumular más reservas internacionales
en el futuro.
Y ante este
panorama, los bancos centrales del mundo continuarán endureciendo sus propios
mercados, depreciando sus monedas y vendiendo reservas internacionales. Esta
política monetaria más contractiva reducirá tanto la inversión como el consumo
interno, lo que sugiere que las economías tendrán que avanzar hacia una gestión
innovadora de la demanda agregada, innovando en la medida que los presupuestos
públicos lo permitan. Dos puntos a favor de las economías asiáticas: elevados
niveles de reservas internacionales y múltiples esquemas de cooperación
financiera regional.
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