Mérida, Mayo Domingo 28, 2023, 10:36 pm
La Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela es la expresión de la norma fundamental del país, es
un código de vida de los venezolanos y es la hoja de ruta de la sociedad, en la
búsqueda de la felicidad para todos los habitantes.
Esto puede lucir como una definición
de pregrado en estudios de derecho o ciencias políticas. En efecto, guarda
parecido con textos. No obstante, esa explicación breve y concreta debería ser
la misma (con sus correspondientes detalles inherentes a cada nivel) en
estudios de primaria y bachillerato, a la vez que debe centrar programas en
radio y televisión para fortalecer (o crear) cultura jurídica en las personas.
Entre 1999, cuando se aprobó el texto
constitucional, y el ahora, no se ha avanzado en esa promoción y los
venezolanos solo conocen parcialmente un contenido que muestra más de un
centenar de derechos y que pudo haber servido para acrecentar la civilidad y el
apego a las leyes. Todas las leyes, incluso las que no se mencionan en el texto
constitucional.
Ante el desconocimiento generalizado
del articulado que refundó la República de Venezuela, no se puede exigir que al
ocurrir las violaciones (constantes y continuadas) las personas se muestren
descontentas y protesten la no vigencia de la norma fundamental, que a todos
debe favorecer integralmente.
En el comienzo de la vigencia se
cometieron varios errores graves. Los
venezolanos no fueron suficientemente advertidos e informados por los miembros
de la Asamblea Nacional Constituyente de los contenidos, los medios de
comunicación no tenían ni pequeña idea de cómo informar, los artículos fueron
saliendo sin que todos tuvieran espíritu, propósito y razón, porque no hubo intervenciones que los contuvieran, se
incluyeron artículos que no fueron a debate (y que por tanto no aparecen en el
libro de debates) y cuando se convocó el referendo aprobatorio el proyecto de
Constitución de imprimió en papel barato
(de periódico) sin diseño alguno.
Los opositores al texto fueron más
porque se abstuvieron de ir a votar u opinar, por lo que la aprobación fue muy
precaria. Los ganadores, como suele ocurrir, ni siquiera advirtieron las fallas
y creyeron que el país se iba a someter a las normativas salidas de variadas
fuentes. Se confiaron en la novedad y creyeron que el país estaba detrás, de
manera entusiasta, de aquella producción jurídica, la que todos los
asambleístas firmaron, a la que pocos contribuyeron y menos explicaron.
Con una cifra baja quedó aprobado el
texto constitucional. Para colmo, el día
del referendo llovió intensamente y ocurrió una gran tragedia en el litoral
central.
Más adelante los promotores buscaron
promover una reforma, derrotada en las urnas, y luego impusieron otra. Con ello
mostraron una nula comprensión de cuál país andaban buscando para forjarlo con
una nueva carta magna.
Esta semana, el diluido parlamento
transitorio o interino echó por tierra el gobierno que buscaba restaurar la
democracia frente al llamado régimen usurpador de Nicolás Maduro, lo que permitió
saber que tanto gobiernistas como opositores no tienen en la Constitución su
código de vida o su hoja de ruta. Por eso, se impone la defensa constitucional
si es que aspiramos a vivir en un país serio.
Al cierre.
Culminando diciembre fallecieron dos
figuras mundiales. El futbolista
brasileño Edson Arantes Do Nascimento, conocido como el Rey Pelé. Una gloria
deportiva de amplia admiración y sin reproches.
También el Papa Emérito Joseph Ratzinger, uno de los más egregios
filósofos y teólogos de los últimos siglos.
Valeroso como ninguno, este sacerdote alemán supo enfrentar retos
difíciles y a tiempo renunció a la cátedra de San Pedro.