Mérida, Junio Lunes 05, 2023, 02:40 am
“¡Basta de silencios! ¡Gritad con cien mil leguas! porque,
por haber callado, ¡el mundo está podrido!”
Santa Catalina de Siena
Quienes
visitaron Mérida durante la feria y el asueto de carnaval, ante tanto derroche
publicitario en fiestas y saraos con los reales del pueblo… seguramente
pensaran que el gobernador y el alcalde tienen a Mérida como una tacita de oro.
¿Que son unas estrellas como las del parque Las Heroínas? Aunque sí, pero del
desastre. ¿Que el alcalde está tan entregado a Mérida hasta el punto que en su
pecho lleva la bandera, tal como ocurrió en la cabalgata ferial? Nada más falso
que eso. Lamentablemente esa es la pura verdad. La Mérida que entrañan es de
pura brocha y pintura, de fachada y arcos, de mucha publicidad y poco corazón.
Para querer a Mérida más que maquilladores de tortas y portadas, hay que ser
defensores del Patrimonio Cultural del Estado y constructores de ciudadanía. Mérida merece ser la Metrópolis de los
Andes y no la Acrópolis de Venezuela convertida en cementerio de su Historia.
Pienso,
escribo y digo esto ante el estado de abandono en que se encuentran las
instalaciones de la Biblioteca Febres Cordero, que alberga la colección del
patrimonio documental más importante de Venezuela después de la Biblioteca
Nacional, aunque por algunas de sus rarezas coleccionadas por el Patriarca de
las Letras Merideñas Don Tulio Febres Cordero, en especial la parte
hemerográfica la hacen única e insuperable. Las autoridades no tienen ni la
menor idea del tesoro documental que Mérida heredó gracias a la familia Febres
Cordero y que ellos deben ser los garantes de su conservación, resguardo y
promoción. De su pérdida la historia no los absolverá.
Inaugurada
el 4 de noviembre de 1978, la Biblioteca tiene un origen generacional,
fundamentada en lo recopilado por el hermano de Don Tulio, Antonio Febres
Cordero y por León Febres Cordero Oberto, que luego Don Tulio acrecentó con
paciencia salmantina, buscando en las pulperías, carnicerías y cuanto archivo
pudo consultar para recoger “libros,
folletos, manuscritos, hojas sueltas, fotografías y periódicos”.
De no ser por la acuciosidad de Don Tulio Febres Cordero la
historia de Mérida estaría incompleta. Por él los pueblos del interior pueden
saber de su existencia al menos en un periódico, en una fotografía o en un dato
suelto de su vastísima obra escrita. Tras la muerte de Don Tulio el 3 de junio
de 1938 su hijo Rafael Febres Cordero asumió el resguardo de lo atesorado por
sus antepasados y lo terminó de enriquecer entre 1930 - 1960, para finalmente
donar todo ese legado -que ahora ustedes desprecian- a Mérida bajo “la
expresa condición de que esa biblioteca no salga de Mérida”.
Bien la pudo vender a cualquier Museo del mundo, pero la dejó como
legado para el disfrute de los merideños. Así la conocí y la consulté como Sala
Febres Cordero en el parque La Isla a finales de los 80 y a partir de 1994 como
Biblioteca Febres Cordero en el sitio donde actualmente se encuentra en el
edificio El Fortín frente a la plaza de Bolívar. Me cuento entre sus asiduos
consultantes antes más que ahora y hoy puedo decir que parte de mi formación se
lo debo a la riqueza documental que alberga. Por eso me duele su futuro y
reclamo el vergonzoso presente en que se encuentra.
De
acuerdo a la información publicada por el Lcdo. Samuel Hurtado convertido en
guardián y albacea solitario del patrimonio cultural merideño, recorriendo
calle arriba y calle abajo la ciudad, son cuatro las secciones que integran el
fondo documental de la Biblioteca Febres Cordero, a saber: La sección
bibliográfica compuesta por “3726
empastados y más de 12 682 títulos” con una curiosidad única el L-Anneis Senecae, impreso en Basilea (Suiza)
en 1529. La sección hemerográfica con “3076 títulos y 61.710 ejemplares” con periódicos, revistas y
boletines procedentes de casi todos los estados del país, “algunos caribeños, sudamericanos, europeos (Francia, España, Bélgica,
Holanda) y norteamericanos”. Con la ventaja que casi la mayoría de la
colección está en microfilmes. La sección de manuscritos
conformada “por más de 30 000 piezas,
originales y copias” que van desde la Colonia hasta 1950. Además “esta sección se encuentra clasificada a su
vez en cuatro subsecciones: documentos históricos, compuesta por manuscritos relacionados con Mérida, Coro, Apure,
Barinas, Carabobo, Zulia, Trujillo y Táchira”. Allí “la documentación más antigua son los libros de actas del Cabildo de
Mérida de 1569 sobre mercedes de tierras; el archivo de Tulio Febres
Cordero (1860-1938) y otros personajes de la familia, se compone de las correspondencias (enviadas y recibidas) y los
diversos manuscritos de don Tulio Febres Cordero, Antonio Febres Cordero Oberto
(1763-1853), León Febres Cordero Oberto (1797-1892), Foción Febres Cordero Díaz
Viana (1831-1911), Fabio Febres Cordero Díaz Viana, Bartolomé Febres Cordero
Díaz Viana, Foción Febres Cordero Troconis, Tulio Febres Cordero, Antonio
Febres Cordero Troconis (1872-1947), José Rafael Febres Cordero Carnevali
(1898-1974), Georgina Febres Cordero (1861-1925) y Sofía Febres Cordero Quirós;
el archivo de Julio César Salas y el archivo
de Casa Burguera de Tovar” y la sección
audiovisual, con las fotografías de Mérida, impresas y digitales,
desde finales del XIX hasta mediados del XX. Además de los “carteles, plegables, tarjetas postales, obras pictóricas, libros en
formatos de CD, CDs de música incorporados por cumplimiento de la Ley de
Depósito Legal, y la colección de imagotipos realizados por Tulio Febres
Cordero y José Rafael Febres Cordero Carnevali”.
Ante tamaña riqueza
documental uno se pregunta ¿por qué tanta indiferencia, decidía y desinterés?,
a pesar que el 14 de mayo de 2016 el Instituto de Patrimonio
Cultural de Venezuela (IPC) en reconocimiento al invalorable fondo documental
incluyó la colección en el Registro General del Patrimonio Cultural Venezolano
convirtiéndola en “bien de interés cultural de la nación”. Por ello, no tiene
justificación que llueva más dentro que fuera de la biblioteca, que ahora su
mayor exhibición sean potes por todos lados para recibir el agua del techo,
motivado al vencimiento de la capa asfáltica, que se empezó a sustituir y se
quedó en parada, lo cual conllevó que las colecciones estén a la intemperie y
al acecho por la inclemencia de las lluvias. Una verdadera vergüenza para
Mérida. (ver: https://iamvenezuela.com/2018/11/biblioteca-febres-cordero-de-merida-patrimonio-documental-de-venezuela/)
Las
autoridades vienen de promocionar el derroque de feria, fiestas a todo dar,
mientras el municipio ni la gobernación tienen recursos para paliar la
situación de la Biblioteca Febres Cordero o al
menos terminar de reparar su techo. Así se encuentra también la Casa
Bolivariana de Bailadores devenida en un rancho y la mayoría de Centros
Culturales del Estado. Aunque de manera contradictoria y con bombos y platillos
se anunció que: “la entidad territorial
cuenta con la plaza monumental más ecológica de América” (https://www.vtv.gob.ve/merida-plaza-monumental-ecologica-america/). En lo personal, me parece
fabuloso que la Plaza de Toros tenga lámparas ahorradoras Led y su iluminación
sea “…comparable a los estadios de fútbol y béisbol más
importantes del mundo”, lo que no comparto es que a su vez la Biblioteca Febres Cordero
este en la oscuridad y mientras la Monumental “es la más ecológica” la Biblioteca sea la más contaminada por los
hongos que generan la humedad.
Respetables
autoridades: Mérida espera de ustedes algo más que la feria, que la colección
de la Biblioteca Febres Cordero, uno de los pocos tesoros documentales
que nos enorgullecen cómo merideños y venezolanos, sea puesta a la altura que
se merece. Señor gobernador de qué sirve crear un Centro de Historia de Mérida
y otro auspiciado por el alcalde de campo Elías en Ejido, sino somos capaces de
salvaguardar nuestro patrimonio documental, ¿de qué se van a nutrir esos
Centros o los queremos desnutridos? o ¿de qué van a escribir sus doctos
integrantes, algunos Tulioferarios de ocasión? Ante tan vergonzosa
situación de la biblioteca, sus miembros si de verdad son investigadores y
estudiosos de la merideñidad deberían renunciar o al menos pronunciarse, sigan
el ejemplo del Museo Arqueológico de Mérida que sacó un comunicado (https://www.facebook.com/museoarqueologicoula) que lo dignifica ante el silencio
cómplice de otras tantas instituciones, que prefieren callar por mendigar un
presupuesto o el pago de la nómina. Al igual que las autoridades llevan a
Mérida en sus bolsillos. ¿Dónde quedan los grupos de investigación de la ULA,
cuya fuente principal para ascender ha sido la Biblioteca? Ahora desciendan del
olimpo y dejen ver su protesta plasmada en el papel.
Como
cosa curiosa, el secretario general de gobierno de Mérida es el representante
de la Sociedad Amigos de la Historia en
el Estado, admiro su complacencia para con esta lamentable situación de la
Biblioteca Febres Cordero, con “amigos” así para que enemigos de la historia.
Parafraseando a Bolívar, podemos decir: "Llamarse
representante para no hacer nada es el colmo de la miseria" que dirán
los demás integrantes de la directiva nacional por estar tan bien mal
representados en Mérida. Usted Don Emir Lara tiene la palabra. También la
tienen el señor gobernador y el alcalde de Mérida, demuestren que si tienen con
qué... Mérida se lo merece, no desprecien tanto la Cultura. Recuerden que hoy
son los todopoderosos del Estado y mañana saldrán para con su mirada ver el
piso y no ser capaces de mirar a nadie a los ojos. Vean a su alrededor como
desandan sus antecesores, dando pena ajena. El poder es efímero y la cortedad
es eterna.
A
quienes seguramente ahora me bloquearan en sus celulares por no aceptar
crudezas amargas, gracias. Con la verdad no temo ni ofendo.
La Abadía, febrero 23, 2023