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La Peregrina Inmaculada en el centenario Arquidiocesano por Padre Edduar Molina Escalona

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La Peregrina Inmaculada en el centenario Arquidiocesano por Padre Edduar Molina Escalona


Nuestra Iglesia local merideña está de fiesta. El año jubilar que estamos celebrando nos recuerda aquel 11 de junio de 1923 cuando su Santidad Pío XI la elevó a la categoría de Arquidiócesis. Proviene del griego “archi” cuyo significado es “el primero o el superior”, razón que ocupa un lugar preeminente en la jerarquía eclesiástica. Hoy según la línea pastoral del Papa Francisco una Iglesia que vuelve a sus orígenes y recupera el espíritu de la primera comunidad cristiana, es decir, que vuelve al corazón y redescubre el centro de la fe: “la relación con Jesús y el anuncio de su Evangelio al mundo entero”.

 

El 12 de mayo de 1960 bajo una solemne ceremonia, sobre el terreno que una vez sirvió como base del templo de San José de la Sierra de Mérida, se consagraba el majestuoso templo, hoy Basílica Inmaculada Concepción de Mérida, ceremonia que presidió el primer Cardenal de Venezuela, el entonces Arzobispo Coadjutor de Mérida, José Humberto Quintero, acompañado por el segundo Arzobispo Metropolitano Monseñor Acacio Chacón.

 

Sobre el trono de la sede catedralicia se colocó la imagen de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, advocación mariana con la que se honra su patrocinio desde mediados del siglo XVIII por su primer obispo Fray Juan Ramos de Lora.

 

Nuestro majestuoso templo fue visitado el 28 de enero 1985 por el inolvidable San Juan Pablo II, quien en 1991 le da el título de Basílica Menor de la Inmaculada Concepción de Mérida, reconociendo de este modo el gran patrimonio de fe que a lo largo de toda nuestra historia regional hemos recorrido de la mano de tan especial Madre y Protectora de la Mérida serrana.

 

Con motivo de este año centenario arquidiocesano jubilar (1923-2023), la imagen patronal salió en peregrinación por todas las parroquias de la extensa geografía merideña, todo un verdadero gesto misionero de la Madre que se pone en camino para ir presurosa a llevar esperanza, consuelo y amor misericordioso a sus hijos diseminados por nuestra serranía andina (Lc 1,39-48).

 

La peregrinación mariana centenaria va dejando sus frutos de encuentro, devoción, cercanía, manifestaciones de identidad cultural y religiosidad popular. Como bien lo señala el Papa Francisco “peregrinar es participar de una verdadera experiencia de fraternidad, caravana siempre solidaria para construir la historia… es el compromiso de luchar para que los rezagados de ayer, sean los protagonistas del mañana, y los protagonistas de hoy no se vuelvan los rezagados del mañana”.

Desde el pasado 26 de noviembre se inició el recorrido por las zonas pastorales del Páramo, El Chama, Ejido, pueblos del sur y Mocotíes. Cada parroquia se desbordó en su amor profundo por la Madre de Dios, con sus muestras de una fe que impulsa a continuar construyendo comunidades que tienen como centro a Jesucristo.

 

Desde este sábado 4 de marzo, la zona Metropolitana de Mérida, recibe a nuestra Madre Inmaculada con el fervor mariano y la alegría de sus hijos, para iniciar la última parte del recorrido arquidiocesano por todas las parroquias de la ciudad, comenzando por nuestra parroquia de Santiago de la Punta. Con diversas iniciativas pastorales como vigilias marianas, rosarios iluminados, conciertos, eucaristías, entre otras tantas las parroquias viven su experiencia jubilar de encuentro con la identidad merideña, fieles devotos de la Purísima Concepción.

 

Dios mediante, el sábado 25 de marzo estaremos culminando esta gran peregrinación mariana en la parroquia El Rosario de Mérida, con la presencia del clero de la ciudad y su obispo, junto a todos los grupos de apostolado, colegios, devotos y la gran feligresía merideña; coronando así el camino que nos llevará a la gran fiesta centenaria del 11 de junio de este año, con el compromiso de una Iglesia arquidiocesana que se renueva a la luz del Evangelio de la Vida, y nos convoca a todos a ser y vivir como verdaderos discípulos misioneros del Padre, anunciado la esperanza y la fraternidad de una Mérida que está puesta como luz en lo alto de un monte (Mt 5,14).

 

Mérida, 5 de marzo de 2023





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