Mérida, Marzo Viernes 29, 2024, 01:02 am
28/10/18.
Quien mal anda, mal acaba. El Real Madrid aterrizó en El Clásico buscando una
tabla desde la que tomar impulso se llevó un correctivo durísimo. El Barcelona
fue superior, muy superior, salvo en un tramo corto del segundo acto. El
problema fue en el primero, donde apenas compitió. Fue peor desde la motivación
y el hambre con que saltó al verde hasta la presión que aplicó para recuperar
la pelota, o en el manejo de su posesión. Sin Messi y con Rafinha, el cuadro
azulgrana tuvo el equilibrio que le faltó a su eterno rival, desconocido. El
campeón de Europa apenas muestra signos vitales.
Todas
las derrotas son dolorosas, pero frente al Barça supuran todas las heridas. Lo
lógico es que el club revise la situación de Julen Lopetegui y encuentre pocos
motivos para mantener el proyecto en vigor. Seis derrotas en 14 partidos, a
menos distancia del descenso (seis puntos) que del líder (siete), el descarte
de Vinícius -ni con el primer equipo ni con el filial- o los vaivenes tácticos,
la intevención parece inevitable. Pero es que la imagen del equipo blanco en la
primera parte fue terrible. Ni uno solo de sus futbolistas ofreció buen tono.
Así que el Barça hizo sangre.
Ni la
ausencia de Messi resta productividad a Jordi Alba, que venía de sentenciar al
Inter en Champions. Reventó el Clásico buscando el carril izquierdo, bien
habilitado desde la medular. Todos conocen también el movimiento de Alba, pero
ni Nacho ni Bale lo controlaron, apuró línea de fondo, Suárez hundió a los
centrales y Coutinho anotó a placer. Con cuatro centrocampistas, el Madrid se
perfiló para resistir y sufrió como nunca, sin la pelota. La ventaja reforzó la
convicción azulgrana, que no sólo manejaba bien la pelota sino que la
recuperaba prontísimo. Arthur mezclaba bien con Rakitic y Busquets, todos brillantes,
mientras Rafinha y Coutinho enlazaban con la punta. Brillantes en la gestión de
su mejor juego.
En
este impasse mientras se recupera Leo Messi, Suárez ha asumido el liderazgo del
ataque. En una acción sin mucha gloria, de nuevo por banda izquierda, el
uruguayo persiguió el balón a la espalda de Varane. No lo vio y le trabó en el
tobillo. No lo vio de arranque Sánchez Martínez, que esperó a que la jugada
acabara y recibió el aviso de Hernández Hernández, árbitro de VAR. Revísalo, es
penalti. Pues eso. Suárez completó junto al palo.
A
punto estuvo Courtois de detener la pena máxima, como ante el Levante. Cuando
nada sale bien, nada sale bien. El belga, eso sí, evitó la goleada antes del
descanso con una buena mano de Arthur, en pleno desconcierto madridista. Conste
que si no se consignan jugadas en ataque del Madrid en el primer acto es porque
no las hubo. De relevancia al menos, más allá de una falta en el borde del área
a Bale en la que el árbitro dio ley de la ventaja y anuló precisamente eso, la
ventaja de tirar una falta desde la frontal.Las conversaciones al descanso
versaban sobre el tamaño de la goleada, pero en la caseta se coció una vuelta
de tuerca. Varane, tocado, se quedó en la ducha y entró Lucas para jugar de
carrilero. El Madrid pasó a cerrar con tres -Casemiro al medio, Kroos al eje- y
el equipo echó a volar. Las situaciones de emergencia requieren medidas
desesperadas, y como hiciera hace dos décadas Del Bosque, los blancos ganaron
consistencia y voltearon El Clásico.
Fue
el Madrid quien robó pronto, quien tuvo la pelota y quien la gestionó con
peligro. Descontó pronto además, resolviendo Marcelo un balón suelto tras
colada de Lucas por derecha. El brasileño, Pichichi, lo que delata el estado de
los delanteros blancos. 2-1, partido nuevo. El Barça perdió el mando y pudo
pagarlo con el empate. Una pérdida de Busquets, que ya es noticia, desembocó en
Modric, que ajustó tanto tanto al palo que perdió el tanto. Reaccionó Valverde,
que metió a Semedo, y el partido viró de nuevo. No tanto por el lateral, sino
por el daño que hizo Sergi Roberto como interior. Justo después de que Benzema,
completamente solo, cabeceara un extraordinario servicio de Lucas al limbo,
Suárez se plantó en el área para recibir solo el pase corto de Sergi Roberto y
conectó un testarazo demoledor, con los dos pies en el suelo. El remate de un 9
puro. El tercero volatilizó al Madrid, que recibió un castigo legendario. Otra
manita cruel, porque esta vez ni siquiera intervino Leo Messi. Fue Suárez quien
retrató la exhibición aprovechando un error de Ramos y otro servicio de Sergi
Roberto. Picó suave, elegante, por encima de Courtois. Funcionaron también las
sustituciones de Dembélé y Vidal, que cosieron el quinto, mal defendido por el
bloque blanco. Courtois evitó el sexto con un paradón a Suárez, ya sobre la
hora y con Marcelo lesionado. El Madrid es un fantasma de Halloween.
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