Mérida, Mayo Lunes 29, 2023, 02:35 am
A propósito de los 238 años de la Universidad de Los Andes, me viene el recuerdo lo que replicaba el finado Pedro Nicolás Tablante Garrido, en su diario caminar por las calles de esta urbe andina venezolana, “la que fue ilustre”, que al día de hoy, quizás no dejó de tener razón al decirlo, habida cuenta que la institución registra un considerable bajón académico, que no pueden negar e incidió en el epónimo “ciudad universitaria”, como así se llamaba a Mérida, capital del municipio Libertador del estado homónimo, Región Los Andes de Venezuela.
Vaya tiempos aquellos que tuvimos la oportunidad de vivir y convivir, por los años 60, 70, 80, en la que Mérida era toda una ciudad bulliciosa, entre otros acontecimientos, de correrías y justificadas protestas universitarias, disfrutar y hasta participar de las famosas caravanas estudiantiles que recorrían las calles y avenidas de Mérida, anunciando a la comunidad que habían terminado sus estudios superiores, ya eran profesionales, terminar la juerga en la entonces Plaza de La Burra por el Paseo de La Feria, en Glorias Patrias o la Plaza de Las Méridas del Mundo allá en la Avda. Andrés Bello, notorio día y noche, el bullicio de una población universitaria que dio fuerza a las recordadas residencias estudiantiles que albergaban a jóvenes provenientes de todo el país, etc.etc.
Otrora ciudad universitaria, no cabe duda de ello. Hoy, esa ciudad no tiene vestigio alguno de ello. Infinidad de factores super consabidos, han influido en que Mérida pierda su epónimo, ni señas de la antes, la fuga estudiantil docente que registra la Universidad, hoy en sus 238 años, está a la vista de todos, su nivel académico bajó considerablemente, aparte de que sus autoridades universitarias no han sido renovadas, enquistadas en sus cargos, ante una institución de educación superior, que ha sido golpeada por la crisis socio económica política que se afronta y confronta en el país.
238 años tiene la Universidad de Los Andes, en Mérida, otrora ciudad universitaria, que ojalá algún día, pueda volver a recuperar tal epónimo que la distinguió de las del resto del país, la Universidad supere dificultades, vicisitudes, recupere matrícula docente estudiantil, alcance las metas deseadas, “las esperanzas son las últimas que se pierden”.