Luego de haber tocado fondo los venezolanos en la recesión económica
vivida en el año 2003, Venezuela había experimentado un crecimiento económico
bastante acelerado. Los altos precios del crudo ayudaron a estimular la bonanza
petrolera; pero, el colapso económico devino como resultado de la caída de los
precios del mismo, de la corrupción de PDVSA dirigida por Rafael Ramírez y por
no haber guardado la opulencia de las vacas gordas para los tiempos de las
vacas flacas. Gracias a esos precios, los venezolanos mejoraron sus condiciones
de vida. Los cupos CADIVI se convirtieron en el peor derrape y símbolo de
corrupción tanto del gobierno como de la mayoría de quienes se lucraron. Como
cualquier viernes negro los venezolanos nos despertamos dese sueño de las vacas
gordas, ya que la corrupción y las políticas salvajes del imperio contra
Venezuela hicieron que, de haberlo tenido todo, todo se convirtió en nada y la
nada es hoy la miseria en que nos sumergieron, la miseria humana a la que ha
convertido el capitalismo a la mayoría de los ciudadanos de este país. Donde la
sensibilidad humana no existe, el poco amor por nuestros semejantes se
desmorona por un cartón de huevos. En el país amenaza del imperio no se
consigue nada, todo se lo llevan para otros países, lo inimaginable se lo
llevan para la frontera. Pasamos de la bonanza chavista a la nada del imperio.
Al imperio le interesa el nivel de salvajismo al que hemos llegado, la falta de
sensibilidad humana. Estos son los símbolos más oscuros del capitalismo, son los
caínes buscando hacerse para confundir, engañar y dominar. Explotó la burbuja y
al mismo tiempo hizo una implosión, sin piedad nos arrodilló, nos atacó donde
más le puede doler a un ser humano: en el estómago y el bolsillo. A la
Venezuela de la bonanza se la tragó la corrupción; el discurso barato de
algunos políticos cuyas acciones no corresponden con la de un revolucionario,
nada que envidiarle a un opositor apátrida o a un busetero que entrega su país
poco a poco. El empoderamiento del neoliberalismo de la mente y accionar de los
venezolanos es muy peligroso porque nos estamos destruyendo y hundiendo a
Venezuela. Aunque es la nada es la destrucción de todo. Despertar la
consciencia del ser humano es ver a tu prójimo de manera diferente; es ver su
alma y su sensibilidad; es sentir la unidad con el todo, respirar paz y
tranquilidad; es apreciar la vida propia y ser protagonista de ella; es ver la
magia de la existencia, el milagro de estar vivo; es respetar tu lugar de
origen, de dónde venimos para estar en sintonía con el universo. Aún estamos a
tiempo de dar algo, de empezar a cambiar para ser mejores ciudadanos. Es el
momento, es la hora.