Mérida, Diciembre Domingo 01, 2024, 12:37 pm
La política es un arte, que en ocasiones desafía la lógica y el sentido
común. Si partimos señalando que la lógica y el sentido común no siempre
van de la mano con los fenómenos políticos, el margen de maniobra para
la interpretación de estos asuntos requiere habilidades más amplias para
poder entender lo que ocurre. En general, incluso en los más conspicuos
e inteligentes estudiosos de los fenómenos que atañen a la vida en
sociedad, las interpretaciones que se hacen son desde juicios previos ya
elaborados. En otras palabras, cuando, desde el prejuicio (entendido
como juicio previamente ya establecido sobre algo) se intenta analizar
un asunto, se termina por exponer la visión desde una posición en la
cual el análisis se encuentra limitado y condicionado. De ahí que, en la
mayoría de los casos, lejos de ser “análisis”, vemos la posición propia
de quienes desde su barra apuestan por una postura determinada, que en
muchos casos se parece a la hinchada de un equipo de fútbol, incluso a
la irracional barra brava. Esto lo vemos hasta en las mentes más
elaboradas.
Líneas editoriales
Los medios de
comunicación representan grupos que se van consolidando en relación con
la promoción de cierto tipo de información, que configura una línea
editorial. Toda línea editorial responde a una serie de juicios,
prejuicios e intereses que incluso, en los medios que intentan ser más
objetivos, se tiende a favorecer una postura sobre otra. Algunos medios
tratan de ser mesurados e intentan presentar las dos caras de la moneda,
sin embargo, el espíritu del medio, su trasfondo, obedece a una serie
de objetivos que lo configuran. Con el auge de las redes sociales y su
exponencial poder, los medios de comunicación tal como los conocíamos,
cambiaron en un par de décadas de manera drástica. Hoy en día, lo que
diga una persona que se haya hecho de un gran número de seguidores en
las redes, no sólo moldea la opinión pública, sino que se termina
constituyendo precisamente en la opinión pública. Como todo, al final,
vencerá el principio de realidad. Por mayor capacidad persuasiva que
pueda tener una persona o un grupo, la realidad se impondrá.
Los nuevos medios
Los
nuevos medios, que ya no son tan nuevos, han desplazado las formas
habituales de buscar información. El libro era el camino para acceder a
ciertos conocimientos de manera tradicional. Ya no. Cualquier persona
con una plataforma tecnológica básica es capaz de generar opinión
pública e implantar puntos de vista. La caducidad de las formas
tradicionales de comunicación es cada vez más notable, lo cual nos va a
llevar a extremos de complejidad ante la llegada y convivencia cotidiana
de lo que se ha llamado “inteligencia artificial.” Pareciera que se va
creando la falsa impresión de que la inteligencia ha dejado de ser útil,
lo cual es precisamente un signo de nuestros tiempos y un asunto propio
de la contemporaneidad. Cada vez se necesita de mayor acuciosidad y
espíritu crítico para comprender los alcances de estas tecnologías y
poderlas interpretar y usar de la mejor forma. En un mundo en el cual
hay guerras y epidemias, el artificio de la “inteligencia artificial”
pareciera ser extravagante, pero así es la realidad y si no podemos
cambiarla; entonces el gran desafío para el filósofo del presente, al
igual de quienes le precedieron, es tratar de interpretarla. Cuando era
niño me decían que los “comics” embrutecían. Actualmente escucho que las
redes sociales embrutecen. Pues sí, es verdad, los comics y las redes
embrutecen.
Los besos son húmedos
Por más que se
intente robotizar lo humano, el cuerpo y las emociones siguen siendo las
mismas que las que tenía el hombre de las cavernas. De ahí que, en el
fondo, las maneras como vamos recreando y construyendo la realidad
tienen un sustrato biológico imposible de modificar. Cuando se juega a
la construcción y deconstrucción de las narrativas y los discursos, sólo
se imponen costumbres (cuando no modas) que no modifican para nada la
esencia profunda de lo humano, en la cual la razón siempre va a ser
esclava de las pasiones. De ahí que disciplinas como las humanísticas y
particularmente la filosofía, espacios para pensar, son tablas de
salvación que permiten aclarar el aparente desorden en el cual vivimos e
interactuamos. Si lo vemos con lupa, somos la deriva de una serie de
eventos que nos precedieron y nos colocaron justo en el lugar en donde
nos encontramos. Probablemente falte poco para bestializarnos o tal vez
lo humano se robotice. No lo sabemos. Lo importante es no tratar de ser
pitonisas en tierra de nadie sino anclarse lo suficiente para aportar un
grano de entendimiento a la realidad que nos circunda. Por muchos
intentos que hagamos porque las cosas se amolden a nuestras ideas y
preconcepciones de la vida, la realidad siempre se saldrá con las suyas.
No es malo soñar. Pero es profundamente peligroso no despertarse de un
eterno sueño.
Filósofo, psiquiatra y escritor venezolano.
alirioperezlopresti@gmail.com
@perezlopresti