Me llegó por gentileza del autor el libro Memoria del paraíso. Cuaderno
de notas de un adolescente. Retratos con paisaje (Amazon, 2013), del escritor
madrileño Juan Sevillano. Se trata de un sutil y a la vez descarnado tapiz de
vivencias, sucesos y personajes, que nos retrata con fidelidad (no exenta de
crudeza) toda una época rica en matices. Conmueve la obra al lograr penetrar
con sutileza en los entresijos del alma humana, acercándonos con denodada pausa
a los más apartados rincones de la capital española, en la turbulenta década de
los 50.
Sevillano echa mano del denominado
diarismo, a través del cual logra con certeza enganchar al lector no tan
desprevenido, hasta sumergirlo con prosa diáfana y limpia en el submundo de
hombres y mujeres de a pie, y sin que ello represente la pérdida de la noción
de la realidad, y mucho menos la necesaria universalidad de toda obra
narrativa.
En Memoria del paraíso hallamos textos de lenguaje sencillo, enmarcados
en un contexto suburbial y pueblerino
(textos del costumbrismo se nos dice en la contratapa), que buscan con empeño
desentrañar las raíces de un pasado reciente, pero que se pierde en las
neblinas de circunstancias que signaron con profunda huella la vida de muchas
personas. Si bien las historias son narradas por un niño, quien busca
resguardar la memoria de la inquina del paso del tiempo, las anécdotas y los
sucesos que relata traen consigo hondos mensajes de carácter filosófico
(ontológico y ético), que nos impelen a intentar recomponer (en el ahora como
único remedio para el desvarío) lo que pudo ser y lo que por azares del destino
terminaron siendo quiebre y dolor.
Las bajas pasiones no escapan a la densa madeja de relaciones presentes
en la obra, que azuzan los sentidos hasta el extremo de llevarnos con estupor
por las calles y veredas de nuestra propia infancia. Compinches y relacionados
se nos muestran aquí como una urdimbre de seres ganados a la doblez y la
impostura, para hacer de nosotros testigos de excepción de tiempos duros,
salpicados por la escasez, así como también por la mezcla de sensaciones que
nos llevan a la indagación y al cotejo permanente frente a nuestra propia
realidad.
Sencilla y compleja a la vez resulta la experiencia de la lectura de
Memoria del paraíso de Juan Sevillano. Sus variables se entrecruzan de tal
forma, que nos llevan por instantes a rememorar lo no-vivido, aunque reconocido
en todos los confines como parte de la experiencia humana. Este diario queda
así como testigo de una época sensible, conmovedora, que gana para su autor un
puesto en la literatura de lo sublime y lo desgarrador a la vez.
@GilOtaiza