Mérida, Septiembre Martes 17, 2024, 12:38 am
En diversas publicaciones hemos venido sosteniendo que la Universidad de Los Andes no fue fundada el 29 de marzo de 1785 por el primero Obispo de Mérida Fray Juan Ramos de Lora, sino por la Junta Superior Gubernativa de Mérida, mediante Acta-Decreto del 21 de septiembre de 1810, al iniciarse el proceso emancipador merideño. No vamos a insistir y repetir en esta Crónica los argumentos históricos, historiográficos y documentales que hemos esgrimidos al respecto, lo cual se puede advertir y verificar en varios de nuestros estudios, entre otros: La fecha de fundación de la Universidad de Los Andes: 21 de septiembre de 1810. Reflexiones históricas e historiografía comprometidas (2010); La Fundación de la Universidad de Los Andes. 21 de Septiembre de 1810. Estudio crítico e incómodo pero necesario (2011), Un Siglo de Historia de la Universidad de Los Andes (2011). Preferimos en esta oportunidad dirigir la mirada a otra forma de presentar y justificar la fecha fundacional de 1810, a partir de las actividades que se realizaron en la institución en 1910, 1960, 1985 y 2010 para conmemorar su Centenario, Sesquicentenario y Bicentenarios, respectivamente. Más adelante expondremos por qué la última de esas conmemoraciones la escribimos en plural. Todo ello en base a documentos, escritos de muchos autores y noticias periodísticas que han reconocido que la Universidad de Los Andes fue fundada en 1810 y no en 1785. A lo que se une la reiterada solicitud de amigos y colegas universitarios que desean seguir conociendo sobre el hecho histórico fundacional de la ULA, el que la propia institución sigue negando como tal, a pesar de las investigaciones que la misma ha fomentado económicamente y publicado en diversas oportunidades. Pareciera, entonces que, para algunas autoridades universitarias, la investigación histórica sobre este instituto universitario no tiene el valor científico que se le confiere a las realizadas por otras ciencias.
La celebración del primer Centenario en 1910. Además de conmemorar su incorporación al proceso emancipador venezolano, Mérida celebraría por todo lo alto en 1910 el primer Centenario de su Universidad. En tal sentido, el Rector Ramón Parra Picón dictó el 20 de marzo de ese año un Decreto que disponía los actos y actividades programadas para los días 21 y 22 de septiembre de 1910. Decía esta disposición rectoral que la festividad estaba motivada por el hecho de que la Junta Superior Gubernativa de Mérida había fundado la Real Universidad de San Buenaventura de Mérida de los Caballeros; que tal acontecimiento, verificado en los albores de la República, significó para Mérida y para el país entero un paso de verdadero adelanto, incuestionablemente importante para la causa de nuestra libertad; y que en el adelantamiento político y social de Venezuela, la Universidadha sido desde su fundación un factor de alto progreso, que ha regado hacia todos los confines el polen fecundante de la verdad científica, ilustrando los anales nacionales con los nombres de muchos varones ilustres, que son honra y prez de la Patria intelectual De igual manera, dicho decreto incluyó los nombres de los catedráticos de la Junta, con seis meses de anticipación, quienes se encargarían de disponer lo conveniente para la celebración del Centenario. El 3 de abril tuvo lugar la primera sesión, quedando distribuidos los cargos de la siguiente manera: Pedro Luis Godoy (Presidente), Tulio Febres Cordero (Vicepresidente), Francisco Valeri (Tesorero), Carlos María Zerpa (Secretario) y Horacio Rosales (Subsecretario). Cabe señalar que el catedrático y presbítero José Clemente Mejía no formó parte de esa directiva, a pesar de que había sido incluido en el Decreto en representación de la Facultad de Ciencias Eclesiásticas. Esa disposición rectoral no causó sorpresa alguna en la comunidad universitaria, como tampoco en la sociedad merideña, no existiendo reacción contraria a la decisión del Rector. Llama la atención el hecho de que en el Decreto del Dr. Parra no se hiciera alusión alguna a la relación de la Universidad con el Colegio Seminario de San Buenaventura, toda vez que entre ambos institutos educativos existía una estrecha vinculación desde que la Junta Superior Gubernativa de Mérida había acordado el uso y ampliación de la estructura académica del Seminario colonial para la Universidad republicana que se fundaba, hasta que se redactaran sus propias Constituciones, siguiendo las de la Universidad de Caracas de 1725. A lo largo del siglo XIX esa relación se mantuvo con confrontaciones de cierta trascendencia derivadas del espacio habitacional que compartían, la utilización común de la Biblioteca, la repartición de propiedades ordenada por el Gobierno Nacional en distintos momentos y la intervención de la Iglesia de Mérida en asuntos que eran propios de la institución universitaria.
Hemos comprobado a través de diferentes fuentes documentales que el autor intelectual y promotor de la conmemoración y del decreto del Rector Parra fue el profesor e historiador Tulio Febres Cordero, en razón también de su activa participación en la mencionada Junta de Celebración del Centenario, que comprendió la elaboración del Programa, cursar las invitaciones correspondientes a profesores, estudiantes y egresados, institutos científicos y literarios, a la prensa local y nacional, a autoridades civiles y eclesiásticas del país, y a otras personalidades de la élite merideña. Sin dejar de mencionar que también realizó el diseño de la Medalla del Centenario. Así, la celebración aconteció en razón de que Don Tulio había afirmado en diversas publicaciones, antes y después de 1910, que la Universidad de Mérida había sido fundada por los patriotas merideños en 1810. Sería extenso exponer aquí todas las actividades de dicho programa, lo que exponemos detalladamente en nuestro libro, de pronta publicación, La Celebración del Centenario de la Universidad de Los Andes en 1910. Sólo vamos a referirnos reproducir fragmentos del Discurso de Orden conferido al profesor Gonzalo Picón Febres el 21 de septiembre de 1910, un texto cargado de tono lírico, pero lleno de verdades históricas y realidades que entonces eran indiscutibles. Iniciaba su disertación señalando que la verdadera y limpia gloria de esta Universidad ilustre, matrona de prosapia esclarecida, tenía derecho a ser cantada en este día y por todos los labios ensalzada. En el primer centenario de su advenimiento a la vida de la inteligencia, tocaba a los hijos de la eminente sabia distinguirla, enaltecerla dignamente, coronarla de flores y laureles, bendecirla desde lo más hondo del alma y mostrarla con todas sus virtudes, con todo el esplendor de sus preseas, con la historia de su abnegada vida como brillante ejemplo y con la íntegra luz de su aureola al respecto y admiración de Venezuela Asimismo, indicaba la Universidad fue concebida a la sombra de Dios cerca del templo, la amparó la religión durante su gestión penosa, hasta el feliz momento de nacer: nació con los primeros resplandores de la magna revolución de independencia, y empuñando el omnipotente cetro de la sabiduría, desde entonces no hizo en su retiro, perseverando en la virtud que regenera, sino alumbrar con los divinos y grandes atributos que Dios puso en la copa de luz de su cerebro, a muchos pueblos de la nación venezolana
La conmemoración del Sesquicentenario en 1960. Así continuaron las celebraciones en los años siguientes. Incluso en 1935 la Iglesia y la Universidad realizaron ceremonias conjuntas para recordar los ciento cincuenta años de la creación del Colegio Seminario, pero la confusión de la fundación de la Universidad de Los Andes comenzó a generarse cuando el Arzobispo Acacio Chacón Guerra propuso en 1950 al Rector Eloy Dávila Celis celebrar el 29 de marzo los 165 años de la Universidad de Los Andes, a pesar de lo que había acontecido en 1910 y 1935. A esa falacia histórica se quiso poner remedio cuando el Consejo Académico de la ULA, encabezado por el recién designado Rector por la Junta de Gobierno, Dr. Pedro Rincón Gutiérrez, dispuso mediante Decreto del 17 de septiembre de 1958 que a partir del día 21 de septiembre la institución retomaría la fecha de su creación, dándose inicio a sus actividades anuales de la institución, después del período vacacional. Esta disposición del máximo órgano de gobierno universitario sería utilizada para que la ULA conmemorara el 21 de septiembre de 1960 su Sesquicentenario, como en efecto ocurrió.
Sin embargo, ello no modificó el referido error introducido en 1950, reforzado con dos hechos que debemos resaltar: la colocación de la Estatua del Obispo Fray Juan Ramos de Lora en el patio central del Edifico del Rectorado del escultor español Enrique Pérez Comendador y el Discurso de Orden fue conferido al Sacerdote Jesuita Pedro Pablo Barnola, quien aunque reconociendo la fecha de 1810, pero exaltando también que en 1806 el Rey Carlos IV había otorgado al Colegio Seminario la facultad de conferir grados mayores y menores. Este último hecho, así acontecido, ha sido utilizado por algunos autores para señalar que desde entonces existía la universidad andina, como una prolongación de la Casa de Estudios creada por Ramos de Lora. Ambas cosas son falsedades históricas. La colocación de esa Estatua a las puertas del Aula Magna generaría un simbolismo identitario con la idea de que la Universidad de Los Andes había sido establecida en 1785 por aquel Obispo franciscano, que se respaldaba con la celebración anual, hasta la actualidad, del día de la Universidad cada 29 de marzo. El mandado de 1950 estaba hecho y sería difícil modificar en adelante el hecho fundacional, independientemente de que 23 documentos y más de un centenar de autores locales, nacionales y extranjeros han demostrado que la verdadera fecha es la del 21 de septiembre de 1810. El ejemplo de la disposición Chacón Guerra-Dávila Celis se evidenciará cuando se programe con meses de anticipación la celebración de un falso bicentenario en 1985, nuevamente con la intervención de una autoridad eclesiástica, en esta oportunidad del recién llegado a la ciudad como Obispo Auxiliar, Monseñor Baltazar Enrique Porras Cardozo.
La falsa celebración de un Bicentenario en 1985. Una Resolución del Consejo Universitario de la Universidad de Los Andes de 4 de octubre de 1983 determinó, entre otras cosas: celebrar con la mayor solemnidad el 29 de marzo de 1985, y declarar todo el año de 1985 como año Bicentenario de la Universidad de Los Andes. Ello originó una polémica en el seno de la institución que se ha proyectado en el tiempo sin solución histórica alguna, cual no sea el seguir sosteniendo desde entonces sus autoridades que la ULA fue fundada el 29 de marzo de 1785, cuando el primer Obispo de Mérida, Fray Juan Ramos de Lora, dictara las Constituciones de una Casa de Educación para los jóvenes inclinados a seguir el estado Eclesiástico, en donde se les imprima máximas de Religión, y se les enseñe la lengua latina, e instruya en las materias morales, hasta tanto que se practican las diligencias correspondientes a que se establezca, y se funde el seminario Colegio con todas las formalidades que dispone el Santo Concilio de Trento En realidad, nunca Ramos de Lora pensó en establecer una Universidad en la ciudad serrana, su problema educativo era otro: formar los religiosos que requería su diócesis.
Aunque las intenciones de aquel Obispo eran bien claras, el Consejo Universitario de entonces, mal asesorado históricamente, desconociendo las resoluciones institucionales y celebraciones de 1910 y 1960, y algunas reacciones sobre la decisión de conmemorar un falso bicentenario de la Escuela de Historia y de otros profesores Universitarios, como los doctores Carlos César Rodríguez y Leonel Vivas, con demostrable influencia de la Iglesia Católica de Mérida, siguió adelante con el proyecto de celebración designando al mismo tiempo una amplia Comisión Organizadora de los actos, en la que además de las autoridades y otros funcionarios universitarios participarían representantes de las fuerzas vivas de la ciudad. Llama la atención dos hechos: ningún profesor de la Escuela de Historia de la ULA fue seleccionado para formar parte de dicha comisión y el hecho de que apenas faltaban ocho meses para la elección de las nuevas autoridades de la Universidad para el período 1985-1990, por lo que se advierte que la decisión del 4 de octubre de 1983 era un acto de protagonismo y/o de complacencia con la Iglesia merideña, por lo que correspondería a las mismas decidir al respecto en 1985, como en efecto ocurrió. Ambas cosas, protagonismo y complacencia, estarían presentes en la referida resolución conmemorativa del bicentenario, como veremos más adelante.
Cabe señalar que profesores de la Escuela de Historia solicitaron a la Academia Nacional de la Historia una opinión acerca de la fecha de fundación de la ULA, cuya respuesta fue la siguiente: Es plausible que la respetable Universidad de Los Andescelebre dignamente el bicentenario de la iniciación de los estudios superiores en la ciudad de Mérida, lo que no significa que sea la fundación de la actual Universidad. Con ello esta corporación reconocía de la historia venezolana que la verdadera fecha de fundación era el 21 de septiembre de 1810. Dicho informe fue silenciado, a pesar de que la Universidad recibiera la copia correspondiente antes de la falsa fecha aniversaria. Otro aspecto que refuerza nuestro punto de vista, sobre lo que venimos considerando, es el relacionado con la Memoria y Cuenta que la Universidad de Los Andes remite anualmente al Ministerio de Educación Superior. Uno de los requisitos para tal fin es la incorporación en la misma del Acta de Creación de la Universidad, para lo cual nuestra Alma Mater utiliza el Acta de la Junta Superior Gubernativa de Mérida del 21 de septiembre de 1810. Debemos señalar que en esta falsa celebración estuvieron involucrados los Rectores José Mendoza Angulo y Pedro Rincón Gutiérrez. Recordemos que este último como Presidente del llamado Consejo Académico (Consejo Universitario), había intervenido en aquel Decreto de 1958. Sin embargo, consecuentes con la idea de que en la ULA nada cambia, las autoridades rectorales que siguieron a éstos entre 1990 y 2023 (Néstor López Rodríguez, Miguel Rodríguez Villenave, Felipe Pachano Rivera, Genry Vargas Contreras, Léster Rodríguez Herrera y Mario Bonucci Rossini) continuaron celebrando cada 29 de marzo como el día de la Universidad. Aquella autoridad eclesiástica de Obispo Auxiliar pasó a Arzobispo de la Diócesis de Mérida, y luego Cardenal, no dejaría de insistir erróneamente en la fecha de 1785.
El verdadero Bicentenario de la fundación de 2010. Después de tanta insistencia ante el Rector Mario Bonucci Rossini, éste aceptó, además de la publicación de nuestro libro La Fundación de la Universidad de Los Andes. 21 de Septiembre de 1810. Estudio Crítico e Incómodo, la edición de un afiche conmemorativo y la realización de un acto para celebrar en el Aula Magna el verdadero Bicentenario de la Universidad de Los Andes el 21 de septiembre de 2010, no sin cierta resistencia a esta fecha expuesta en el Prólogo a dicho libro y en las palabras que le correspondió dar para presentar a quien fue escogido como Orador de Orden, el Dr. Ildefonso Leal. Un estudioso de la historia de la Universidad de Los Andes y de las universidades venezolanas por más de cuarenta años, quien entre otras cosas señaló lo siguiente en su Discurso, Dos siglos de historia de la Universidad de Los Andes: Ahora la Universidad de Los Andes congrega para conmemorar en este año 2010 el Bicentenario de su fundación, fecha que debe ser aprovechada no solamente para rescatar y divulgar cómo se ha desarrollado su historia de doscientos años, sino también para incorporar a su inmensa legión de estudiantes, empleados, obreros y catedráticos, que silenciosamente han sembrado en todo este largo tiempo los más puros y hermosos sueños de esperanza, libertad, cultura y democracia en los anales de la historia universitaria emeritense, a un proceso de revisión de cuál ha sido su papel en el tiempo, a examinar los planes de estudio, priorizar las investigaciones en beneficio de Venezuela pero particularmente de Mérida y de la región andina. Todo lo cual daría sentido al sueño de aquellos miembros de la Junta Superior Gubernativa de Mérida que el 21 de septiembre, que retando a la autoridad monárquica, decidieron instaurar en esta ciudad una institución de educación superior. Daría sentido la labor que realizaron autoridades y catedráticos a lo largo de los siglos XIX y XX por convertir a la ULA en un importante centro formador de profesionales y creador de conocimiento científico y humanístico. Este discurso puede leerse en Actual Investigación. Número monográfico Initium Sapientae. Estudios para la historia de la Universidad de Los Andes (Nº 71, 2012, pp. 9-28).
Siendo consecuentes con la libertad de expresión que debe existir en una institución universitaria, debemos recomendar la lectura de diferentes puntos de vista sobre la fecha de fundación de la ULA, además de los libros inicialmente citados de nuestra autoría, de los siguientes trabajos: Ricardo Gil Otaiza: Universidad de Los Andes. Fundación en tres actos y un epílogo (2010); en el Boletín del Archivo Histórico de la ULA (Nº 15, enero-junio de 2010) se publicaron los artículos de Alí Enrique López Bohórquez: La fundación de la Universidad de Los Andes entre la tradición oficial y la verdad histórica (pp. 159-198); José Mendoza Angulo: Sobre los orígenes de la Universidad de Los Andes (pp. 15-32); Edda O. Samudio A.: De la casa de estudios a la Real Universidad de San Buenaventura de Mérida de los Caballeros (pp. 33-64); y Baltazar Enrique Porras Cardozo: 21 de septiembre de 1810 ¿Punto de partida o de llegada? (pp. 65-86).