Me diagnosticaron artritis reumatoide a los 11 años. Me crié en Conway,
Carolina del Sur, y fui una chica atlética. Era miembro de los equipos de
softball y básquet, y jugaba fútbol americano con los chicos del barrio. Una
tarde mi hermano me tiró al suelo en el jardín, y sentí que algo se me rompía.
Una hora después traté de levantarme de una silla, y no me pude mover. Ese fin
de semana se me inflamaron las articulaciones, y no podía deglutir. Me llevaron
al hospital. Tardaron casi seis meses en diagnosticarme artritis reumatoide.
Tuve que tomar fármacos y someterme a fisioterapia para poder caminar otra vez,
pero tenía las articulaciones tan dañadas que no podía correr como antes. Mi
papá era un buen golfista. Un día me propuso ir a jugar. Me llevó al campo y me
sentó en un carrito. Verlo jugar me hizo querer intentarlo. Luego de un rato,
traté de hacer algunos golpes cortos al hoyo. No fue nada fácil al principio,
por el dolor en las manos. Cada vez que le pegaba a la pelota, me dolía; sin
embargo, me sentía feliz de estar al aire libre, y me enamoré del golf.
Cuando tenía 13 o 14 años empecé a practicar en serio. El golf era el deporte más difícil que había practicado, pero me empecé a destacar. Gané una beca para estudiar y jugar golf en la Universidad, y me hice profesional. Me llevó tres años clasificar para la Serie de la Asociación de Golf Profesional Femenino, pero ya he jugado cuatro temporadas y, en la más reciente, quedé entre los 10 primeros lugares. Todavía tomo medicamentos, y a veces me siento rígida y adolorida, sobre todo en los días fríos y húmedos, pero ya me acostumbré a jugar así. Si no me hubiera enfermado, quizá no sería una golfista profesional. La experiencia me enseñó a tener paciencia y a no dar nada por sentado. Para mí, es una bendición poder hacer lo que hago, es una bendición todo lo que me ha pasado.
Kristy McPherson.
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Nada es demasiado difícil o imposible para aquel que se propone superarse
y lo intenta. Estamos muy acostumbrados a presentar excusas y a señalar todo lo
que consideramos que es negativo. No debemos renunciar a nuestra vida sólo
porque todo se ha tornado diferente. Mientras estemos vivos podemos luchar,
podemos avanzar, podemos crecer, podemos superarnos. Todavía hay mucho que
podemos hacer. Todavía podemos iluminar la vida de alguien más. Haz tu mejor
esfuerzo. Tenemos mucho que recorrer y nos esperan muchas sorpresas. Tratemos
de vivir agradecidos. Aprendamos a contar nuestras bendiciones. ¡Que Dios te de
un Feliz Día! A