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Abusos sexuales: La Iglesia inicia su reforma

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La cumbre sobre la protección de menores convocada por el Papa ha permitido a los presidentes de las Conferencias Episcopales ser conscientes de la magnitud de los abusos sexuales y su encubrimiento.


Los representantes de los episcopados de todo el mundo vuelven a sus países convencidos de la necesidad de aplicar la legislación en vigor en la Iglesia. Por su parte, el Vaticano trabajará en medidas concretas para mejorar el sistema.


¿Fue decepcionante el discurso del Papa, el domingo 24 de febrero, como clausura del encuentro de los presidentes de Conferencias Episcopales sobre la protección de menores? El largo texto leído en la Sala Regia del Palacio del Vaticano no contenía, en efecto, ningún anuncio importante. Francisco ya había advertido, sin embargo, contra las expectativas “excesivas” de esta cumbre.


Una Iglesia que asume sus faltas y sus pecados


Porque, lo importante de este discurso papal no se basa tanto en las medidas concretas –sobre las que el Vaticano ha comenzado a trabajar– como en la Iglesia que Francisco describió. Una Iglesia muy diferente a la de hace algunos años, en su manera de reaccionar ante los abusos sexuales cometidos por los clérigos. No una Iglesia como ciudadela asediada, sino una Iglesia en el mundo, que ya no considera que la única causa de los abusos es la “decadencia moral” de la sociedad, sino que los relaciona más profundamente con el mal –“Satanás”, dijo el Papa–, tanto en el mundo como en la Iglesia.


Una Iglesia que asume, por tanto, sus faltas y sus pecados. Que rechaza lo que Francisco denomina el “justicialismo”, es decir, una visión muy legalista que se contentaría con la sanción de los abusos, pero sin una profunda concienciación ni un trabajo con quienes, en el mundo, están movilizados contra la plaga de los abusos a menores.


Una concienciación de los episcopados


Esta concienciación, imposible hace unos años, es la que el Papa ha conseguido imponer a los representantes de un episcopado mundial lejos de adquirir esta visión. En unos días, gracias a un paciente método, el Papa, convencido de que los procesos son más importantes que las decisiones drásticas, ha sabido hacerles cambiar de opinión.


Mientras que, durante mucho tiempo, las iniciativas romanas de cambio se encontraban con la inercia de algunos episcopados, la concienciación de los obispos que comparten juntos una misma responsabilidad en estos casos de abusos y su gestión, debería permitir a la Iglesia católica avanzar de manera más estricta, no solo contra los abusos, sino también contra su encubrimiento.


“Este encuentro ha sido muy útil”


“El mensaje enviado a los obispos es “regresad a vuestros países y empezad a trabajar””, resumía, el domingo 24 de febrero, el cardenal Oswald Gracias, arzobispo de Bombay y uno de los organizadores de este encuentro. “Hay muchas iniciativas, pero ahora debemos ponerlas en práctica y, en esto, espero el apoyo de la Santa Sede”, advertía el cardenal Reinhard Marx, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, a menudo en conflicto con Roma cuando solicita una mayor libertad para actuar.


El encuentro ha permitido a los obispos ver mejor sus faltas. “Muchos de ellos, para los que los abusos no existían, se plantean ahora cuestiones completamente básicas”, afirma un observador de los debates. “Ahora, son conscientes de que deben actuar y quieren actuar bien. Este encuentro ha sido muy útil en este sentido”.


Una ley contra los abusos sexuales en el Vaticano


“Este cambio de actitud permitirá aplicar las leyes”, se alegra Mons. Scicluna, arzobispo de Malta y secretario adjunto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF). Este debería, por cierto, publicar pronto un documento práctico que detallará claramente los procedimientos que deben seguir los obispos en caso de abuso. También se van a crear fuerzas operativas regionales para que los expertos puedan acudir en ayuda a las Conferencias Episcopales con menos personal.


Y, como el ejemplo debe venir de arriba, el padre Federico Lombardi, moderador de los debates del encuentro, anunció el domingo la próxima publicación de una legislación contra los abusos en la Curia Romana y en el Vaticano, así como directrices específicas del pequeño Estado. Mientras que todas las Conferencias Episcopales enviaron a la Conferencia para la Doctrina de la Fe sus propias directrices para evaluación, la Santa Sede carecía de cualquier legislación sobre el tema. Esta afectará también al servicio diplomático y, por tanto, a los delitos cometidos por los nuncios en el marco de su servicio.


El secreto pontificio, cuestionado


Pero, aunque ya existe en la Iglesia una legislación general sobre los abusos y contra su encubrimiento, los desórdenes siguen siendo numerosos. Tal y como sucede con el secreto pontificio, que hace que las víctimas no tengan ningún acceso a los procesos contra quienes abusaron de ellas. “El secreto pontificio sirve para garantizar la libertad de la Iglesia, como por ejemplo, cuando selecciona futuros obispos, pero en el caso de los abusos sexuales esto no se puede aplicar”, reconoció Mons. Charles Scicluna, que confesó a La Croix que “espera” que su Dicasterio reforme este punto. “No se trata de un valor absoluto, no estamos hablando del secreto de confesión, se puede negociar”, añadió en conferencia de prensa.


También se abordaron puntos más técnicos, como la responsabilidad de los obispos, mencionada en el motu proprio Como una madre amorosa, permitiendo castigar a un obispo que haya encubierto casos de abusos. El viernes por la mañana, el cardenal Blase Cupich, arzobispo de Chicago, ofreció así una reflexión sobre un procedimiento muy detallado que no debería ser difícil de aplicar.


Por su parte, el padre Lombardi destacó que los grupos de trabajo, en los que los obispos se reunían dos veces al día, le habían ofrecido varias propuestas.


El Vaticano, trabajando desde el lunes por la mañana


Y, como no hay tiempo que perder, los organizadores del encuentro volvieron a reunirse el lunes 25 de febrero a las 9 de la mañana, con los principales jefes de los Dicasterios de la Curia Romana. Este “consejo de ministros” excepcional, reunido por el Papa, será la ocasión perfecta para lanzar un trabajo sustantivo sobre todos estos temas, con el que se lograrán resultados concretos.


Más que nuevas leyes, se debería poner en marcha una nueva dimensión de la Iglesia. Una Iglesia más colegial, en la que Roma sabrá trabajar mejor con los obispos y estos con los laicos. Una Iglesia que ya no será la heredada del Concilio de Trento, sino la de Vaticano II.


EN CIFRAS


La cumbre para la protección de menores en el Vaticano reunió a 190 participantes alrededor del Papa, del 21 al 24 de febrero. 114 representantes de Conferencias Episcopales, 14 responsables de Iglesias católicas orientales, unos quince obispos que no dependen de ninguna Conferencia Episcopal, 12 religiosos, 10 religiosas, alrededor de 10 representantes de la Curia Romana…


450 periodistas de todo el mundo estaban acreditados para cubrir el acontecimiento, muchos de ellos procedentes del mundo anglosajón.


Nicolas Senèze. La Croix






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