Mérida, Marzo Viernes 29, 2024, 03:05 am
Estamos
convencidos y así lo hemos expresado en infinidad de oportunidades donde se nos
ha permitido opinar, y también lo hemos dejado por escrito en nuestra columna
semanal en el “Diario Frontera” de Mérida, la salida a esta terrible crisis
política, económica y social es electoral; no creemos en otra, y nadie con
argumentos convincentes nos ha mostrado una ruta creíble distinta a la ruta
electoral. Muchas interrogantes nos agobian para estos meses de fin de año y
los primeros por venir del año 2020, en medio del más catastrófico fracaso
económico, desesperanza e incertidumbre de nuestro pueblo, donde miles de
nuestros conciudadanos han sido lanzados a las calles a vivir de las limosnas, de
la caridad, en la indigencia, a hurgar en la basura para poder comer. Con los
acontecimientos inesperados de Ecuador, Chile y Bolivia, las dudas sobre una
salida pacífica y electoral se acrecientan, dudas razonables y lógicamente
planteadas, ya que para el venidero año 2020 corresponde la realización de las
elecciones a la AN, elecciones que aunque no resuelven el conflicto político, habrán
de asumirse para perfilarnos y generar las condiciones de unas nuevas
elecciones Presidenciales, que puedan resolver esta terrible crisis política,
aunque creemos que lo ideal sería realizar #LasDosJuntas. Ahora bien, nadie en
este mundo moderno y globalizado puede tener dudas que las elecciones tienen
una gran trascendencia política, porque dan a las democracias una marca explícita,
es el reconocimiento a la expresión de la voluntad popular en la participación
del pueblo. Existe un acuerdo generalizado entre los diferentes autores especialistas
en el tema, las elecciones constituyen una práctica sustancial y consustancial de las democracias, convirtiéndose en uno de
los elementos dominantes en el proceso político, donde el ciudadano (en
condición de elector) desempeña el rol protagónico como actor político, siendo
el sistema electoral el instrumento situado entre las preferencias políticas de
los votantes reflejadas en los resultados electorales y su concreción en las
instituciones políticas democráticas. Y aunque el voto –entendido como el
derecho de participación electoral, es decir, como la posibilidad de participar
en la decisión que habrá que tomarse por medio de las elecciones-, para la
mayoría de los investigadores, no es más que una de las modalidades de
participación política y quizás ni siquiera la más importante, pero si puede
considerarse como la más difundida y la más universal. El voto es considerado
un acto relativamente simple, un acto que traduce con rapidez las preferencias
políticas de los electores, convirtiéndose en un instrumento de impacto
inmediato en la solución pacifica de los conflictos políticos. Pero este “acto
relativamente simple” no nos puede hacer olvidar, la extensión del sufragio ha
sido en la mayoría de los casos el resultado de importantes luchas entre grupos
que controlaban el poder político y grupos desafiantes, que luchaban por la
ampliación de la participación política, la conquista de derechos sociales y
políticos, fueron acompañando el proceso de aparición del sufragio universal y
la democratización electoral. Aunque no faltará quien nos diga, en muchísimos
países el derecho al voto nunca se ha concedido ni está asegurado de una vez
por todas, sino que con frecuencia era revocado su ejercicio, sometido a abusos
y a engaños, su traducción sometida a maniobras y fraudes. El proceso
democratizador incorpora como una de las exigencias básicas del Estado de
Derecho, las elecciones obligatorias y periódicas. Las elecciones deben ser
recurrentes. La periodicidad debe ser regular para evitar la perpetuación no
electiva en el poder de determinadas élites políticas. El desarrollo del
principio electivo conlleva a la celebración de elecciones periódicas (habitualmente,
en periodos máximos de 4 ó 5 años), donde se parte de la base que estas no
pueden ser un instrumento utilizado de forma excepcional, anulando las
convocatorias posteriores, ni elecciones pendientes, con el fin de mantenerse
en el poder. Maduro y su régimen quieren perpetuarse en el poder como sea y a
costa de lo que sea, para eso han venido desarrollando su estrategia de
vulnerar el derecho político más importante de los ciudadanos, como lo es: el
voto. Sí, el voto como instrumento para la salida pacífica a la crisis
política, para que nuestro pueblo decida su propio destino el próximo año, en
las elecciones a la AN, y por qué no, Presidenciales que cumplan con todas las
exigencias de unas elecciones pulcras, transparentes, competitivas y democráticas.
No es un secreto, muchos atendimos la petición de la Comunidad Internacional
hecha a los partidos políticos democráticos agrupados en la MUD-FAVL, de no
participar en las elecciones presidenciales de mayo 2018, convocadas por la
ilegítima e ilegal ANC, los resultados derivados de ese proceso no serían
reconocidos, era un grave error perder ese apoyo, y un suicidio político acudir
a esas elecciones con la opinión de la Comunidad Internacional en contra. Ese
debate se ha dado de manera amplia e intensa y no pretendemos retomarlo para
señalar ni repartir culpas a nadie, pero si debemos dejar bien claro, que
acompañamos esa decisión como un repliegue táctico, para replantear la lucha
democrática, el diseño de una estrategia acorde para ese momento, que nos
permitiera recomponer la unidad, reagrupar a todas las fuerzas democráticas, y
no como un principio moral o ético, ni mucho menos como el diseño de una
política de ausentarse de las urnas electorales en los subsiguientes procesos
electorales, asumiendo como una estrategia para la lucha política democrática
la “abstención electoral”, que además de ser un desacierto, lo logrado con esta decisión, ha sido alejar al
ciudadano de la política. Esperamos se abra el debate necesario sobre este
tema, se le hable claro a la gente, se asuma la responsabilidad política y se dejen
de estar asumiendo poses, lanzando discursos, arengas políticas para complacer
y arrancar el aplauso frenético de la audiencia, de las gradas, se dejen de
temerle tanto a los extremos de las redes sociales, que han convertido esos
espacios en una “molienda” política, se construya una unidad sincera, donde el
único objetivo sea el cambio político, salir del régimen de Maduro, retomar de
inmediato la ruta electoral y salgamos a organizar a nuestra gente para derrotar
al régimen en las elecciones por venir. Esperamos que el Frente Amplio y el G4
no se conviertan en el “partido de la abstención” .