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El “Partido de la abstención” por LUIS MONTILLA

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LUIS MONTILLA


Estamos convencidos y así lo hemos expresado en infinidad de oportunidades donde se nos ha permitido opinar, y también lo hemos dejado por escrito en nuestra columna semanal en el “Diario Frontera” de Mérida, la salida a esta terrible crisis política, económica y social es electoral; no creemos en otra, y nadie con argumentos convincentes nos ha mostrado una ruta creíble distinta a la ruta electoral. Muchas interrogantes nos agobian para estos meses de fin de año y los primeros por venir del año 2020, en medio del más catastrófico fracaso económico, desesperanza e incertidumbre de nuestro pueblo, donde miles de nuestros conciudadanos han sido lanzados a las calles a vivir de las limosnas, de la caridad, en la indigencia, a hurgar en la basura para poder comer. Con los acontecimientos inesperados de Ecuador, Chile y Bolivia, las dudas sobre una salida pacífica y electoral se acrecientan, dudas razonables y lógicamente planteadas, ya que para el venidero año 2020 corresponde la realización de las elecciones a la AN, elecciones que aunque no resuelven el conflicto político, habrán de asumirse para perfilarnos y generar las condiciones de unas nuevas elecciones Presidenciales, que puedan resolver esta terrible crisis política, aunque creemos que lo ideal sería realizar #LasDosJuntas. Ahora bien, nadie en este mundo moderno y globalizado puede tener dudas que las elecciones tienen una gran trascendencia política, porque dan a las democracias una marca explícita, es el reconocimiento a la expresión de la voluntad popular en la participación del pueblo. Existe un acuerdo generalizado entre los diferentes autores especialistas en el tema, las elecciones constituyen una práctica sustancial y consustancial  de las democracias, convirtiéndose en uno de los elementos dominantes en el proceso político, donde el ciudadano (en condición de elector) desempeña el rol protagónico como actor político, siendo el sistema electoral el instrumento situado entre las preferencias políticas de los votantes reflejadas en los resultados electorales y su concreción en las instituciones políticas democráticas. Y aunque el voto –entendido como el derecho de participación electoral, es decir, como la posibilidad de participar en la decisión que habrá que tomarse por medio de las elecciones-, para la mayoría de los investigadores, no es más que una de las modalidades de participación política y quizás ni siquiera la más importante, pero si puede considerarse como la más difundida y la más universal. El voto es considerado un acto relativamente simple, un acto que traduce con rapidez las preferencias políticas de los electores, convirtiéndose en un instrumento de impacto inmediato en la solución pacifica de los conflictos políticos. Pero este “acto relativamente simple” no nos puede hacer olvidar, la extensión del sufragio ha sido en la mayoría de los casos el resultado de importantes luchas entre grupos que controlaban el poder político y grupos desafiantes, que luchaban por la ampliación de la participación política, la conquista de derechos sociales y políticos, fueron acompañando el proceso de aparición del sufragio universal y la democratización electoral. Aunque no faltará quien nos diga, en muchísimos países el derecho al voto nunca se ha concedido ni está asegurado de una vez por todas, sino que con frecuencia era revocado su ejercicio, sometido a abusos y a engaños, su traducción sometida a maniobras y fraudes. El proceso democratizador incorpora como una de las exigencias básicas del Estado de Derecho, las elecciones obligatorias y periódicas. Las elecciones deben ser recurrentes. La periodicidad debe ser regular para evitar la perpetuación no electiva en el poder de determinadas élites políticas. El desarrollo del principio electivo conlleva a la celebración de elecciones periódicas (habitualmente, en periodos máximos de 4 ó 5 años), donde se parte de la base que estas no pueden ser un instrumento utilizado de forma excepcional, anulando las convocatorias posteriores, ni elecciones pendientes, con el fin de mantenerse en el poder. Maduro y su régimen quieren perpetuarse en el poder como sea y a costa de lo que sea, para eso han venido desarrollando su estrategia de vulnerar el derecho político más importante de los ciudadanos, como lo es: el voto. Sí, el voto como instrumento para la salida pacífica a la crisis política, para que nuestro pueblo decida su propio destino el próximo año, en las elecciones a la AN, y por qué no, Presidenciales que cumplan con todas las exigencias de unas elecciones pulcras, transparentes, competitivas y democráticas. No es un secreto, muchos atendimos la petición de la Comunidad Internacional hecha a los partidos políticos democráticos agrupados en la MUD-FAVL, de no participar en las elecciones presidenciales de mayo 2018, convocadas por la ilegítima e ilegal ANC, los resultados derivados de ese proceso no serían reconocidos, era un grave error perder ese apoyo, y un suicidio político acudir a esas elecciones con la opinión de la Comunidad Internacional en contra. Ese debate se ha dado de manera amplia e intensa y no pretendemos retomarlo para señalar ni repartir culpas a nadie, pero si debemos dejar bien claro, que acompañamos esa decisión como un repliegue táctico, para replantear la lucha democrática, el diseño de una estrategia acorde para ese momento, que nos permitiera recomponer la unidad, reagrupar a todas las fuerzas democráticas, y no como un principio moral o ético, ni mucho menos como el diseño de una política de ausentarse de las urnas electorales en los subsiguientes procesos electorales, asumiendo como una estrategia para la lucha política democrática la “abstención electoral”, que además de ser un desacierto, lo  logrado con esta decisión, ha sido alejar al ciudadano de la política. Esperamos se abra el debate necesario sobre este tema, se le hable claro a la gente, se asuma la responsabilidad política y se dejen de estar asumiendo poses, lanzando discursos, arengas políticas para complacer y arrancar el aplauso frenético de la audiencia, de las gradas, se dejen de temerle tanto a los extremos de las redes sociales, que han convertido esos espacios en una “molienda” política, se construya una unidad sincera, donde el único objetivo sea el cambio político, salir del régimen de Maduro, retomar de inmediato la ruta electoral y salgamos a organizar a nuestra gente para derrotar al régimen en las elecciones por venir. Esperamos que el Frente Amplio y el G4 no se conviertan en el “partido de la abstención” .





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