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El coronavirus desata una epidemia de críticas contra el régimen chino

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La catástrofe es tan grande que la censura de Internet no puede parar las denuncias por falta de medios y por ocultar al principio la enfermedad

Para el régimen chino, el coronavirus amenaza con desatar una epidemia más peligrosa que la neumonía que paraliza al país, y es la rabia ciudadana por la crisis sanitaria más grave desde el SARS hace dos décadas. Con 425 muertos en solo dos semanas, más de 20.000 infectados y casi 60 millones de personas atrapadas en la cuarentena de Hubei, la catástrofe ha retratado a China como un gigante con pies de barro. Su magnitud ha desnudado las carencias médicas de un país que aspira a ser superpotencia y la perversión de su sistema autoritario, que intentó ocultar el brote y retrasó su respuesta hasta que era demasiado tarde.

Pero, a diferencia de cuando se propagó el SARS, que el régimen también trató de tapar, los chinos cuentan con tantos móviles y redes sociales que ni la censura de Internet puede silenciar sus críticas y preguntas. Especialmente una: ¿se podría haber impedido la epidemia si las autoridades hubieran actuado antes?

Entonando el «mea culpa», el alcalde de Wuhan, Zhou Xianwang, ha reconocido su responsabilidad, ya que no alertó a la población hasta un mes después de descubrirse los primeros casos. Aunque ha culpado a la burocracia del régimen, lo cierto es que la Policía reprendió a ocho médicos por discutir en su grupo de WeChat la aparición de una nueva neumonía parecida al SARS. Debido a la rápida propagación de la enfermedad, que tiene en vilo al planeta, hasta el Tribunal Supremo ha criticado a la Policía, que acusó a los médicos de «divulgar falsos rumores» y los obligó a borrar sus mensajes.

Más allá de esta represión de todo aquello que altere el orden social, habitual en China, lo que ha enfurecido a muchos afectados es la falta de medios en los hospitales, admitida también por las autoridades. Sin máscaras ni trajes protectores, los médicos no dan abasto en los hospitales, que no tienen ni camas ni kits de pruebas para tal avalancha de pacientes.

Tanto en WeChat como Weibo, copias de los censurados WhatsApp y Twitter, los desesperados habitantes de Hubei están denunciando que los hospitales mandan de vuelta a casa a sus familiares enfermos porque no tienen sitio para ellos. En la popular aplicación de microvídeos Douyin (TikTok), una mujer de Wuhan se queja de que su madre, infectada por el coronavirus, no ha podido ser ingresada en los hospitales por falta de camas. Aunque al principio la llevó a un hotel para que estuviera aislada y no contagiara a más personas, el hotel va a cerrar y tendrá que meterla de en casa, aun a riesgo de infectar a la familia. Por no poder volver a sus hogares al ser rechazados en los hospitales, algunos enfermos se suicidan saltando de puentes o edificios. Así lo muestran los vídeos que circulan por las redes sociales y recogen algunos medios chinos, a los que de momento se les permite un mayor grado de crítica para liberar el malestar reinante.

Fallecidos sin autopsias

Entre las denuncias destacan las del propio personal sanitario, que pide donaciones urgentes y advierte de que el número de víctimas mortales es mayor al que reflejan las cifras oficiales. Muchas familias se han quejado de que sus parientes han fallecido sin que les hicieran las pruebas del coronavirus, por lo que no constan en los datos gubernamentales.

Mucho más airados que de costumbre por llevar ya casi dos semanas encerrados en casa, los internautas no pierden detalle y escrutan las redes sociales y la Prensa oficial. Su última ofensiva es contra un grupo de cuadros del Partido que, en una fotografía, aparecían con mejores máscaras que los médicos encargados de atender a los pacientes. Todo ello después de la polémica por la inmovilización de máscaras donadas por la Cruz Roja, que se han quedado durante varios días al aire libre y sin repartir pese a las acuciantes necesidades de los hospitales.

Un joven video-bloguero, Chen Qiushi, se ha vuelto muy popular por narrar la angustia que vive Wuhan y despacharse a gusto contra el régimen del Partido Comunista. Aunque cuelga sus vídeos en Youtube, censurado por el régimen, muchos chinos lo siguen porque cada vez están más extendidas las VPN, que permiten conectarse a un servidor de Internet en el extranjero.

En Youtube también publica sus vídeos Fan Bing, quien el sábado filmó ocho bolsas de cadáveres apiladas en el minibús de una funeraria a las puertas del Hospital Número 5 de Wuhan. Grabando en secreto con su móvil, recorrió los pasillos donde algunos pacientes esperaban en camillas y entró en un pabellón donde un hombre lloraba desconsolado por la muerte de su padre, que acababa de fallecer ante él. En otra sala, pregunta a los doctores si los medicamentos son gratuitos, como ha prometido el Gobierno, y la primera respuesta que recibe es una carcajada. Luego le dicen que vaya a otro hospital. Tras difundir estas imágenes en Internet, la Policía se presentó esa noche en su casa y lo detuvo. Aunque le confiscaron dos ordenadores, lo dejaron marchar, pero ya le han enviado una orden de cuarentena porque entró en el hospital y estuvo en contacto con enfermos.

De igual modo, otro vídeo muestra a la Policía reprendiendo a una mujer para que borre sus comentarios en Internet porque «solo las autoridades pueden informar sobre el coronavirus». Y, mientras tanto, de quien no hay imágenes desde hace seis días es del presidente Xi Jinping, lo que alienta las especulaciones sobre una enfermedad o una crisis en la cúpula del régimen por la catástrofe del coronavirus.

ABC






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