Mérida, Abril Miércoles 17, 2024, 09:45 pm
Para el
régimen chino, el coronavirus amenaza con desatar una epidemia más
peligrosa que la neumonía que paraliza al país, y es la rabia ciudadana por la crisis sanitaria más grave desde el SARS hace dos décadas. Con 425 muertos en solo dos semanas,
más de 20.000 infectados y casi 60 millones de personas atrapadas en la
cuarentena de Hubei, la catástrofe ha retratado a China como un gigante
con pies de barro. Su magnitud ha desnudado las carencias médicas
de un país que aspira a ser superpotencia y la perversión de su sistema
autoritario, que intentó ocultar el brote y retrasó su respuesta hasta
que era demasiado tarde. Pero, a diferencia de cuando se propagó
el SARS, que el régimen también trató de tapar, los chinos cuentan con
tantos móviles y redes sociales que ni la censura de Internet puede silenciar sus críticas y preguntas. Especialmente una: ¿se podría haber impedido la epidemia si las autoridades hubieran actuado antes? Entonando el «mea culpa», el alcalde de Wuhan, Zhou Xianwang, ha reconocido su responsabilidad, ya que no alertó a la población hasta un mes después de descubrirse los primeros casos.
Aunque ha culpado a la burocracia del régimen, lo cierto es que la
Policía reprendió a ocho médicos por discutir en su grupo de WeChat la
aparición de una nueva neumonía parecida al SARS. Debido a la rápida
propagación de la enfermedad, que tiene en vilo al planeta, hasta el
Tribunal Supremo ha criticado a la Policía, que acusó a los médicos de
«divulgar falsos rumores» y los obligó a borrar sus mensajes. Más allá de esta represión de todo aquello que altere el orden social, habitual en China, lo que ha enfurecido a muchos afectados
es la falta de medios en los hospitales, admitida también por las
autoridades. Sin máscaras ni trajes protectores, los médicos no dan
abasto en los hospitales, que no tienen ni camas ni kits de pruebas para
tal avalancha de pacientes. Tanto en WeChat como Weibo, copias de
los censurados WhatsApp y Twitter, los desesperados habitantes de Hubei
están denunciando que los hospitales mandan de vuelta a casa a sus
familiares enfermos porque no tienen sitio para ellos. En la popular
aplicación de microvídeos Douyin (TikTok), una mujer de Wuhan se queja
de que su madre, infectada por el coronavirus, no ha podido ser ingresada en los hospitales por falta de camas.
Aunque al principio la llevó a un hotel para que estuviera aislada y no
contagiara a más personas, el hotel va a cerrar y tendrá que meterla de
en casa, aun a riesgo de infectar a la familia. Por no poder volver a
sus hogares al ser rechazados en los hospitales, algunos enfermos se
suicidan saltando de puentes o edificios. Así lo muestran los vídeos que
circulan por las redes sociales y recogen algunos medios chinos, a los
que de momento se les permite un mayor grado de crítica para liberar el
malestar reinante. Entre
las denuncias destacan las del propio personal sanitario, que pide
donaciones urgentes y advierte de que el número de víctimas mortales es
mayor al que reflejan las cifras oficiales. Muchas familias se han
quejado de que sus parientes han fallecido sin que les hicieran las
pruebas del coronavirus, por lo que no constan en los datos gubernamentales. Mucho
más airados que de costumbre por llevar ya casi dos semanas encerrados
en casa, los internautas no pierden detalle y escrutan las redes
sociales y la Prensa oficial. Su última ofensiva es contra un grupo de cuadros del Partido que, en una fotografía, aparecían con mejores máscaras que los médicos
encargados de atender a los pacientes. Todo ello después de la polémica
por la inmovilización de máscaras donadas por la Cruz Roja, que se han
quedado durante varios días al aire libre y sin repartir pese a las
acuciantes necesidades de los hospitales. Un joven video-bloguero,
Chen Qiushi, se ha vuelto muy popular por narrar la angustia que vive
Wuhan y despacharse a gusto contra el régimen del Partido Comunista.
Aunque cuelga sus vídeos en Youtube, censurado por el régimen, muchos
chinos lo siguen porque cada vez están más extendidas las VPN, que
permiten conectarse a un servidor de Internet en el extranjero. En Youtube también publica sus vídeos Fan Bing, quien el sábado filmó ocho bolsas de cadáveres apiladas en el minibús
de una funeraria a las puertas del Hospital Número 5 de Wuhan. Grabando
en secreto con su móvil, recorrió los pasillos donde algunos pacientes
esperaban en camillas y entró en un pabellón donde un hombre lloraba
desconsolado por la muerte de su padre, que acababa de fallecer ante él.
En otra sala, pregunta a los doctores si los medicamentos son
gratuitos, como ha prometido el Gobierno, y la primera respuesta que
recibe es una carcajada. Luego le dicen que vaya a otro hospital. Tras
difundir estas imágenes en Internet, la Policía se presentó esa noche en
su casa y lo detuvo. Aunque le confiscaron dos ordenadores, lo dejaron
marchar, pero ya le han enviado una orden de cuarentena porque entró en
el hospital y estuvo en contacto con enfermos. De igual modo, otro
vídeo muestra a la Policía reprendiendo a una mujer para que borre sus
comentarios en Internet porque «solo las autoridades pueden informar
sobre el coronavirus». Y, mientras tanto, de quien no hay imágenes desde hace seis días es del presidente Xi Jinping,
lo que alienta las especulaciones sobre una enfermedad o una crisis en
la cúpula del régimen por la catástrofe del coronavirus. ABCFallecidos sin autopsias