Mérida, Abril Miércoles 17, 2024, 05:56 pm
Malasia es un país de más de 30 millones de personas, con edad promedio de 29,2 años. La población económicamente activa de este país asiático se dedica principalmente al sector servicios (63%), la industria (27%), y la agricultura (10%). Con un sistema educativo robusto, han logrado que 93,7% de las personas mayores de 15 años aprendan a leer y escribir; apalancándose en escuelas públicas multilingües, que proporcionan educación gratuita para todos los malasios, sin eliminarse las escuelas privadas o la practica educativa en el hogar, que son opciones de formación también empleadas para cumplir con la obligatoriedad de la educación primaria.
En materia económica, al igual que todas las economías del mundo, Malasia vio reducir su ritmo de crecimiento, incrementar el desempleo, aumentar la pobreza y la desigualdad como consecuencia del nuevo coronavirus (COVID-19) que, a su vez, produjo cambios en los patrones de consumo de los malasios. Dichos cambios representan una oportunidad para que Venezuela, en particular, y los países latinoamericanos, en general, diversifiquen mercados y atiendan nuevas demandas del comercio mundial en el marco de la pospandemia.
En este orden, el estilo de vida del consumidor de Malasia ha evolucionado debido al aumento de sus niveles de ingreso y una mayor formación. Los malasios reflejan patrones de consumo más sofisticados y cosmopolitas en alimentos, manufacturas, textiles y calzados. Y aunque muestran una conducta muy sensible a los precios, también son conscientes y se identifican plenamente con las marcas, buscan de manera permanente productos de calidad, y se preocupan por una satisfactoria relación precio-calidad. Así, siempre siguen con atención el esfuerzo empresarial alrededor de la publicidad y la promoción de productos, pero al momento de tomar una decisión de consumo la influencia de la calidad es mayor que la de los precios.
En la actualidad, este perfil está condicionado por la caída de los ingresos de los hogares malasios a causa del incremento del desempleo. En otras palabras, a medida que los consumidores han sentido el impacto económico de la pandemia, muchos han privilegiado el gasto en productos de primera necesidad: alimentos, bebidas no alcohólicas, vestidos y calzado; donde América Latina tiene una gran oportunidad de abastecer los mercados malasios. Panorama alentador si se considera que los malasios también han optado por realizar mayores compras en línea y han aumentado el uso de billeteras electrónicas, dentro de una nueva ola que busca garantizar la protección de la salud mientras se trabaja desde casa o se realizan actividades al aire libre.
De esta manera, Malasia como país reconoce que la digitalización es la nueva forma de vida y su población así lo ha internalizado. De allí el boom de comercio electrónico acelerado por la consolidación de los servicios postales que acercan los productos del resto del mundo al consumidor malasio.
Al respecto, un reto para los productores venezolanos y latinoamericanos de bebidas no alcohólicas, alimentos, vestidos y calzados, es establecer entornos virtuales para sus clientes que permitan consolidar sus marcas en la Internet y lograr un primer acercamiento a los consumidores malasios ávidos por productos de alta calidad. Y ante las dificultades que representa adaptarse a este nuevo estilo empresarial, es fundamental contactar proveedores de soluciones tecnológicas, analizar la posibilidad de suscribir acuerdos y crear asociaciones con empresas del sector con presencia en el mercado malasio. Todo con el propósito de aprovechar las oportunidades de este mercado muy poco explorado.
@ajhurtadob