Mérida, Diciembre Domingo 10, 2023, 07:33 am
El aumento del
precio de una mercancía no beneficia a todos por igual. Incentiva a los
productores a producir más, mientras desincentiva al consumidor que debe pagar
más por las mismas cantidades de producto. Este desigual impacto se acrecienta
en la medida que la oferta de la mercancía depende de uno o pocos productores,
quienes aprovechan su posición de mercado para aumentar sus ingresos.
Al respecto, el más
reciente aumento de los precios del petróleo no es un buen augurio para las
regiones del mundo integradas por países consumidores netos de este producto.
El petróleo superó los 130 dólares por barril en marzo de este año —su nivel
más alto desde 2008—, para luego retroceder hasta los 100 dólares por barril en
abril. Entre los factores que explican esta subida se encuentran la realidad
geopolítica mundial, la baja inversión mundial en exploración y producción de
petróleo, el descenso de las reservas mundiales y el repunte de la demanda
relacionado con la recuperación económica tras la pandemia del COVID-19.
Además, la invasión de Rusia a Ucrania y la respuesta de los países
occidentales a esta acción rusa, incrementaron la incertidumbre sobre el futuro
del suministro de hidrocarburos bajo condiciones de libre mercado.
En este sentido, la
región de Asia-Pacífico es una de las más vulnerables a la volatilidad de los
precios del petróleo. Principalmente porque el impacto económico depende de la
magnitud y la duración de los incrementos del precio del petróleo, así como del
ritmo de la recuperación económica luego de la pandemia.
De igual manera,
con excepción de algunos países exportadores de petróleo como Brunei
Darussalam, Malasia y Vietnam, la mayoría de las economías de la región Asia-Pacífico
son importadoras netas de petróleo. Por ende, el aumento de los precios del
petróleo repercute en el ingreso real de estos países y amenaza los niveles de
crecimiento de sus economías. Por supuesto, el impacto dependerá del grado de
dependencia del petróleo y de lo bien preparados que estén los países —con
inventarios de petróleo, reservas internacionales— para minimizar el ajuste en
la balanza de pagos que genera el aumento de la factura de hidrocarburos.
Por otra parte, con
altos precios del petróleo y elevadas tasas de interés, mantener un entorno
macroeconómico estable de baja inflación y saldos fiscales prudentes se
convierte en un reto de corto plazo para los países asiáticos. Lo que amerita
ajustes monetarios para evitar que crezcan las expectativas y se desencadene
una espiral de aumento de precios y salarios que engrandezcan las actuales
presiones inflacionarias que existen a nivel mundial. Esto requiere que las
autoridades monetarias de cada país intervengan con base en una vigilancia y control
permanente contra las presiones alcistas en los precios.
Además, reducir el
impacto del incremento del precio de petróleo exige de: 1) compromiso para
mantener niveles moderados de deuda y de pago de intereses; y 2) promoción de
la sostenibilidad y la eficiencia energética. En el primer caso, los países
deben revisar sus estructuras de deuda y sus perfiles de reembolso, junto con
medidas para mejorar la sostenibilidad fiscal. A pesar de que las condiciones
macroeconómicas de la región Asia-Pacífico son sólidas, el elevado
endeudamiento público que mantienen sus economías no las exime de avanzar en
compromisos de sostenibilidad fiscal.
Y, en el segundo
caso, las políticas energéticas de Asia-Pacífico deben garantizar una gestión
pública coherente con la promoción de la transición energética. Los gobiernos
de la región impulsan medidas para garantizar que los sectores que utilizan de
manera intensiva los combustibles fósiles logren un consumo eficiente e
inviertan en el desarrollo de energías renovables. Atención países productores
de petróleo.
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