Mérida, Octubre Miércoles 09, 2024, 06:47 am
La generación Y –del milenio, milénica o millennial
generation-, formada por todos aquellos jóvenes que llegaron a su vida adulta
con el cambio de siglo, junto a las sucesivas generaciones Z y Alfa, han nacido
en la combinación de globalización-tecnologías-redes sociales y
desglobalización-tecnologías-redes sociales. Aspecto que las hace asimilables y,
junto a la democracia, los grandes avances científicos y la vida frente una
pantalla (televisor, computadoras, teléfono celular, tablas, entre otras), marcan
el presente y el futuro de millones de personas.
Así, no existe la palabra calma y predomina el lema “no
tomarlo con calma” como principio de vida. En 2016 la generación de millennials
representó más de 2,5 mil millones de personas a nivel mundial y, con esto,
hizo realidad un nuevo proceso de organización y dinámica de relaciones
sociales-personales a través de las computadoras personales.
Por su parte, con los jóvenes de las generaciones Z y
Alfa, la migración, la conformación de organizaciones socio-económicas y el
establecimiento de relaciones intra e interpersonales fueron volcadas hacia los
teléfonos inteligentes y las tabletas. Dichos aparatos móviles permitieron a
este grupo de personas honrar el principio de vida previo de los millennials, pero
también alcanzar la personalización de servicios mediante la inmediatez de la experiencia
digital que profundiza procesos socio-económicos a través de la fluidez y
facilidad para realizar compras, manejar una cuenta bancaria, contar con una
póliza de seguros, usar la tarjeta de crédito y, sobre todo, pulsar el botón con
la palabra enviar.
En este sentido, para las nuevas generaciones el
reacomodo de la vida surge de la importancia de vivir experiencias consistentes
y confiables con la reputación de experiencias rápidas, prácticas y fluidas. Y
ante la categorización de generaciones, destaca un error común que surge al
caracterizar a los millennials -y generaciones sucesivas-, como desconectadas de
la vida real por que no escuchan. Sin embargo, esto es precisamente una de sus
principales características: el interés por lo que ocurre en el entorno y su
compromiso por generar los cambios necesarios para mejorar la realidad.
En suma, los mencionados nativos digitales aprendieron y
aprehendieron a comunicarse conectados a la red digital, las redes sociales y
las redes económicas. Frente a este contexto, las tecnologías financieras (Fintech),
se han convertido en una parte integral de sus vidas. Con las aplicaciones y
plataformas digitales, la generación de nativos digitales multiplica el acceso
a un nuevo proceso de organización socio-económico basado en la transformación,
digitalización y ascenso de la hiperconectividad sin fronteras de vida humana.
Para las nuevas generaciones, la transformación digital
de la banca implica atender a clientes digitales que impulsaron el acceso a
productos financieros cuya inmediatez, fluidez y claridad es necesaria y
condicionante para el uso de la computadora personal o el teléfono móvil. Por
ende, la banca no solo debe facilitar y abaratar la vida –lo que también representa
organización o coordinación entre los medios y los fines financieros-, sino
también implica un proceso de inclusión tecnológica que los nativos digitales ya
tienen.
En esta medida, la profunda convivencia entre los
instrumentos digitales y la disposición de los mismos permiten potenciar-mejorar
la toma de decisiones para la banca y para las personas que hoy fijan su comportamiento
individual frente al uso de datos y la personalización de su vida mediante lo
digital. Así, las soluciones en línea bancarias han sustituido eficazmente las
prácticas fuera de ella en muchos ámbitos, cambiando y transformando para
siempre la forma en cómo deciden y se relacionan las generaciones Fintech.
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