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LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA COMO PROPUESTA LIBERAL por Luis Loaiza Rincón

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Luis Loaiza Rincón


Acostumbrados a la retórica de la “democracia representativa”, los venezolanos un buen día apoyaron un nuevo proyecto político que la despreciaba y que, en su lugar, propugnaba avanzar hacia una democracia llamada “participativa” y “protagónica”. Muchos no entendieron el cambio, aunque, veintitantos años después, es evidente que la mayoría de los viejos males que se intentaron curar, se encuentran “repotenciados”.

 En esa época no sabíamos que, desde un particular enfoque del pensamiento liberal, se venían desarrollando algunas ideas sobre la democracia participativa como modelo sustituto y superior al viejo esquema representativo. El asunto llevaba algún tiempo porque, desde los años 70 del siglo XX, un profesor canadiense de Ciencias Políticas de la Universidad de Toronto, considerado como uno de los más influyentes en la historia de esa universidad, llamado Crawford Brough Macpherson (1911-1987), estaba muy concentrado en el tema.

 Este señor, que considera que el sistema capitalista impide a los seres humanos alcanzar sus «poderes productivos» y la plenitud de sus «capacidades», cree posible para remediarlo que se establezca una cooperación a partir de la cual los ciudadanos se faculten mutuamente para expresar su individualidad. «Individualismo normativo» llamaron a eso. Lo cierto es que uno de los más importantes comentadores del trabajo del canadiense, Bhikhu Parekh, resumió todo diciendo que Macpherson quería "crear una sociedad socialista con el fin de realizar el hombre liberal".

 En su libro “La democracia liberal y su época” Macpherson dijo que la democracia contemporánea no es un tipo de sociedad ni un conjunto de objetivos morales, sino un simple mecanismo para elegir y autorizar gobiernos, en virtud del cual opera “una competencia entre dos o más grupos auto elegidos de políticos (élites), organizados en partidos políticos, a ver quién consigue los votos que les darán derecho a gobernar hasta las siguientes elecciones”.

 Por tanto, debían cambiar las cosas, "estudiar correctamente un modelo nuevo, no basado en el mercado capitalista, que siga llamándose democrático-liberal". Para Macpherson, decir que la propiedad privada es la base o el bastión de la libertad es una verdad a medias, ya que la relación con los medios de producción es también una relación “coercitiva”.

 La alternativa de ese “decadente” sistema encuentra en la participación un factor clave, lo que también implica:

 1.- Que la conciencia de la gente pase de verse a sí misma y de actuar como consumidores a verse y actuar como personas que ejercitan sus propias capacidades y gozan con el ejercicio y el desarrollo de éstas.

2.- Que se reduzcan las desigualdades sociales y económicas, pues esas desigualdades requieren un sistema no participativo de partidos a fin de que la sociedad funcione.

3.- Que haya más y mejor participación cívica.

 Llegar, entonces, a una democracia participativa requiere, según Macpherson, "que se rebajen o abandonen los supuestos del mercado acerca del carácter del hombre y la sociedad, que se abandone la imagen del hombre como consumidor maximizador y que se reduzcan mucho las desigualdades económicas y sociales".

 Para tal fin no bastan las acciones del “Estado de Bienestar” porque por mucha redistribución del ingreso que efectúe, el propósito es cambiar la relación capital-trabajo imperante en nuestra sociedad, causante de clases opuestas y de las desigualdades sociales y económicas. Además, "la poca participación y la desigualdad social están tan inextricablemente unidas que para que haya una sociedad más equitativa y más humana hace falta un sistema político más participativo".

 Según este esquema se busca que los políticos elegidos sean plenamente responsables ante el electorado. Para tal fin, Macpherson propone dos modalidades: a) El sistema piramidal de consejos, con la democracia directa en la base y la democracia delegada en todos los niveles por encima de ella, y b) La combinación de un mecanismo democrático directo/indirecto piramidal con un sistema de partidos.

 Tales modalidades de democracia participativa requerirán, por lo menos, la eliminación de la división social en clases. En este sentido, Macpherson dirá que mientras siguiese existiendo un sentimiento fuerte del gran valor de la igualdad del derecho al desarrollo de la propia personalidad, la democracia participativa “se encontraría inserta en la mejor tradición de la democracia liberal".

 Compleja síntesis que todavía no encuentra solución. Tendríamos que preguntar a los chinos si consideran posible que el desarrollo de las capacidades individuales pueda alcanzarse sin que operen los resortes de la economía capitalista. Probablemente dirían que no.

 Para occidente, por lo menos, pareciera estar claro que sin libertad económica no hay bienestar, sin bienestar es imposible que el individuo desarrolle plenamente sus capacidades y que sin participación y elecciones no hay democracia.





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