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LA COMISIÓN TRILATERAL Y LA GOBERNABILIDAD por Luis Loaiza Rincón

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LA COMISIÓN TRILATERAL Y LA GOBERNABILIDAD por Luis Loaiza Rincón


El concepto de gobernabilidad surgió con un sentido muy distinto al que le damos hoy. De un origen “neoconservador”, justificador del capital y de su particular perspectiva sobre la democracia, hoy resulta muy útil para comprender el funcionamiento y las crisis de los gobiernos surgidos por mandato popular.

 En 1975 un informe encargado por la llamada “Comisión Trilateral” señalaba que los problemas de “gobernabilidad” de los países líderes de occidente se debían a un “exceso de democracia”. Tal comisión, había sido fundada dos años antes por David Rockefeller junto a un grupo de personalidades destacadas de la economía y los negocios de las tres zonas principales de la economía capitalista, Norteamérica, Europa y Asia-Pacífico.

 La idea central del informe era que, en cierta medida, gobernable y democracia son conceptos en conflicto. Un exceso de democracia significa un déficit en la gobernabilidad; una gobernabilidad fácil sugiere una democracia deficiente, por lo cual, “las demandas constantemente crecientes sobre el gobierno por grupos de la sociedad y la necesidad del gobierno, constantemente creciente, de manejar las interrelaciones de una sociedad compleja, requieren de un incremento de los recursos materiales y de la autoridad política a disposición del gobierno”.

 Según esta perspectiva, que rechaza el conflicto y reivindica el consenso como base del buen funcionamiento social; el individuo priva sobre la comunidad; el mercado se entiende como instancia de regulación económica y social; los actores sociales “no estatales” (empresas, asociaciones y grupos de interés) son los protagonistas del funcionamiento de la comunidad y se asume como prioridad la tecnificación de la conducción de la sociedad.

 Después de la publicación de este informe, la problemática de la gobernabilidad democrática básicamente se asumió desde dos polos: El de quienes, reconociendo el problema del desempeño estatal y la sobrecarga de demandas al sistema político, se orientaron a repensar el concepto de autoridad política; y el de quienes le atribuyeron a la crisis de legitimidad del sistema político del capitalismo la causa principal de la ingobernabilidad. Para los primeros, se requiere disminuir las expectativas de los ciudadanos y la participación política, al tiempo que se desmantelan los servicios sociales del gobierno. Para los segundos, hay que centrarse en las relaciones de clase, en las limitaciones que impone el capital a la política y en la ampliación de los servicios sociales bajo control gubernamental.

 Con el tiempo, la noción de gobernabilidad trascendió el estrecho marco que le dio origen convirtiéndose en una categoría crítica y útil. Hoy se sabe que la ingobernabilidad es la expresión de aquellas situaciones en las que predominan los esfuerzos tanto para influir las decisiones públicas a través de métodos violentos, ilegales o anómalos (indisciplina); como los que realizan los poseedores de un poder para evadir restricciones legales o constitucionales en su búsqueda de ventajas (ilegalidad). Además de indisciplina e ilegalidad, hace falta que la élite política pierda la capacidad de alcanzar y asegurar el acatamiento de los objetivos deseados (ineficacia) y que, finalmente, no pueda conservar sus posiciones de dominación (inestabilidad).

 En Venezuela, abundan muchos de esos síntomas que denotan una severa crisis que sólo podremos superar con más democracia y con mayor compromiso ciudadano. La indiferencia no ayuda.





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