Mérida, Octubre Miércoles 09, 2024, 06:14 am
La paz verdadera nace en la justicia y crece con el perdón y la reconciliación. Hay más de 100 países en conflicto armado, necesitamos desde esta Basílica pedir por la paz en Venezuela y el mundo, expresó Monseñor Edgar Peña Parra, Sustituto de Asuntos Generales para la Secretaría de Estado de El Vaticano, en la solemne misa pontifical que ofició por los 313 años de la renovación milagrosa de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá y los 80 años de su coronación canónica, celebrada en la Plazoleta de San Juan de Dios.
Estuvo acompañado del arzobispo de Maracaibo, monseñor José Luis Azuaje Ayala; de monseñor Helizandro Terán, arzobispo Coadjutor de Mérida, del párroco del templo chiquinquireño padre Nedward Andrade y demás miembros del clero zuliano y de la CEV. En el coro participaron 200 alumnos de los Niños Cantores del Zulia
Durante la Eucaristía, fue conferida a la Reina Morena un obsequio de parte del Papa Francisco. Se trata de una Rosa de Oro bendita que fue colocada en su trono por el arzobispo de Maracaibo.
La Rosa de Oro es un homenaje antiguo que los pontífices le hacen a personalidades, princesas y santuarios de gran devoción y en este caso a la Virgen de Chiquinquirá, que recoge el mayor fervor mariano del occidente del país. Es una flor que no se marchita, representa al pueblo que la venera, que le confía sus vidas, anhelos y necesidades. Siempre que la vean acuérdense del Santo Padre, recen por él y por la Iglesia universal, refiere la misiva del Papa Francisco, que fue enviada a la arquidiócesis de Maracaibo junto con el presente.
En la homilía, el Prelado hizo un llamado a la paz, al diálogo, a defender a la familia y a los jóvenes.
Destacó la salutación del Santo Padre y recordó que desde 1709 la presencia vigilante y amorosa de Nuestra Señora de Chiquinquirá ha acompañado a este pueblo haciendo brotar la fe en sus corazones con la gracia de su divino Hijo. La devoción mariana caracteriza la historia de Venezuela, forma parte del alma nacional, es un tesoro preciado de la cultura, el amor a la Virgen María es garantía de unidad y fe católica.