Mérida, Abril Jueves 18, 2024, 09:16 am

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Democracia no son solo elecciones por Edgar Márquez C.

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Democracia no son solo elecciones por Edgar Márquez C.


El ejercicio de la democracia, es decir su ejecución práctica, sustentada en la teoría, pero revestida de una amplia experiencia histórica, no se reduce al hecho electoral, a la escogencia de funcionarios o delegados por parte de un conglomerado parroquial, municipal, estadal o nacional.

No. Y allí está uno de los defectos del sistema de vida y gobierno. Muchas personas mantienen en su imaginario que la elección directa, plural, autónoma o libre, es la democracia y solo eso.  Se trata de una reducción de la capacidad y potencialidad del modelo político democrático, que supera esa necesidad de elegir y que conlleva, igualmente, a campañas electorales, las más de las veces en medio de diatribas innecesarias.

Elegir es un derecho y un deber, lo mismo que ser elegido. En ese sentido una democracia se sostiene en medio de escogencias continuas de personas calificadas, formadas, con experiencia práctica, con sobrados méritos, con honestidad y pulcritud. Por eso, todos debemos estar en condiciones de desempeñar los cargos públicos, al punto de que muchos candidatos, todos bien equipados intelectual y profesionalmente, deben ser una suerte de beneficio para el propio sistema.

En las semanas recientes se viene hablando de las elecciones, teóricamente ubicadas en 2024 (y de eso estarían faltando dos años) para la escogencia presidencial, a la cual se uniría la renovación plena del parlamento, aunque le falte tiempo para cumplir el período.

Todos los anuncios, comentarios y opiniones caen dentro del terreno de la especulación, porque en Venezuela, en 2018, se adelantaron unas elecciones presidenciales sin responder a un soporte legal preciso, y cambios similares han ocurrido en otras ocasiones, lo cual nos pone en la espera de que haya precisiones.

Lo cierto del asunto es que, ante una nueva elección, los venezolanos debemos estar persuadidos de que votar es un derecho y un deber, así como ser elegido, o al menos tener la oportunidad de postularse, pero que una candidatura debe ser fruto de la razón y no de la emoción. Es decir, quien se anuncie como aspirante debe tener méritos y asumir su propuesta como un compromiso existencial con la democracia.

Resultan necias las aspiraciones derivadas del empirismo y de los deseos de aparecer en una boleta electoral, además de que un candidato debe hacer una carrera política y no ser objeto de una aparición con su inmediata desaparición.  Eso no luce serio. Termina por afectar la credibilidad en los procesos electorales.

No siendo la elección el único aspecto o individual característica democrática, los electores deben ser objeto de una orientación apropiada desde la escuela, desde los medios de comunicación social, desde los partidos y agrupaciones, y desde las instituciones sociales.

Votar también conlleva una responsabilidad y de especial significación. Un voto puede ser una condena para el propio votante, al elegir equivocadamente.  En ese sentido, toda la sociedad venezolana debe mejorar su percepción de los procesos, debe ser exigente, y para ello no podemos sino desear que las instituciones, especialmente, las universidades se ocupen de aumentar el conocimiento político de todos los seres humanos que habitamos la gran tierra venezolana. 





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