Mérida, Diciembre Domingo 01, 2024, 02:26 pm
El Mil del Poaig tiene un «aroma femenino» y
desprende notas diversas: afrutadas, hierba recién cortada, cítricos, azahar y
almendras. Cuesta 130 euros el medio litro y sus matices son tan exquisitos que
los lujosos almacenes Harrodsorganizaron una cata para deleitar el paladar de
sus clientes más sibaritas.
Este año ha cumplido una década el producto español
al que la prestigiosa revista neoyorquina The Times posicionó entre uno de los
100 mejores del mundo.
Nació con una misión encomiable: «poner en valor el
fruto de los olivos milenarios que se vendían a diferentes países europeos para
decorar rotondas», cuenta Joaquín Solano.
Él, junto a su socio Manuel Arnao, alumbró un ambicioso proyecto que llevó el nombre del Maestrazgo a los rincones más exquisitos del globo «vendemos sin intermediarios a países como Japón, Estados Unidos, Brasil o China», el 90% del producto -cuenta- se exporta.
Un bien escaso
«Nos lanzamos al mundo con una producción muy
pequeña, de entre dos y tres mil botellas al año», explica. No existe más
producción, ya que los árboles de los que brota el oro líquido valenciano son
muy longevos y dan muy poco fruto. Además -cuenta- son muy difíciles de
trabajar dado su enorme tamaño y su situación «están diseminados en un radio de
45 km».
Estas dificultades son las que provocaban -y todavía
provocan- el impulso de sus antiguos propietarios por venderlos, ya que les
«resulta mucho más rentable recibir una ingente suma de dinero, deshacerse del
árbol y plantar en su lugar 9 olivos normales que pudieran ser cosechados
fácilmente».
La filosofía y el compromiso con la naturaleza de los
propietarios dio como fruto un producto gourmet cuyo éxito internacional les
permite la inversión en un equipo humano que se dedica diariamente a mimar su
materia prima: «todos los días analizamos, cuidamos y mimamos los olivos para
sacar el máximo provecho posible de su fruto y crear un auténtico producto
premium», cuenta Solano.
El aceite brota de la aceituna farga, que tiene «una
personalidad muy marcada», a la que Solano califica como «femenina» porque «en
seguida se disuelve, no es agresiva, en contraste con el Verd, nuestra otra
variedad, es un poco más potente, más masculino».
Para crear un auténtico producto de lujo, los socios
se aliaron con los reputados diseñadores de Cul de Sac. «Nos pusimos en
contacto con el equipo y tas un largo y laborioso proceso llegamos a la
conclusión de que el mejor envase debía estár hecho en porcelana blanca, ser
totalmente opaco y tener un diseño que valorizara el producto».
El resultado es refinado, ecológico y lujoso; digno de la altura de aceite con el que Manuel Arnao y Javier Solano soñaron describir el espíritu del Maestrazgo.
ABC