Mérida, Diciembre Domingo 10, 2023, 07:12 am
El Santo Padre Francisco nos
regala su mensaje cuaresmal 2023, titulado “Ascesis cuaresmal, camino sinodal”.
Lo central de su exhortación es mostrarnos la relación que existe entre el
camino cuaresmal y el camino sinodal que atravesamos, “arraigado en la tradición de la Iglesia y al mismo tiempo, abierto a
la novedad”.
El Papa nos invita a contemplar
las escenas evangélicas de la Transfiguración, para describir que “el camino ascético cuaresmal, al igual que
el sinodal, tiene como meta una transformación personal y eclesial. Una
transformación que, en ambos casos, encuentra su modelo en la de Jesús y se
realiza mediante la gracia de su misterio pascual”.
La Cuaresma es un semáforo en rojo
que nos detiene de la marcha rutinaria de nuestras vidas para invitarnos a
revisar en lo profundo, ponernos en camino siguiendo a Jesús para tomar
conciencia y recibir su Plan de Salvación. También es un desprenderse de la
mediocridad y de la vanidad que nos ahoga el espíritu para, de ese modo, poder
vivir cada uno la experiencia de fe de ser transfigurados, como personas y como
cristianos, dejar que nuestras vestiduras vuelvan a blanquearse con blanca
hermosura (Ap. 22,14), gracias al sacramento de la penitencia, para caminar
juntos en la misión a la que hemos sido convocados (Mc 16,15-18).
En Cuaresma se nos invita a “subir
a un monte elevado” (Mt 17,1-8) junto con Jesús, para vivir con el Pueblo Santo
de Dios una experiencia particular de ascesis”, (palabra que significa
esfuerzo, compromiso por uno mismo y su propio crecimiento y madurez interior).
Nos dice el Papa que es hora de subir de nuestros llanos de consumismo, de una
vida centrada en “una cotidianidad a menudo repetitiva y a veces aburrida”,
para mirar el Tabor de la oración, del encuentro familiar, de “perder tiempo
en el otro”, de olvidarnos de nosotros mismos para pensar en los demás.
Pero en esta experiencia de “excursión
a la montaña”, no podemos subir solos sin la guía del Espíritu, superando
nuestras resistencias, nuestra voluntad egoísta, para “dejarnos conducir por Él a un lugar desierto y elevado,
distanciándonos de las mediocridades y de las vanidades". Lo que implica un camino cuesta arriba, que requiere esfuerzo,
sacrificio y concentración, camino que se escoge desde la libertad de optar por
la senda del bien (Dt 30,15).
Subir a esa montaña de
purificación y contemplación en este Santo Tiempo de Cuaresma también requiere “ir
juntos”, no se sube solo a las montañas más altas, a Jesús también hemos de seguirlo juntos. Al
final de la subida, a los tres discípulos les es dado verlo resplandecer con
luz sobrenatural. “Como en cualquier
excursión exigente de montaña, a medida que se asciende es necesario mantener
la mirada fija en el sendero; pero el maravilloso panorama que se revela al
final, sorprende y hace que valga la pena”, subraya Francisco.
También el proceso sinodal, de
caminar juntos como Iglesia, muchas veces nos pudiera parecer un camino arduo
que nos desalienta, pero debemos estar convencidos que lo que nos espera al
final es, sin duda, algo maravilloso y sorprendente, que nos ayudará a
comprender mejor la voluntad de Dios y nuestra misión al servicio de su Reino.
En su homilía, en la misa con
canonizaciones de los nuevos santos, Juan Bautista Scalabrini y Artémides
Zatti, el Romano Pontífice dijo: “Caminar
juntos, es incluir al otro. Escucharlo, acercarme al otro. Sentirnos todos
pecadores, todos necesitados de la Misericordia de Cristo. Derribar las
desigualdades y marginaciones. Caminar juntos es avanzar junto a los demás, no
ser caminantes solitarios, esto es la fe cristiana, que nos invita a salir de
nosotros mismos hacia Dios y hacia los hermanos, nunca a encerrarnos en
nosotros mismos”.
También el
camino cuaresmal y sinodal se asienta en dos grandes columnas, la tradición y
la novedad. En la escena de la Transfiguración aparecen Moisés y Elías,
personificaciones de la Ley y de los Profetas, aparecen junto a Jesús en el
monte Tabor.
La novedad de Cristo, explica el Papa, es el cumplimiento
de la antigua Alianza y de las promesas; es inseparable de la historia de Dios
con su pueblo y revela su sentido profundo. Que importante es hoy tomar este
aspecto en cuenta, en una sociedad que olvida tan rápido sus raíces más
profundas, revalorizar nuestro pasado de fe, las tradiciones y buenas
costumbres que hemos heredado de nuestros abuelos para sacar del tesoro de la
experiencia y la sabiduría de los abuelos y dar lo mejor a nuestras nuevas
generaciones (Mt 13,52).
Se nos ha hecho ver la novedad como moda, improvisación,
moderno y divorciado con lo antiguo, cuando en realidad la novedad, o lo nuevo
es fruto precisamente de la experiencia del pasado, de lo vivido a plenitud,
por ello el mismo Señor nos ha dicho: “he
aquí que yo hago nuevas todas las cosas” (Ap. 21,5)
Nos dice Francisco: “De
manera similar, el camino sinodal está arraigado en la tradición de la Iglesia
y, al mismo tiempo, abierto a la novedad. La tradición es fuente de inspiración
para buscar nuevos caminos, evitando las tentaciones opuestas del inmovilismo y
de la experimentación improvisada”.
Por último, en el mensaje se sugiere los dos senderos
sugeridos por Francisco: escucharlo y afrontar la realidad, para subir junto a Jesús
y con Él llegar a la meta. Escucharlo a lo hondo del corazón para poder asumir
y afrontar nuestras luchas cotidianas, dificultades y contradicciones.
Pidamos al Señor que no dejemos que caiga en saco roto su Palabra. Que nos conceda la gracia como
en los hermanos y hermanas de la Iglesia de escucharnos unos a otros al estilo
de una Iglesia sinodal.
Bajemos a la llanura y que la
gracia que hemos experimentado nos sostenga para ser artesanos de la
sinodalidad en la vida ordinaria de nuestras comunidades.
Mérida, 26 de febrero de 2023