Mérida, Diciembre Domingo 10, 2023, 04:13 pm

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Semana Santa, fortalecimiento espiritual por Edgar Márquez C.

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Edgar Márquez C.


Estamos envueltos en el ambiente cristiano de la Semana Santa. Es una conmemoración biográfica del hombre que dividió la historia de la humanidad en dos partes. Antes y después de su nacimiento, lo cual hace que se trate de lo más antiguo que tenemos en el universo. Se podría señalar que hay tradiciones de mayor data en China y el medio oriente, pero, justamente, se trata de eso de eventos tradicionales que van más con lo cultural que con lo religioso e íntimo espiritual.

 

Al decir que es una conmemoración biográfica, quiero resaltar que se trata de una parte de la vida de Jesús, el de la estirpe del Rey David e hijo de José y María, venido al mundo hace ya más de dos milenios. Otra parte del relato biográfico la recordamos el pasado diciembre, con el advenimiento del Niño Jesús. Claro, cuando escuchamos el Evangelio dominical, allí tenemos las crónicas directas de quienes escribieron sobre los pasos del fundador de la Iglesia Católica Universal.

 

Esta introducción me sirve para evocar una vivencia personal en mis primeros años de vida, cuando estábamos envueltos en una mayor religiosidad caracterizada por exclusiva dedicación a los actos eucarísticos, a la reflexión, a la meditación, a la vida de los sacramentos y a la asistencia silenciosa al templo.

 

Los nuevos tiempos vienen marcando nuevas tendencias sociales, dentro de las cuales destaca la promoción del turismo, la recreación, la diversión, los viajes, el consumismo y hasta el deporte popular, dentro de los días de la semana mayor. Esto lo ubico dentro de la libertad personal, tanto de las creencias como de los cultos.

 

Las autoridades nacionales despliegan operativos de vigilancia en las carreteras, en los sitios de concentración de personas, especialmente en las playas, luego de que alcaldías y gobernaciones promocionan sus atractivos naturales en la búsqueda de visitantes. Eso es ya una costumbre expandida por todo el territorio venezolano.

 

Lo que quiero destacar es que, en estos tiempos de tantas dificultades sociales, económicas y políticas, los días santos bien podrían servir para una gran jornada de reflexión íntima y personal de la dirigencia y a los de este propio gobierno. Sobre nuestras realidades, miserias, debilidades y aspiraciones, para buscar caminos de encuentro y unidad sobre un futuro que debemos construir todos.

 

Una semana de meditación sobre nuestros orgullos, sobre esas vanidades que nos atan y esclavizan, sobre esas separaciones mentales, en fin, sobre nuestras flaquezas humanas, bien podría servirnos para el fortalecimiento espiritual y para derivar hacia dirigentes y autoridades más identificados con los valores y principios establecidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

 

Podemos ser mejores, sí, pero eso demanda entrega apasionada al logro de grandes objetivos nacionales y, en este momento, no se aprecian esas voluntades íntegras para asumir un proyecto de país para resarcir a los millones de venezolanos que hoy sufren las penalidades de una crisis aumentada por la desidia, el desinterés y la improvisación de muchos dirigentes y autoridades.


Es mi deseo que millones de venezolanos se fortalezcan espiritualmente y que la patria pueda sentir el impulso de seres convencidos de que podemos aspirar a un mejor futuro.





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