En los días anteriores ha sido evidente la discusión en torno a las elecciones primarias (que en realidad oficialmente se ha denominado Primaria, en singular) y a la intervención o no del Poder Electoral, la cuarta rama del Poder Público prevista constitucionalmente para atender los asuntos eleccionarios en el ámbito público, incluidos los gremios profesionales.
Los comentarios aparecidos son numerosos y se ocupan de referirse a distintas facetas del proceso, incluyendo la desconfianza, dentro de los opositores, a la presencia de un organismo que años atrás fue acusado de fraude y de cohonestar todos los ventajismos impuestos por el poder ejecutivo.
De acuerdo a la carta magna, el Poder Electoral es el responsable se los procesos electorales, con lo cual se trata de un ente autorizado y capacitado técnicamente para realizarlos, lo cual hace que se valide, a la luz del actual sistema de cosas, un proceso llamado a tener el éxito, dado el mayoritario (según las encuestas) criterio de que el régimen no ha sabido atender los grandes requerimientos nacionales, para alcanzar la felicidad de todos.
Una interpretación, ya en el orden jurídico, puede llevarnos a que sea obligatorio el tener que contar con el CNE, dado que es un proceso público de interés nacionales. Al lado de esto, surgen las opiniones de que no se trata de un instituto electoral confiable, dado el hecho de que en Venezuela ya no hay separación y equilibrio entre los poderes.
Se habla de las manipulaciones en las grandes elecciones, de lo cual tiene experiencia el ahora precandidato caraqueño Henrique Capriles, quien personalmente denunció un fraude y amenazó (cosa que no cumplió) con grandes movilizaciones de protesta. Similar experiencia la lleva con resignación el dirigente del Estado Bolívar Andrés Velásquez.
Lo cierto del caso es que la Comisión Nacional de Primaria envió una carta al CNE para pedirle su apoyo al proceso, tomando en consideración que se podrá contar con todos los centros de votación, con el cuidado de los técnicos de las máquinas y con la transmisión automática de los resultados. El órgano electoral plantea que debe montarse el sistema de identificación del elector mediante la huella dactilar ya guardada en sus archivos, lo cual enciende las sospechas de unos y la alegría de otros.
Candidatos como César Pérez Vivas, María Corina Machado y Andrés Velásquez no son partidarios de captar las huellas, aduciendo que el registro de votantes quedará en manos de un gobierno que puede tomar represalias, recordando la nefasta lista de un diputado del vecino Estado Táchira.
De otro lado, Capriles y el zuliano Manuel Rosales (léase Grupo 3) consideran que es apropiado contar con el CNE, opinión que debe respetarse, aunque ya otros opositores los califican despectivamente de alacranes. Acción Democrática (Ramos Allup) va en el mismo camino.
La situación se torna más difícil parala señora Machado. Su posición radical, en todo momento, ha mostrado que no quiere nada con los señores del régimen, a quienes califica con epítetos fuertes. Queda por ventilar si el proceso primario se lleva adelante en medio de una división de los opositores y hasta con dos procesos, uno con CNE y otro realizado de manera privada con papeletas impresas, como se hicieron las consultas de 2015 y 2020, donde tuvo papel importante la sociedad civil.
La Comisión Nacional de Primaria avanza en sus conversaciones con el CNE y ya informó que, en todo momento, será resguardada la identidad de los electores que participen.
Queda pendiente, ahora, si habrá dinero para que el organismo comicial despliegue todos sus equipos y organice estas singulares elecciones.