Mérida, Octubre Martes 15, 2024, 11:52 pm
En tiempos de crisis económica se incrementan las
preocupaciones y aumenta el interés por cambiar las prácticas que no han dado
resultados para reducir el riesgo de enfrentar nuevas crisis. Esta dinámica se
refleja en los hogares, las empresas y las instituciones públicas que deben
superar una situación crítica. A partir de esto se diseñan estrategias para
avanzar hacia cambios significativos en la estructura de las organizaciones que
permitan la identificación de nuevas fuentes de ingresos, mayores niveles de
producción y más eficiencia en el gasto.
Y en el caso del gobierno, el compromiso para superar
la crisis se ve relejado en la implementación de reformas a la actividad
económica, la mayoría de estas centradas en el sistema tributario, el esquema
de incentivos que disminuyan la desigualdad socioeconómica, la promoción de
nuevas actividades empresariales y la definición de nuevas normas a la
actividad comercial. De esta forma, se aprovecha la crisis para avanzar en
cambios estructurales de la economía que faciliten la solución de problemas económicos
y sociales de la población. En este orden, Indonesia es un país que ha
enfrentado con éxito el desafío que representa la actual recesión económica combinada
con alta inflación, mediante efectivas medidas estructurales.
Al respecto, la crisis permitió a este país asiático
reducir su dependencia del flujo internacional de capital, así como del precio
internacional de las materias primas. Esto
requirió un compromiso público y privado para no incurrir en políticas
inconsistentes con los objetivos de las reformas, además de impulsar el nivel
de competitividad.
Los primeros esfuerzos de reforma se concentraron en la
reducción de los déficits presupuestario y de cuenta corriente. En esfuerzos
previos, se intentó alcanzar estas metas mediante la desaceleración del consumo
interno y disminución de las importaciones, pero con gobiernos de baja
popularidad que no podían asumir malos resultados en materia de crecimiento
económico la inconsistencia de la acción pública se hizo regla y los resultados
no fueron los esperados. Por esta razón, las nuevas medidas se han dirigido a
incrementar los esfuerzos de los productores locales para ser más competitivos
e incrementar las exportaciones. Y cónsono con esta nueva estrategia, el
Gobierno de Indonesia impulsó un nuevo marco normativo a la actividad comercial
para mejorar la competitividad del país y fomentar el crecimiento de las
industrias intensivas en mano de obra.
El segundo grupo de políticas incluyó reformas del
sector financiero. El gobierno aprobó un nuevo proyecto de ley general para
mejorar la credibilidad del sistema financiero, ampliar y profundizar el
mercado financiero interno, apoyar el desarrollo y uso de nuevas tecnologías,
así como para aclarar las respuestas públicas a potenciales crisis en el sector.
De igual manera, se pusieron en marcha planes para reestructurar todo el
sistema financiero no bancario que se ha desarrollado a partir de las nuevas
tecnologías. Además, el Banco de Indonesia también ha impulsado la
digitalización de la economía. Permitiendo que proveedores que hacen parte de
distintas cadenas de suministros puedan interactuar con el sistema financiero
convencional a través de la creciente industria de banca digital de Indonesia.
De esta manera, el país ha aprovechado la crisis para
iniciar reformas fundamentales en su economía. El reto ahora es ser constante
en la implementación de estas reformas dirigidas a facilitar los negocios,
reducir las barreras a la inversión y mejorar la productividad laboral y la
inclusión financiera. Así, Indonesia demuestra que toda crisis puede verse como
una oportunidad para generar mayor bienestar, y no como la excusa perfecta para
tapar malos resultados de gestión gubernamental.
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