Mérida, Septiembre Viernes 29, 2023, 05:18 pm
Resulta interesante en la celebración de nuestro
centenario arquidiocesano, darnos un paseo por la forja de solidez y belleza
espiritual y material de la Mitra merideña, con firme cayado y ejemplo de
servicio a nuestro pueblo.
Nuestros Arzobispos, han venido a la Mérida serrana desde
diferentes geografías nacionales: uno guaireño, tres tachirenses, uno aragüeño,
uno caraqueño y el actual zuliano. Con sus vidas entregadas al servicio del
Reino han dejado honda huella de Evangelio de amor y construcción del bien
común en todas las comunidades. En los escritos anteriores hablamos de los dos
primeros, Silva y Chacón, quienes como solidas rocas cimentaron los inicios de
nuestra Arquidiócesis.
En ese grupo de los cinco hablaremos en primer lugar del
hijo ilustre de Capacho, José Rafael Pulido Méndez, arzobispo desde 1966 a
1972, de gran humanidad, sencillez, cercanía y celoso cuidador del medio
ambiente. Su episcopado se caracterizó por su ejemplo de tolerancia y
fraternidad, en tiempos de polarización política y divisiones ideológicas,
sería bueno mirar la obra de tolerancia, puente para el dialogo y comprensión a
todos de monseñor Pulido. Su amor por los pueblos del sur de Mérida lo llevó a
ser el primer aliado de los curas pioneros del desarrollo humano y social, que
abrieron a pico y pala caminos en las empinadas montañas. En mi pueblo de
Canaguá dejó, en el libro de gobierno, la crónica de la llegada del primer jeep
en 1954. Llama la atención sus originales penitencias en la confesión: la
siembra de árboles, así como sus iniciativas para la reforestación de las
cuencas y vecindades andinas. Así como su protagonismo en proyectos como la
creación del Instituto forestal latinoamericano, y la creación de la Escuela
Universitaria de Enfermería.
Le sigue Monseñor Ángel Jerónimo Pérez Cisneros, nacido en las
tierras de Turmero estado Aragua, consagrado obispo de Barcelona por Monseñor
Acacio Chacón en 1960. Desde 1972 y hasta 1979 asumió el gobierno eclesial de la
arquidiócesis de Mérida como su cuarto arzobispo,
bajo las virtudes del silencio y el trabajo, con su amor por la liturgia y la
música sacra, junto a la promoción de una renovada catequesis en todas las
parroquias.
Además de participar en la
Primera Asamblea Plenaria Ordinaria de la Conferencia Episcopal Venezolana en
1974 y acompañó las sesiones conciliares en el Vaticano II y comienza la
aplicación de la Pastoral de Comunión y Participación de la Iglesia del Concilio,
con la creación de nuevas parroquias y su apertura a los nuevos movimientos de
la Iglesia, como la renovación carismática católica y el protagonismo de los
laicos en la misión. Sometido a la prueba del
dolor y la enfermedad dio testimonio de amor, paciencia y humildad, ofreciendo
todo en oración por esta Iglesia merideña.
Asume las riendas de la Arquidiócesis el Siervo de Dios Miguel Antonio Salas Salas, nacido en
Sabana Grande aldea de la Grita estado Táchira y bautizado por el primer
arzobispo merideño el Padre Acacio Chacón Guerra, desde 1979 hasta 1991, primer
sacerdote eudista venezolano, dedicó sus primeros años a la formación de los
futuros sacerdotes, entre ellos destacó nuestro Cardenal Baltazar Porras. Sirvió
a las tierras llaneras de Calabozo como su sexto obispo, Juan Pablo II lo
traslada a Mérida como su quinto Arzobispo Metropolitano ejerciendo su labor
con la pasión del pastor con olor oveja, así como su esfuerzo por poner en
marcha el seminario “San Buenaventura” junto a la consolidación de la zona
panamericana merideña de la que nació la nueva diócesis del Vigía- San Carlos
del Zulia.
Deja a
Mérida un enorme legado con nuevas comunidades de vida religiosa, creación de
numerosas parroquias, favorece el dialogo con el mundo de la cultura, la
promoción de la pastoral social y la catequesis. Aunado a su testimonio de
santidad de vida.
Como Sexto Arzobispo nuestro Cardenal caraqueño Baltazar
Enrique Porras, se consagró como Obispo Auxiliar de Mérida el 17 de septiembre
de 1983, bajo la guía y equipo del inolvidable Monseñor Salas y, luego, toma
posesión como Arzobispo el 5 de diciembre de 1991, a lo largo de casi 40 años
de fructífera misión episcopal nos enseñó con su cátedra civilista, artífice de
la ciudad universitaria que condujo con sapiencia y mejor tino como
evangelizador de la cultura.
Como peregrino de la alegría y de la esperanza nuestro
Cardenal – arzobispo marcó su huella de Arzobispo desde 1991 hasta 2023, en la
ciudad y en los campos más apartados de la serranía andina es conocedor experto
de personajes, tradiciones y costumbres andinas. Su constante preocupación por
el patrimonio cultural y tradiciones de nuestra Mérida, lo convierten en el
principal conocedor y guardián, de una cultura universitaria bajo la guía del
Evangelio de la Vida.
La Mitra
merideña se ve honrada en su séptima sucesión apostólica, por el nuevo
Arzobispo Metropolitano, el Excelentísimo Monseñor Helizandro Emiro Terán Bermúdez, perteneciente a la familia de la Orden
de San Agustín, de las fuentes de la espiritualidad agustina brotó en la
montaña andina la enseñanza y doctrina evangelizadora, lo que impregna el corazón de nuestra Iglesia local de abundante vocación
misionera, espíritu de sencillez y llamado constante a vivir como consagrados
en la construcción del Reino de Cristo.
Recibe Monseñor Helizandro la herencia
evangelizadora de sus hermanos agustinos que recorrieron con no pocos
sacrificios la vasta geografía de la que hoy se conforma la Arquidiócesis de
Mérida.
Damos gracias
al Buen Pastor por nuestra Iglesia merideña con sus debilidades y fortalezas.
Se enrumba hoy como faro de luz por su oración, empuje y creatividad pastoral,
atentos a los nuevos signos de los tiempos y en diálogo permanente con el
mundo, con la Universidad y la diversidad de la Mérida serrana.
Mérida, 4 de junio de 2023