Mérida, Diciembre Domingo 10, 2023, 07:33 am
Con permiso de ustedes, elevo mi saludo, respetuoso y cordial, a nuestro más insigne colega, el Gran Periodista Simón Bolívar, Padre de la Patria.
En estas palabras voy a dar mi homenaje a todos los colegas ya desaparecidos, que en Mérida dieron lustre al periodismo. Entre ellos, mi gran hermano Omar Molina, a casi un año de su viaje a la eternidad.
Señoras, Señores:
El joven oficial, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Ponte y Palacios Blanco, pequeño de estatura y cuerpo magro, pero corazón henchido de fe en que alcanzaría la gloria; con el permiso y apoyo de oficiales, soldados y armamento dado por el gobierno republicano de la Nueva Granada, sale de Cúcuta, cruza el rio divisorio e invade a Venezuela.
De San Cristóbal, atravesando el Páramo de El Zumbador, se dirige a la población El Cobre y finalmente llega, el 18 de mayo de 1813, a la Ciudad del Espíritu Santo de La Grita, en cuyas vecindades, en el sitio llamado de Angostura, ya se había logrado la primera victoria de la guerra. El héroe fue recibido con honores.
Visitó al Santo Cristo, rezándole en religioso silencio y salió de espaldas por respeto a la sagrada imagen. Y en los días que permaneció en la Circasia de Los Andes, además de planificar su marcha triunfal hacia el centro, cuyo final era Caracas, pergeñó lo que sería el primer gran anuncio de su Campaña Admirable, el Decreto de Guerra a Muerte que el 15 de junio de 1813, anunciaría en Trujillo.
El Genio hizo circular su Orden pavorosa, pero considerada tan urgente como necesaria, por toda la provincia. Necesitaba ser conocida, tanto que llegó a universalizarse y a caracterizar de un solo tajo el duro sacrificio al que se enfrentaba en su inicial propósito libertario. Que, entre aceptación y rechazo, llegó a constituirse en una de las proclamas de mayor peso y significado hasta entonces dictadas por un héroe, un líder, un hombre de la paz y de la guerra al mismo tiempo.
Porque ambas, si la suerte y sacrificio le ayudaban, se convertirían finalmente en la anhelada independencia de su pueblo El impacto, lo analiza crudamente la Historia que, en conjunto, lo certifica como el Hombre de las dificultades. Pero también como un visionario.
Arribó luego a Bailadores, donde bailó, descansó y recibió el cariño y amor de toda la, gente de La Villa; y el 23 de mayo de 1813, entró a Mérida, montado en su “Palomo”, el blanco caballo que caracoleaba entre los adoquines de la calle. Y allí, en la esquina, a la derecha, subiendo, frente al Seminario Buenaventura, matriz de nuestra ilustre universidad, recibió el Homenaje que le rindiera todo el pueblo..
Ese oficial, al que le faltaban 27 días para cumplir los 31 años, lo convertiría el destino en El Padre de la Patria, que La Ciudad de los Caballeros de Mérida, en la voz de su patriótica municipalidad lo llamó, primera en el mundo, El Libertador.
Ese es el hombre, magníficamente esculpido en bronce, que está aquí, al frente y en todos nosotros, también para siempre, el amor de su corazón.
Su figura eterna, por lo demás inimitable, insustituible, única. La que se ha querido suplantar, ofender, vilipendiar a través de su esforzado tránsito haciendo historia; tarea propia de envidiosos de su gloria, igual de demagogos y populistas, que han pretendido compararse con su genio, y de quienes han vivido bajo su nombre pero haciendo daño a su imagen con mensajes y actuaciones viles.
Afortunadamente, ha habido quienes, con justas valoraciones del hombre y del líder, del conductor de pueblos, vencedor en mil batallas, y lumbrera en el mapa universal de entonces, que lo han sabido valorar, respetar y con sus escritos lo han colocado en los más altos niveles de la admiración mundial por su inmensa obra conquistada.
Pero, resalto en este sitio y día, teniéndolo a Él por inmortal testigo, que tuvo, entre sus sueños y delirios, el conocimiento exacto de la importancia, entonces, de entender que necesitaba de un aliado, insustituible para difundir sus actos por la Patria que comenzaba a construir.
Y lo buscó y lo encontró en la Prensa.
En el transcurso de la guerra, el Libertador fundó, dirigió y redactó numerosos periódicos. Uno de ellos, “El Peruano”, decano de la Prensa en el Perú. Bolívar consideraba a la Prensa como “la artillería del pensamiento", a la cual tenía respeto y agradecíó su inconmensurable ayuda a la causa libertaria.
Él era su propio corresponsal en los pueblos y ciudades para los periódicos que fundaba en todas partes. Todos sabemos que en el “Correo del Orinoco”, que fundó el 27 de junio de 1818; y cuidó con toda su alma, tenía espacio importante para el Periodismo, del cual Bolívar era celoso y abnegado practicante, convirtiéndose en el mejor vocero de su gesta, y en uno de los ejemplos que la historia del Periodismo en el Mundo registra entre los fundamentales.
Bien lo señaló el Libertador en sus múltiples arengas y discursos, que la libertad de Prensa era, en su tiempo,, faro y guía de todo pueblo que marchaba hacia la consecución de su destino.
Fue determinante y visionario pues, en su opinión, esa libertad, que lo seguirá siendo hasta el final de los tiempos, en efecto constituía el mejor de los caminos para que las mujeres y los hombres de cualquier sociedad puedan hallar, en ella y por ella, la liberación del pensamiento y el encuentro de las mejores soluciones a sus angustias, sufrimientos y de los asuntos propios del devenir de su tránsito vivencial.
Fue definitorio el caraqueño universal al indicarlo de este modo, porque al hablar ayer con la intención de fijar sus palabras hacia el mañana, aseguraba que su enseñanza perdurará por los siglos. Y en verdad, no se equivocaba el magno fundador de cinco repúblicas.
Él sabía, estaba seguro, que la victoria, apoyada por la prensa, se alcanzaría; que el mensaje difundido encontraría albergue en el sentir ciudadano y fuerza, mucha fuerza y firmeza, en la decisión libertaria.
Bolívar, llamaba a superar, con la ayuda de todos, cualquier obstáculo que pudiese interrumpir su marcha hacia la gloria de liberar los pueblos subyugados por el imperialismo español.
Confiaba en lograrlo si, primero, apuntalaba en la ciudadanía el valor que le daba a la Libertad de Prensa, que es decir, a la de la Expresión, a la del Pensamiento libre y soberano, regida siempre por la moderación y el respeto.
La soñaba, pero sin ataduras, sin escondrijos, sin miedo pues, la verdad, y así lo hacía ver, tenía que ser conocida como el mayor apuntalamiento de la libertad misma, al fin y al cabo norte expreso de su propósito liberador.
Una tarea que se impuso lograr empeñando su palabra, su fortuna, en fin, la vida, que era su todo.
A él, y en nuestro caso, sólo a él, los venezolanos le debemos que nos haya insuflado para siempre su pasión también por enseñarnos a comprender la gran tarea de que, en la Libertad de Prensa, reside por igual nuestra Independencia.
En todos los campos del pensamiento, la Libertad de Expresión es tan indivisible como el sentimiento. Imposible de ser subyugado. Su fuerza reside en el hombre mismo, en su conciencia, en su mente, en su deseo de decir lo que siente. Quizás le silencien la palabra, pero jamás su pensamiento. Probado está. Por ello la indivisibilidad. Por ello tantos héroes.
Son los adalides de esa Libertad. Como fueron héroes y adalides todos los que rompieran las cadenas que nos ataron durante varios siglos al Imperio Español.
Y no dudamos que en esa fiera lucha, prevista por el propio Libertador, el papel de la prensa y del periodista fue fundamental.
Y gracias al sacrificio de esos héroes y de esos adalides, desde 1821 los venezolanos hemos rechazado siempre a los tiranos. El mejor de los registros de esa inquebrantable postura está en los libros y en las páginas de los periódicos, recordándonos que queremos seguir siendo libres de aquí hasta el fin del mundo.
Recordemos lo afirmado por el destacado historiador Don Pedro Grases:
“Hasta su muerte, en 1830, el Libertador se sirvió de los impresos en hojas volantes y folletos, lo cual no da una idea bastante clara de cómo utilizó la imprenta para fines de la guerra o como medio de difusión de las ideas de libertad y de gobierno. Bolívar, que conocía muy bien la historia, sabía del trascendental papal que había jugado la imprenta y el periodismo en los grandes procesos de la reforma; la revolución inglesa; la revolución francesa y en la independencia de los Estados Unidos.
Añade Grases: “La opinión pública se convirtió por vez primera en una gran fuerza en Europa, al punto de que Napoleón decía que “cuatro periódicos hostiles hacen más daño que 100,000 mil hombres en un campo de batalla”.
Recuerda asimismo, el maestro de generaciones de periodistas en la Escuela de Periodismo de la UCV, Ignacio de La Cruz, lo que el joven Bolívar leyera es su discurso, escrito con pasión de reportero, pronunciado en el Supremo Congreso, el 4 de julio de 1811, describiendo paso a paso los acontecimientos que se fueron sucediendo.- Para que se diese “la simultánea, la gloriosa explosión del 19 de abril, y que “El Genio de América”, publica en su periódico llamado “El Patriota venezolano”, del cual fue fundador, con importante circulación en la Caracas de su tiempo:
Escribía entonces el que sería el Libertador: “…empezó a formarse en Caracas la opinión pública. Los amantes de la libertad eran otros tantos prosélitos que no dejaban de sembrar la simiente que algún día debía fructificar… En esta tarea se hermanan la tribuna y el periódico; se complementan, se refuerzan y los identifica en nuestro lenguaje revolucionario, de igual trasfondo ideológico…”
Amigas, amigos.
Apreciados colegas:
Hoy Día del Periodista, en este acto de rendición de honores al Padre de la Patria, quisimos resumir de su vasto pensamiento algunos señalamientos que nuestro Libertador, y también gran periodista, precisó sobre la Libertad de Prensa.
Como un recordatorio, muy afirmativo, para que todos nosotros, al igual que lo hicieron los que ya se han ido, dejemos a los que vendrán a transitar los caminos de una prensa libre, en un país libre y con un pueblo libre que la Libertad de Prensa, es igual de sagrada como la palabra de Dios, que El Creador de Todo así lo quiso, como derecho fundamental para las persona humana.
Esta preciosa herencia que nos legó el hombre allí representado en ese magnífico monumento, -erigido en l930, con tan sabia leyenda- y en el de La Columna, el primero que se edificó en el mundo para eternizarse como El Libertador, nos recuerden siempre que debemos honrar su memoria y hacer del periodismo nuestro instrumento para trabajar, como periodistas, difundiendo la urgencia que los venezolanos tenemos de recobrar su libertad.
Por cierto, junto a notorios ciudadanos merideños, Carlos Briceño Vera, el creador de la Bandera del Estado y quien les habla, hace años propusimos al Ejecutivo Regional promoviera ante la UNESCO la Declaratoria como Patrimonio de la Humanidad- del Monumento de La Columna.